Estrategias

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Había sido una locura, tenía muchas papeletas de salir mal, pero tenía que intentarlo.

Cuando salí del despacho de Silvia, sabiendo que las cosas pintaban tan mal después de la conversación grabada de Marta con Hugo, supe que tenía que hacer algo. Lo que fuera.

No podía dejar que la familia que me había acogido pagara el pato por salvarme el culo.

José Antonio me dijo que Hugo había salido, otro miembro de mi familia elegida que se preocupaba por mi bienestar, así que aproveché para presentarme en la habitación de Asun. No podía estar tan cegada por el amor a su hijo. Vale que yo nunca le había caído bien, pero tenía que ver que las cosas entre los dos no eran normales. Le hablé de todas aquellas mentiras que todavía no sabía cómo se había podido tragar y me echó de su habitación, pero vi que había cierta sombra de duda en su mirada.

Cuando salí de allí, tras revivir todo aquello, necesitaba tomar aire. No podía volver a la cocina, en esta situación solo me agobiarían más, así que salí del hotel. No contaba con que Hugo volvería tan pronto de dondequiera que hubiera ido.

Volvió a amenazarme, a chantajearme, a intentar manipularme. Podía encontrar algo de miedo, pero jamás, JAMÁS volvería con él. Fui egoísta, pero tampoco Marta había arriesgado tanto para que yo ahora volviese con él por protegerla. Encontraríamos otra forma.

Me apretó las muñecas, los antebrazos, tan fuerte que probablemente me salieran marcas, me zarandeó. Pero sé que le hice más daño diciéndole que no le quería, un ataque al corazón y sobre todo su ego. Cómo iba a querer a semejante monstruo.

Se marchó y me quedé encogida, haciendo recapitulación de los daños sufridos, esperando que no volviera y que todo esto fuera suficiente.

"Mi amor..." No esperaba una voz tan cerca. No esperaba una voz, la verdad. Me sobresalté inconscientemente, pero solo se trataba de Luz. Había salido a buscarnos cuando habían terminado en la cocina. "¿Estás bien?"

Miré a ambos lados, lo último que necesitaba era que Hugo volviera a aparecer. Tendríamos que pincharle el móvil, así sabríamos su ubicación GPS en todo momento y no nos asustaría. Quizás deberíamos preguntarle al amigo hacker de Martínez... "Te espero en el almacén."

Me aguanté las ganas de abrazarme a ella y me fui de allí. Sería mejor reunirnos en un sitio donde supiéramos que no iba a llegar, que estaríamos solas.

Atravesé rápidamente el recibidor, haciendo un saludo rápido a José Antonio con la mano, que parecía querer decirme algo, pero no le di pie. Atravesé la cocina, donde ya no quedaba nadie, y me metí en el almacén, cerrando la puerta tras de mí, empezando a pasear de un lado a otro, mordiéndome las uñas.

De repente la puerta se abrió y la cabecilla de Luz, cubierta por su gorilla azul, apareció por la ranura. "¿Ainhoa?"

Me acerqué y tiré de ella hasta que hubo entrado completamente en el almacén y me encargué de cerrar la puerta, aunque estaba segura de que nadie nos molestaría aquí. Después, me tiré a sus brazos y me refugié en su cuello.

La sorprendí, pero tras unos segundos sus brazos me rodearon, fuertes, seguros. "¿Estás bien?" Me susurró.

"Ahora sí." Suspiré.

Su mano empezó a recorrer mi espalda, haciendo pequeños círculos que me relajaban. "¿Ha vuelto a amenazarte?" Me preguntó bajito. "He salido corriendo porque José Antonio y yo le hemos visto entrar al hotel bastante enfadado."

"¿Te ha visto?" Salí de mi refugio para preguntarle, comprobando por mí misma que estaba en perfecto estado.

Ella negó con la cabeza. "No. Me escondí tras la recepción." Esbozó una pequeña sonrisa triste, enmarcando mis mejillas con sus manos en una caricia. Cerré los ojos para disfrutar de la sensación. "¿Qué ha pasado, Ainhoa? ¿Por qué estabas allí fuera, sola? Ya sé que no es divertido tener a alguien siendo tu sombra a todas horas, pero hasta que consigamos que se vaya..."

"Se me ocurrió una idea y después... necesitaba aire." Intenté explicar.

Abrió los ojos como platos y soltó de carrerilla. "Mi amor, ¿por qué suena como una idea horrible y que deberíamos comentarle a mi padre?"

"No es peor que Hugo grabando a tu tía Marta confesando que no le atacó y simplemente le empujó." Me froté la cara, habían pasado muchas cosas hoy.

Sacudió la cabeza, aún con los ojos como platos. "¿¡Qué!?"

"Sí. Estamos jodidas." Le confirmé. "Así que se me ocurrió ir a hablar con Asun, intentar convencerla de cómo es su hijo en realidad. Recordar algunos... 'accidentes' que tuve a su alrededor." Suspiré. "No sé si dará resultado, pero después de eso, necesitaba salir."

Luz hinchó los mofletes y lo consideró. "Sí, supongo que sí." Asintió finalmente. "¿Pero te ha pillado sola otra vez?"

"Sí." Frunció el ceño, preocupada. "Me ha dicho que si volvía con él, se olvidaría del audio. Lo dejaría estar."

Su gesto se endureció. "Le habrás dicho que no, ¿no? Ainhoa, no puedes hacerte eso."

"No. Le he dicho que no volvería con él ni muerta." Se abalanzó sobre mí y me apretó tanto que casi me corta la respiración. "¿Luz?"

Ahora fui yo quien tardó en rodearla, pero no me esperaba su efusividad. "Temía que quisieras pasar por eso otra vez para salvar a mi tía."

"Vaya. Siento haber sido egoísta." Medio bromeé.

Ella me pellizcó el lateral. "No digas tonterías. Me alegro tanto que mires por ti misma."

"No te veo muy preocupada por tu tía." Comenté.

Se encogió de hombros. "Tengo esperanza en que algo se nos ocurrirá."

"Mañana Hugo irá al cuartel a enseñar ese audio."

Respiró hondo. "Vamos a hacer una cosa. José Antonio me ha dicho que hay pocas reservas para esta noche y ya tenemos varias preparaciones adelantadas. ¿Por qué no nos vamos y pensamos en la próxima estrategia mientras te pones algo de hielo en las muñecas?"

Me miré las manos y pude comprobar que no dejaba de pasar los dedos por ellas, acariciando la piel irritada, delatando lo ocurrido.

"Cómo me voy a ir, Luz, si queda el servicio de cenas." Rezongué. "Además, entre unas cosas y otras, hoy no he trabajado nada."

"Pero te han pasado cosas suficientes últimamente como para elegir el motivo por el que te conceden la baja. Venga, hablo con Paolo, que de verdad va a ser un servicio fácil. Otro día se lo compensas." Luz se rió. "Y además si le haces la cena a mi padre, sabes que le haces feliz."

"¿Seguro que a Paolo no le importará?" Luz asintió con una sonrisa, sabiendo que ya casi me tenía. "En cuanto a la cena, eso sí puedo hacerlo, que además me están acogiendo otra vez..."

Volvió a reírse, mientras tiraba de mí. "Anda, no seas tonta, si fueron ellos los primeros en proponerlo. Venga, vamos a casa."

Ya nada volverá a ser como antesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora