¿Una cita?

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Votad, por favor. Mientras tanto me refugiaré y disociaré de la realidad con ellas.

El servicio fue entretenido, con el salón del restaurante lleno una noche más, pero con la normalidad de un servicio fluido y bien engrasado. Y efectivamente el nuevo plato de gambas rojas había sido todo un éxito.

Estaba muy contenta con lo que había conseguido en el hotel. No esperaba gran cosa del restaurante de un pequeño pueblo, a nivel profesional de su equipo, ya que casi todos suelen irse a las ciudades a probar suerte en el mundo culinario, pero me habían sorprendido muy gratamente.

El lugar quizá no tenía un gran nombre, pero si de algo podía presumir era de tener una materia prima local que no podía igualarse a la importada, y con ello, a pesar de no conocer las técnicas punteras de cocina moderna, el equipo lograba sacar unos platos muy solventes y con un gran nivel.

Me encantaría poder ser yo quien ayudara a poner el restaurante del Hotel La Sierra en el mapa de la guía Michelin, así que tras el servicio, me quedé ayudando a recoger y pensando en nuevas recetas que pudieran lograr hacerlo.

Ella se fue hace apenas unos minutos, saliendo de los vestuarios cambiada y asomándose desde el salón por el pase para despedirse del equipo y hacerme una pregunta silenciosa, levantando las cejas.

"Chef, hoy me toca a mí terminar de recoger." Me sorprendí cuando la voz de Cata apareció a mis espaldas, ya que todavía miraba hacia el lugar por el que había desaparecido la morena.

Me giré, echando un vistazo a lo que quedaba por recoger. El lavavajillas estaba puesto y las encimeras recogidas, prácticamente solo quedaba pendiente pasar la fregona por el área de trabajo. "¿Estás segura?"

"Sí, chef, ya casi no queda nada, yo me encargo." Confirmó gesticulando a su alrededor y apoyándose en el palo de la fregona. "Además, creo que tienes una cita para la que prepararte."

Me sorprendí por muchos motivos. ¿Se había enterado que habíamos quedado? ¿Eran tan evidente que había algo entre nosotras? ¿Era esto una cita?

Dos personas que se gustan, quedan para hacer algo juntas. Supongo que sí: voy a tener una cita con Luz. Y encima he sido yo quien se lo he pedido, sin enterarme siquiera. Las dudas y los nervios me asaltaron al pensar en las implicaciones. Quizás debería haber escogido algo más... especial.

"Venga, mujer, que al final te va a tener que esperar ella." Me empujó, ya que yo no reaccionaba, mientras seguía ganando espacio con la fregona.

Me llevé la mano a la cabeza, retirándome la gorrilla que cubría mi pelo. "Esto, Cata, nosotras..."

"Ah, no. A mí no me tenéis que dar explicaciones." Me cortó, negando y gesticulando. "Nos vemos mañana." Me guiñó el ojo antes de volver a lo suyo.

"Gracias, Cata. Hoy has hecho un gran trabajo, de verdad."

Ella sonrió satisfecha, volviéndose de nuevo a mí. "Gracias, chef. Me gusta aprender de ti."

A pesar de que empecé un poco torcida el servicio y pagándolo con todo el mundo, al final he conseguido acabarlo de buen humor gracias a Luz y al equipo.

Me escapé corriendo a mi habitación, porque no quería hacerla esperar después de todo. Me moría de ganas de estar otra vez a solas con ella, tanto que superaba el miedo a las preguntas que pudiera hacerme sobre el tema de Hugo.

¿Por qué no le había bloqueado antes? Porque me llamaría desde cualquier otro número y entonces viviría con miedo a responder a cualquiera que no estuviera en mi agenda. ¿Por qué no había cambiado yo de número de teléfono? Entonces, ¿cómo me hubiera localizado Clara para darme una oportunidad? Hubiera supuesto quedarme más aislada de lo que ya estaba gracias a él. ¿Por qué no le denunciaba de una vez y pedía una orden de alejamiento..? Suspiré.

Empujando las preguntas que se agolpaban en mi mente cada vez que abría esa caja de los truenos, me metí en la ducha y dejé caer el agua sobre mi cuerpo, concentrándome en esa noche.

En nuestra cita.

No llegamos a avanzar mucho en nuestra conversación de ayer, pero sí que estábamos de acuerdo en que íbamos a intentar esto. Ella quería estar a mi lado, a pesar de todo, estaba decida a arriesgarse y yo, aunque estuviera llena de dudas, estaba deseando no separarme de ella.

Salí de la ducha y me envolví en la toalla, mirándome en el espejo y pensando en qué ponerme.

No quería perder mucho el tiempo, así que finalmente me decidí por una camiseta sin mangas y un pantalón vaquero. Sencilla, pero elegante. Me peiné las ondas, dejándolas sueltas y me atreví con un pintalabios más oscuro a lo que solía llevar, que pensé que destacaría y quedaría bien y salí deprisa del hotel.

Al llegar al Chelsea, miré enderredor desde la puerta, en busca de su pequeña forma y suspiré al no verla aún allí.

Me acerqué a la barra y esperé a que Julio estuviera libre, lanzando miradas nerviosas a la puerta. "¿Espero un poquito a que venga tu acompañante?" Preguntó él suspicaz.

"Vale. No tardará en llegar." Le confirmé con una sonrisa.

Saqué el móvil, preguntándome si debía escribirle que ya estaba aquí y quizás confirmar que venía. Estaba observando su última conexión y mordiendo ligeramente la uña de mi pulgar, tick nervioso del que nunca me había podido deshacer, cuando escuché su voz a mi lado.

"Hola."

Ya nada volverá a ser como antesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora