Tercera cita

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Estaba jodidamente preciosa, con el pelo pelirrojo suelto y ondulado cayendo sobre sus hombros desnudos, un corset y un pantalón corto. Había tanta piel normalmente oculta por el uniforme, parecía que se había propuesto matarme.

"Estás muy guapa." Fui capaz de articular, terminando el repaso por fin en sus ojos.

Ella estaba esperando esa conexión, pero la sentía tan nerviosa que no supe qué me quería decir su mirada. "Tú sí que estás guapa." Dijo antes de mirar siquiera qué llevaba puesto, todavía mirándome a los ojos.

"Gracias." Le sonreí. "¿Nos vamos?"

Ella se mordió el labio. "¿Puedes pasar un segundo?"

"Sí, sí, claro." Prefería no estar todavía a solas con ella en su habitación, prefería destensar en la cena con una conversación sobre cualquier cosa primero antes de verme en esa situación, pero hice lo que me pidió, cerrando la puerta tras de mí. Estaba preciosa y no sabía qué le faltaba para estar lista para salir.

Me la encontré parada unos pasos dentro de su habitación, observando la estampa sobre su cama. "¿Me explicas esto?" Rió un poco nerviosa. "Hay bombones también..."

Abrí los ojos como platos, no cayendo de donde había podido salir todo esto, pero si no había sido cosa de ella...

"Ay no, José Antonio. Lo mato, lo mato de verdad..." Ainhoa estaba muy divertida a mi lado y yo no sabía dónde meterme. "Es que se ha enterado que nos íbamos a cenar y se ha montado una película de no sé qué y..."

Ella suspiró más tranquila y afirmó. "No ha sido tu idea."

"No, no, no, no..." No podía parar de negarlo. "Bueno, a ver, que si te soy sincera pues es que no había pensado en cómo iba a acabar la noche hasta que no he hablado con él y..."

Agradecí que me interrumpiera porque no sabía cómo continuar. "Y te has rayado."

Afirmó con total naturalidad, como si en cierto modo lo esperara, y no pude mentir.

"Un poco sí, sí me he rayado un poco..." Agaché la cabeza y me senté en la cama. Temía parecerle una niñata estúpida, pero era la verdad.

Ella se dejó caer a mi lado en la cama. "Ufff, pues menos mal." Soltó y sonaba como si estuviera quitándose un enorme peso de encima.

"Menos mal, ¿qué?" Pregunté sorprendida.

Ella suspiró de nuevo. "Menos mal que no soy la única que me rayo"

"Ah, que tú también tienes un poquito de miedo..." Acerté a decir mientras sentía que me desinflaba a su lado.

Ya me lo habían advertido, que seguro que ella también tenía sus inseguridades, pero que me lo confirmara de esa forma... simplemente me encantó. Sabía que a pesar de todo, en cierto modo había idealizado a Ainhoa y también era consciente de que realmente era una persona normal, con sus miedos y sus errores, pero no podía evitar que me sorprendiera.

Pero al menos ya no me sentía sola. "Bu.. ufff, eh, Luz... Estoy cagada." Confesó a trompicones. "¿Tú has visto esto? ¿La situación?"

"Sí, la verdad es que esto es de todo menos romántico." Me reí un poco.

"Sí." Confirmó mientras intentaba continuar expresando sus sentimientos y yo me moría de ternura de verla abrirse así conmigo. "Que... Es que no paro de pensar que... ¿Y si no lo hago bien?"

Los pensamientos que se repetían en mi cabeza, empezaban a salir. Estábamos compenetradas hasta para esto. "¿Y si hago algo que no le gusta?"

"Y si me pongo nerviosa."

"Y si me bloqueó."

"Y si no me gusta y esto deja de tener sentido."

La última me tocó muy dentro y me levanté como un resorte. "Mira, sabes qué, yo creo que es mejor que volvamos a la cocina y que ayudemos a Paolo porque debe de tener un jaleo..."

"A ver Luz, no, no lo creo." Me frenó de camino a la salida y me giré para observarla, mostrando ya sin pudor el miedo que sentía. "Yo no creo que nos pase nada de eso, de verdad."

"¿Estás segura?" Le rogué. "Porque mira que todo lo que has dicho, yo también lo he pensado antes."

Ella sonrió y empezó a dejarme caricias en los brazos, en la cintura. La sentía cada vez más cerca de mí y me intoxicaba. "Y lo sé. Por eso creo que no tenemos que tener miedo cuando nos acostemos. Hay que disfrutarlo."

"Sí, tienes razón, que tenemos que estar relajadas." No quería irme, quería estar con ella como habíamos planeado y sobre todo, no quería que el tema de acostarnos juntas fuera lo que abriera grietas en esto que teníamos.

Ella me hizo eco y me fijé en que sus ojos miraban mis labios. "Relajadas."

"Sí." Confirmé.

"Eso es, pues a lo mejor esta noche no es la noche." Anunció sin más, encogiendo los hombros y me hizo sonreír. No necesitábamos la presión.

Mi mirada la imitó y subió por su pecho, sus hombros, su largo cuello, hasta sus labios. Ya no sentía ganas de salir corriendo de allí, justamente lo contrario. "No, a lo mejor no es la noche, y además que esto es una cosa que hay que hacer con calma..."

"Con calma." Me daba la razón casi sin aliento y sé que se moría de ganas de besarme tanto como yo a ella.

"Sí, sin ningún tipo de prisa..."

Apoyé mi frente en la suya y dejé que terminara la frase. "Sin prisa y que pase cuando tenga que pasar."

"Con tranquilidad..." Susurré sobre sus labios, estábamos tan cerca que no necesitaba más, y finalmente los uní, ahogando un suspiro en su boca.

Éste era mi lugar seguro.

Ya nada volverá a ser como antesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora