Fobias

554 61 19
                                    

Cuando Luz salió del interrogatorio, vino a buscarme a mi habitación, donde yo recogía y miraba hasta el último rincón para asegurarme de que no salía ningún bicho por ningún sitio.

"¿Ya han terminado los interrogatorios?" Pregunté distraída, volviendo a observar una sombra sospechosa tras el mueble de la televisión.

Me arrodillé con cautela y lo enfoqué con la linterna del móvil, pero solo se trataba de un tapón de una botella de agua que se había quedado pillado tras la pata del mueble con un poco de pelusa. Lo cogí para tirarlo y que no me volviera a producir un infarto y me puse de nuevo de pie, cuando sentí unos dedos a ambos lados. "¡Ay, que te pica!"

"¡Luz!" Exclamé sin poder evitarlo y ella se echó a reír. "Eres tontísima."

Ella continuaba descojonada. "Ay, por favor, Ainhoa. Que no es para tanto..."

"Ya te digo que como me encuentre un solo bicho..." Me dió un escalofrío. "Me da algo. No me sacas de tu casa." Amenacé.

Ella se dejó caer sobre la cama, quedando sentada. "Pues tampoco me parece mala idea..." Respondió con una sonrisa tontorrona.

"No sé si a tu padre le haría tanta gracia." No me iba a dejar engatusar tan fácil, pero no podía negar que a mí también me gustaba la idea a pesar de haber establecido hace poco que igual era pronto.

Su gesto cambió de guasa a algo de preocupación. "¿Te ha dicho algo en el interrogatorio?"

"No... Es solo una sensación. No sé, igual no le ha gustado saber que yo estaba en su casa sin su consentimiento o algo."

Ella sacudió la cabeza. "A lo mejor le ha pillado desprevenido por la investigación, pero no creo que le importe. A mí me ha dicho en medio del interrogatorio que nunca me había visto así de enamorada."

Vi su sonrisa de lado y me mordí el labio inferior. Yo estaba completamente loca por ella.

"Tú le conoces más." Me encogí de hombros. Pasé al baño a tirar el tapón peludo y lavarme las manos rápidamente y me dejé caer en la cama a su lado, buscando su contacto. "¿Y ahora qué?"

Ella resopló. "Pues si no podemos salir del hotel hasta que no terminen... ¿tú tienes cuenta en InfoJobs?"

Llevábamos un rato buscando en internet ofertas de trabajo y solo habíamos logrado frustrarnos. Los trabajos de hostelería que se ofrecían era una auténtica basura: muchísimas horas por dos duros, cotizando la mitad de horas. Una esclavitud.

Estábamos sopesando la idea loca que le conté a Luz, de hablar con Julio para ampliar el negocio del Chelsea, cuando tocaron a la puerta.

Me acerqué a abrir y allí estaba el sargento.

O al menos supuse que venía en calidad de sargento.

"Hola, Ainhoa." Me saludó cortés. "Imagino que está aquí mi hija también."

Me eché a un lado para permitirle pasar. "Sí, sí. Pasa. Estábamos viendo a qué nos íbamos a dedicar a partir de ahora, que con todo esto no hemos podido ir a apuntarnos al paro."

"Eso está bien." Dijo accediendo a la invitación. Yo cerré la puerta tras de él. "No os quitaré mucho tiempo, que tengo que volver al cuartel con el reporte de la investigación."

Luz levantó la vista del portátil, donde seguía frustrándose viendo ofertas de esclavitud. "Papá. ¿Ya sabéis quién ha sido?"

"Eh, sí, bueno, eso venía a deciros. Ya hemos terminado la investigación y podéis hacer vida normal. Gracias por colaborar y eso."

Luz se levantó, aunque tampoco es que impusiera mucho de pie. "Pero papá, no pensarás dejarnos así, ¿no? ¿Quién ha sido?"

"Bueno, no hay indicios que seguir, así que no podemos acusar a nadie oficialmente." Echó balones fuera y yo le conocía desde hace poco, pero se me hacía que escondía algo.

Su hija también lo notó y no lo iba a dejar pasar. "Oficialmente, ya. ¿Y extraoficialmente?"

"No sé qué quieres que te diga, hija." Sacudió la cabeza.

Se empeñó en buscarle la mirada que trataba de evitarle. "Papá..."

"Paolo. Ha sido Paolo." Dijo entre dientes. No me lo podía creer, me llevé la mano a la boca del asombro. Luz se volvió a dejar caer de culo sobre la cama. "Pero cómo alguien se entere de esto, todo el paripé del otro día y el examen de nacionalidad se va al garete. Así que, aquí nadie sabe nada, porque no sabemos nada y yo no he estado aquí ni os he dicho nada, ¿estamos?"

Hice el gesto de cerrarme la boca con cremallera y Luz estaba demasiado en shock para contestar algo.

"Una cosa, ya que está todo aclarado y eso, ¿por qué no venís a cenar a casa? Hacemos una cena familiar como dios manda y no sólo os apuntáis a fiestas del pijama en mitad de la noche. Ojo." Aclaró. "Que no es que a mí me importe, que yo soy abierto, muy abierto..."

Luz reaccionó entonces, buscándome con la mirada. "No sé yo, eh. Que las veces que lo hemos intentado, ha salido todo horriblemente mal."

"Pero ahora estáis bien, ¿no?" Le preguntó y luego se giró para preguntarme a mi. "¿No, Ainhoa?"

Yo no podía dejar de contestarle. "Sí, sí." Miré a Luz que seguía callada y tuve que cerciorarme. "Sí, ¿no?"

"Que sí, claro que sí. Es que estaba flipando con el giro que ha metido aquí mi padre a la conversación."

Su padre no se dio por aludido e insistió. "¿Entonces? ¿Se lo digo a Silvia? Aunque claro, nosotros igual llegamos un poco tarde, después de salir de trabajar. Pero no pasa nada, apañamos cualquier cosa en un momento."

"Bueno, nosotras quizás podríamos..." Comencé a decir y Luz abrió los ojos como platos.

Se levantó como un resorte de la cama y abrió la puerta de la habitación. "Venga, deja de echarle morro al asunto y tira para el cuartel."

"Si a Ainhoa no le importa, hija. Entonces, ¿venís o no?" Javier salió por la puerta, ayudado por los pequeños empujones de Luz.

Le dio un último empujón. "Ya veremos."

Cerró la puerta detrás de él y apoyó la frente sobre ella. "Vaya humos tiene esta niña..." Se escuchó que decía al otro lado.

Sabéis que adoro a Javi, ¿no?

Ya nada volverá a ser como antesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora