Se va un amigo

557 45 2
                                    

Encontré a Paolo recogiendo sus cosas y se me rompió el corazón.

"No, Paolo no..."

Cuando terminamos la conversación sobre mi relación, mi madre me soltó la noticia de la marcha de Paolo. La seguí por los pasillos e incluso hasta su despacho mientras conseguía sonsacarle cada frase que había dicho, pero no había nada que hacer, era una renuncia inminente.

Me dejó conmocionada. Sabía que no podía estar cómodo, sabiendo cómo se sentía por mí y cómo, por más que lo hubiera intentado, yo no le correspondía. Hasta podía darme cuenta de que entre mis dudas, había jugado con él, sin tener en cuenta sus sentimientos.

Pero una vez me aclaré, pensé que todo estaba bien entre nosotros, que se iría olvidando de mi y encontraría a una chica que le quisiera como yo no fui capaz.

Entiendo que verme feliz junto a Ainhoa, dando pasos que no di junto a él, pueda ser demasiado, pero no pensé que por ello pudiera renunciar a su sueño.

Paolo y yo empezamos como ayudantes en la cocina del hotel más o menos a la vez y habíamos sido inseparables los últimos casi cuatro años. Desde el principio nos caímos muy bien y nos convertimos en el dúo de principiantes frente al resto.

Quedábamos para tomar alguna cerveza y bromeábamos, intercambiábamos recetas, yo con las técnicas pijas que aprendía en la escuela culinaria, y él las recetas tradicionales de su tierra, haciendo unos combos muy interesantes que consiguieron llamar la atención de Pepe y que nos alzaron como cocineros oficiales del equipo.

Después de algún tonteo sin importancia al principio, realmente no se convirtió en algo más regular hasta hace relativamente poco.

Era mi mejor amigo, habíamos estado juntos en las buenas y en las malas, me sentía cómoda con él y estaba bien desfogarse de vez en cuando. Pero la cosa se complicó y no supe parar a tiempo cuando me dijo que estaba enamorado. Pensé que estaría exagerando, siempre tan intenso para algunas cosas.

Verle recogiendo sus cosas, me partió el corazón.

"¿Qué puedo hacer para que no te vayas?" Le rogué, pero se mantuvo casi impasible.

"Nada. No puedes hacer nada."

"Joder tío, es que no lo entiendo." Me enfadé, aunque sabía que no era el momento y estaba dolido. "¿De verdad te molesta tanto que esté feliz con alguien?"

Él negó resignado. "No, a mi lo que me duele es que conmigo no hayas sido feliz y que no haya significado nada para ti."

"Cómo puedes decir eso." Le recriminé. "No, no es así, para mí tú eres una persona muy importante."

Él continuó. "No tanto como para haber sido novios."

"Pues porque tú has sido mucho más que eso. Paolo, tú para mí eres... Eres mi mejor amigo." Le miré a los ojos, intentando transmitirle la verdad. No podía obligar a mi corazón a sentir lo que no sentía, pero sí sentía que era una persona muy importante para mí y me partía verle partir así.

Reculó ante la intensidad. "Igual podemos serlo fuera de aquí." Fue una victoria, a medias, aceptaba no desaparecer por completo de mi vida, pero no era suficiente.

"Pues no me parece justo. Y no lo digo por mi, lo digo por ti. ¿No eres feliz en este trabajo?" Era un golpe bajo, pero no podía renunciar así como así a un puesto que se había ganado a pulso, dejando sudor y lágrimas en esta cocina, absorbiendo todo el conocimiento y técnica hasta que de ayudante pasó a uno de los mejores cocineros del equipo de Pepe, y ahora de Ainhoa.

"Sabes que sí." Se limitó a contestar.

Intenté insistir, pero me quedó regular. "Entonces por qué no te lo piensas. Que todo puede volver a ser como antes. Como antes, no... De antes."

"Déjalo, ahora la decisión está tomada." Salió de la cocina sin mirar atrás y no pude ir tras él porque los camareros empezaban a dejar comandas en el pase. Esperaba haberle dado suficiente sobre lo que pensar.

Miré a mi alrededor y no vi a Ainhoa. No recordaba haberla visto desde que volví a la cocina, pero claro, necesitaba hablar con mi mejor amigo antes de que se marchara y no me había percatado. Me tuve que tragar la tristeza y ponernos manos a la obra a sacar todos los platos.

Media hora en el servicio, llevábamos un considerable retraso, pero teníamos dos bajas inesperadas y el restaurante lleno.

Irrumpió en la cocina, tomando un delantal del perchero. "Yo me ocupo de las caprese."

"Paolo, ¿qué haces aquí?" Volvió a entrar en la cocina y quise llorar.

"Bueno, José Antonio me dijo que Ainhoa no llegaba y no podía dejarte sola."

Dije emocionada. "¿En serio?"

"Sí, tengo que hacerle honor a mi nuevo título de mejor amigo."

"¡Chicos, que Paolo se queda!" Anuncié al equipo, quienes celebraron con aplausos y gritos, mellando en la fuerza de voluntad que le quedaba.

"Por ahora, por ahora..."

Había recapacitado: se había dado cuenta de que le encantaba lo que hacía y no podía dejarlo así como así. Aprendería a verme como mejor amiga y esperaba que sus sentimientos fueran cambiando con el tiempo.

Perdonad el retraso de hoy...

Ya nada volverá a ser como antesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora