Según Luz llegó al servicio con su chaquetilla azul, supe que algo iba mal. Busqué su mirada y logré sacarle una sonrisa, pero no le terminaba de llegar a los ojos: algo había pasado desde que se había ido de mi habitación esa mañana llena de energía, a pesar de las pocas horas de sueño, hasta ahora.
Me preguntaba si sus padres le habían dicho algo por pasar la noche conmigo. Sobre todo su madre estaba pesadita con el tema y con que íbamos muy rápido, pero no me lo esperaba de Javier.
Verla así de cansada, derrotada, distraída y alicaída, hacía que yo fuera un manojo de nervios, y en un servicio como el de hoy, con una preboda entre manos, era una receta para el desastre.
Paolo observaba a su amiga al igual que yo y cuando nuestras miradas coincidieron, no supe responder a la pregunta silenciosa que hacía. Me encogí de hombros.
"Luz, vamos a comprar, me acabo de dar cuenta de que no tenemos... suficiente anís para el postre." Le ordené.
Ella dejó las pinzas de quitarle las espinas a la pieza de salmón para el tartar y me miró extrañada. "Pero si compramos una bolsa hace nada."
"Sí, pero estuve practicando la crema pastelera con anís y pues ya casi no hay." Me echó un cable Paolo y aproveché para tirar de su brazo y sacarla de allí un momento.
La guié entre los invitados que se agolpaban en recepción hasta ser acompañados a sus habitaciones y la saqué fuera del hotel.
"Pero Ainhoa, que aunque haga falta anís no creo que sea necesario que vayamos dos a comprar..." Relataba.
Me paré ya me la calle, donde estábamos más solas y tranquilas. Me quité la gorrilla en un gesto nervioso. "Que no hace falta anís. Que Paolo y yo estábamos preocupados por ti. ¿Qué ha pasado?"
"Mi abuelo." Suspiró y vi como sus hombros se hundían más de lo que pensaba que era posible. "Se ha vuelto a ir del país. Desde que fingió su muerte no ha pensado en nosotros ni treinta segundos. Vamos, yo ni le he visto desde que ha vuelto y Jon... pues porque estaba en el cumpleaños de mi abuela cuando se presentó de repente, sino tampoco."
Me acerqué a ella, frotándole los brazos, ofreciéndole todo mi apoyo. Si me topara con ese señor, juro que se enteraba. "Lo siento mucho, Luz. Sé que para ti era una persona muy importante."
"No sólo me duele por mí, es que desde que ha vuelto veo a Jon defraudado y muy enfadado, y sé que él no es así." Me miró derrotada y solo podía abrazarla.
Su hermano era un pedazo de pan, no entendía cómo su abuelo podía ser un hombre tan egoísta. Solo me cabía en la cabeza que Luz y Jon hubieran salido a su padre (por ahora Silvia no me había dejado conocerla tanto) porque lo que era a ese hombre... "No es culpa vuestra. Es él quien no os merece."
La abracé hasta que noté que se tranquilizaba y volvía a suspirar.
"Ya sé que tenemos un lío de día." Empecé a preparar mi argumento. "Pero es que no puedes trabajar así, cansada, y todo por culpa de tu abuelo que es que... perdón." Reculé, intentando no caer en el insulto, difícil con la rabia que me daba lo que les estaba haciendo sentir.
Ella le quitó hierro al asunto. "No, si no pasa nada."
"Lo siento, pero es que estoy harta de que los HOMBRES intenten amargarnos la vida." Me salió del alma, al final los hombres de mi vida no me habían aportado nunca nada positivo.
"Ya, ya lo sé, Ainhoa, pero de verdad que no pasa nada. Mira, al contrario, me gusta que te preocupes por mí." Sonrió a pesar de todo. "Así que no insistas más porque no me voy a ir a casa, ¿eh?"
Había pillado mis intenciones, pero no me iba a echar atrás. "¿Por qué?"
"Pues porque no. Mira, lo primero porque hay un jaleo en la cocina con lo de la preboda, no os quiero dejar solos."
No podia discutirle lo primero, porque teníamos muchísimo trabajo por delante y lo sabía perfectamente. "¿Y lo segundo?"
"Lo segundo... pues porque quiero estar cerca de ti." Sabía qué botones tocar la aduladora y no me podía resistir. "De hecho, me muero por darte un beso."
Yo estaba echando en falta sus labios desde el momento en que salió de mi habitación. "Ah, ¿y qué te lo impide?"
"Pues también es verdad..." Sonrió, acercándose a mí y girando de mis mejillas para ponernos a la misma altura. Sus besos eran como volver a casa y disfrutaba tanto de poder besarla sin tener que esconderme de nada ni nadie. Bueno, quizás solo un poco de contención en la cocina, que estábamos con el equipo y teníamos que trabajar, pero por lo demás...
De verdad que no quería que terminara, pero me abordó el sentido de la responsabilidad. "Tenemos que volver ahí adentro, es que si no a Paolo le va a dar un colapso."
"Sí, es verdad." Respondió diligente y se giró para volver al restaurante.
"Espera Luz, un momento." Yo no me pude resistir y tiré de ella para poder besarle al menos una vez más antes de volver al trabajo.
![](https://img.wattpad.com/cover/345677449-288-k298228.jpg)
ESTÁS LEYENDO
Ya nada volverá a ser como antes
Fiksi PenggemarAlgo ha cambiado en Luz desde la llegada de Ainhoa al Hotel La Sierra. Una realización que le ha pillado de sorpresa y para la que solo tiene una certeza: ya nada volverá a ser como antes. Un recuento desde la perspectivas personales de las chicas d...