Nouvelle cuisine

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Cuando vi la cara que puso Luz al entrar en el restaurante, supe que no me había equivocado y había sido una buena idea montar todo este tinglado.

Había combinado dos de las cosas que más me apasionaban en la vida ahora mismo: la cocina y hacer feliz a mi novia; así que me había esmerado al máximo y quedaba poner a prueba del paladar la comida, pero la noche ya iba por buen camino.

Dispuse los distintos platillos a lo nouvelle cuisine que había creado sobre la mesa y Luz no tardó en volver. Se dirigió hacia mi directamente, que aún estaba de pie junto a la mesa, pasó sus brazos alrededor de mi cuello, unió nuestras caderas y me besó intensamente, su lengua recorriendo mi labio, pidiendo un acceso que no dudé en darle, robándome el aliento y la cordura.

Se separó cuando nos hizo falta respirar y apoyé mi frente contra la suya. "Sabes a pasta de dientes." Reí.

"No quería saber a vino." Frunció el ceño.

Me parecía tierno el detalle. "No pasaría nada. No voy a sentir el impulso de beberme la botella por ello."

"Ya, pero no me gustaba." Aseveró, cabezona. "Y quería agradecerte esto como es debido." Volvió a atrapar mis labios antes de que pudiera rechistar, y sabía perfectamente que lo iba a hacer. "Bueno... Tengo ganas de ver qué has preparado" Dijo, dejando pequeños besitos y cosquillas con su nariz por mi mejilla, mi cuello, hasta la tiranta del vestido. "Huele muy bien."

A duras penas saqué la voz. "¿La cena?"

"También." Rió, dejando un bocado a la altura de mi clavícula, volviéndome loca. Se separó como si no hubiera pasado absolutamente nada y eligió su lado de la mesa. "Madre mía, Ainhoa, qué pintaza tiene todo esto." Tiró de mi mano y me devolvió a la realidad, de la que yo me había quedado alejada por un momento. "Ven, cuéntame qué es cada cosa."

¿Cómo era posible que pasara de ser tan jodidamente sexy a una bola de emoción por unas preparaciones nuevas? Es que era increíble. Y me volvía loca.

Caí sobre la silla que me había dejado libre y le presenté los pequeños platos diferentes. "La verdad que además de preparar nuestra cita, he jugado un poco en la cocina. Quizás si conseguimos atraer comensales por la calidad de los platos, podamos ayudar a reflotar el hotel. Y que Andrés reinstaure los sueldos."

"Ojalá funcionara. Sé que esto es una putada para ti." Se lamentó Luz.

Fruncí el ceño. "¿Por qué lo dices?"

"Porque una chef de tu calibre no debería ver su sueldo reducido de esta forma." La notaba preocupada.

Sacudí la cabeza. "No te voy a negar que es una putada, porque con lo que cobraba y todavía estoy viviendo en el propio hotel, ahora ni soñar con buscar piso. Pero yo no vine aquí para ganar dinero... Vine para esconderme de mis problemas. Y encontré muchísimo más de lo que me podía imaginar." Sabía perfectamente que entre otras cosas me refería a ella y me dedicó una sonrisa de lado. "Además, estoy segura de que esto solo será temporal."

"Durante la cata, Andrés y mi madre han tenido un encontronazo y las cosas se van a poner más feas por aquí."

Me quedé sorprendida. "¿Por qué no me lo habías contado?"

"Porque he llegado y estaba todo tan bonito y tú tan guapa, que se me ha olvidado todo el enfado que traía encima." Se cruzó los brazos sobre el pecho, como para protegerse. "No sé de lo que es capaz ese hombre, pero mi madre es intocable por contrato."

Me mordí el labio. "Tienes miedo de que la tome con los demás."

"Sí, ya le hizo la vida imposible a Jose Antonio. Ahora podría hacer cualquier cosa."

Alcancé al otro lado y tomé su mano, entrelazando sus dedos con los míos. "Haga lo que haga, estaremos todos unidos."

Ella tiró de nuestras manos unidos y dejó un beso en el dorso de la mía.

"¿Te he dicho ya que te quiero?" Preguntó, con la voz algo tomada.

Yo sonreí y empecé a acariciar el dorso de su mano con mi pulgar. "Sí, pero luego quisiste cotillear mi móvil y no podías ver el chat de 'el crimen perfecto', así que no le pude dar la atención que se merecía."

"¿En serio se llamaba así el chat?" Se rió.

La imité, pero no pensaba dejar pasar el tema. "Fue cosa de tu tía Clara, reina del disimulo, pero luego lo cambió."

"¿Y cómo lo llamó después...?" Empezó a preguntar.

Yo la interrumpí, antes de que mis miedos bloqueasen mis palabras. "Yo también te quiero, Luz."

Sonrió, con sus dientes perlados y los ojitos achinados y brillantes. Y la quería, la quería con todo mi corazón.

"Algo me imaginaba, pero no puedo describir lo que me gusta escucharlo." Contestó, sacudiendo un escalofrío de su cuerpo, con una sonrisa.

Sacudí la cabeza. "Voy a trabajar en la comunicación, lo prometo. Tengo mi primera cita con la psicóloga pasado mañana. Se lo he dicho a tu madre para que me deje ausentarme del servicio unas horas."

"Me parece muy bien. Creo que es algo que tienes que hacer. Pero por ti, para quitarte ese peso que llevas en los hombros, para volver a ser un poco como la persona que eras antes de que aprendieras a resguardarte de todo." Insistió. "No por mí. Si sientes que tienes que hacer esto por mi, no lo hagas, por favor." Me pidió. "Espero que no tengamos otra situación así de complicada y que si la tenemos, sepamos llevarla mejor. Pero no tienes que hacer esto por nosotras."

Se me aguaron los ojos y empezaba a pensar que esta cena había sido una idea estúpida, no estábamos probando nada, aunque estábamos tocando temas que necesitábamos tocar. "Lo hago por tí." Reconocí y le hizo fruncir el ceño. "Estando contigo me he dado cuenta de todos los problemas que tengo para relacionarme, por mi familia, por mi ex. Y también lo hago por mí." Luz volvió a llevar nuestras manos a sus labios y besar delicadamente mis nudillos. "Porque quiero ser capaz de relacionarme mejor, de estar abierta a todo lo bueno que la vida tiene que ofrecerme, sin miedos, sin vergüenzas."

Nos miramos en silencio, diciéndonos todo sin palabras lo que se sintieron segundos, pero sería una eternidad y una lágrima tonta se le escapó de los ojillos marrones y se rió. "Qué intensas somos, ¿eh?"

"Aún teníamos conversaciones pendientes, supongo." Reí. "Pero si quieres podemos dosificarlas."

Dejó un último beso en mi mano y las dejó sobre la mesa. "¿Probamos esta espuma de marisco antes de que se baje? Si sabe la mitad de bien de lo que pinta, me tienes que enseñar a hacerla."

"Claro que sí, tenemos todo el tiempo del mundo."

Ya nada volverá a ser como antesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora