Estábamos todavía fuera, charlando, haciendo planes para un futuro tranquilo que no sabíamos cuando se daría, y bromeando, cuando llegó el sargento. Nos saludó y entró a pedir, mientras llegaban Marta y Clara.
"¿De verdad que no te quieres quedar?"
Ella sacudió la cabeza. "Que no, que habéis quedado vosotros. Ya me contarás lo que haya que contar."
"¿Estás segura? Que no les va a importar..." Insistí, no queriendo separarme de ella. Había salido antes del hotel para poder pensar en solitario, sin todo el bullicio de la cocina, pero no había sido hasta que me había encontrado Luz allí, que mi mente se había sosegado lo suficiente para ver las cosas claras.
Ella sonrió. "Es una cosa vuestra. No es necesario que yo esté ahí. Yo te espero en casa, ¿vale? Que hoy me toca a mí hacer la cena."
"Vale..." Rezongué. Se puso de puntillas, me besó para despedirse y no hubo más que hablar. "Te prometo que no llegaré tarde."
Ella se encogió de hombros. "Mientras estés bien, no te preocupes. Si llegas tarde, te espero en la cama."
Observaba cómo se iba con una sonrisa bobalicona, cuando apareció Marta y me asustó. "Oye, qué es esto de mirarle el culo de esa forma a mi sobrina."
"Es obvio que tiene buen culo." Afirmé retándola con una ceja, no me iba a amedrentar con ella. "Pero la verdad es que ahora mismo no me fijaba en él. Más bien en la suerte que tengo de estar con ella." Continué viendo cómo desaparecía de la plaza. Era preciosa por dentro y por fuera y me cuidaba como nadie, permitiéndome ser yo misma, independiente a ella.
Marta hizo una mueca cómica, que casi me pierdo en mi ensimismamiento. "Qué monas sois, qué asco dais." Me reí, no podía hacer otra cosa y por fin le presté atención. "¿Sabes algo de Javi y Clara?"
"Javier ya está dentro pidiendo y la tercera del crimen perfecto no sé dónde está..." Comenté.
Marta miró de un lado a otro, pero Clara no estaba por ningún sitio. "Pues vamos entrando, ¿no? A ver qué ha dicho García..."
Asentí y me levanté del taburete donde me había quedado recostada. Yo también me moría de ganas por salir de dudas. Iba a preguntarle qué tal el día y demás cuando alguien corriendo a nuestras espaldas nos sorprendió. "Chicas... esperad..."
Nos dimos la vuelta y efectivamente ahí estaba Clara. Llegó a nuestra altura y se paró abruptamente, con el pelo destartalado y el bolso colgando hasta el suelo. "Estás baja de forma tú, ¿eh?" Chinchó Marta. No me aburría nunca con estas dos, aunque estuviéramos en apuros. "No había necesidad de este sprint."
"Es que... me han entretenido las tías... Y no quería llegar tarde."
Ayudé a recoger su bolso descolgado, mientras ella se recolocaba la ropa y el pelo. "Bueno, mujer, tampoco llegas tarde al juicio."
"No bromees con eso, Marta. Que como lleguemos a juicio..."
Sacudí la cabeza, no quería ni pensarlo. "Venga, vamos para dentro, que el juicio por llegar tarde sí lo vamos a perder."
"Qué exagerada, si no habíamos quedado a una hora concreta." Rezongó Clara, mientras yo sabiamente me mantenía en silencio.
"Entonces, ¿por qué corrías?"
Se encogió de hombros. "Para no enterarme la última."
Javier había ocupado una mesa alejada de la barra y bebía de su jarra de cerveza. Nos acercamos a la barra a pedir y rápidamente nos sentamos a su alrededor.
La primera sorpresa fue que el audio había desaparecido.
"Hugo insistía una y otra vez en su versión, pero sin poder demostrar nada. Entonces el teniente García terminó cansándose y le dijo que era su palabra contra la vuestra y que lo lógico era pensar que había sido un accidente." Sentenció Javier.
Después de todo, nos costaba creerlo, así que lo tuvo que confirmar de nuevo. "Entonces, para el teniente García, este caso está cerrado."
Habíamos ganado, pero era difícil sentir que habíamos ganado cuando seguía aquí, en el pueblo. Al menos ya nos pillaría en un audio confesando.
Marta propuso un brindis y juntamos nuestros vasos, porque por una vez habían ganado los justos.
"Hugo no se va a rendir." De verdad que no quería aguarle a nadie la fiesta, pero sentía que era verdad.
Javier apoyó la jarra sobre la mesa con un golpe seco y me buscó la mirada. "Pues si Hugo no se va a rendir, nosotros tampoco. Y que sepas que en este pueblo tú no vas a estar sola. Nunca." Aunque habían demostrado estar ahí para mí durante todos estos días, no pude evitar emocionarme al escucharle afirmarlo de forma tan categórica. "Y si tiene alguna vez agallas de acercarse a ti, que sepa que se va a encontrar conmigo."
"Y conmigo." Le secundó Clara.
Marta no se iba a quedar atrás. "Y conmigo... Otra vez." Añadió haciendo que entre mi emoción, me diera la risa.
Había llegado a Vera buscando un refugio en el que lamerme las heridas y había encontrado un hogar y una familia que me quería y me aceptaba tal y como soy. No podía estar más feliz.
"Bueno, chicas. Me tengo que ir, que Silvia me estará esperando. No le he dicho nada del teniente." Se disculpó Javier. "¿Te vienes, Ainhoa?"
Asentí y Clara apuró su bebida. "Sí, yo también debería irme ya."
"Pues nada, nos vamos todos." Refunfuñó Marta. "Qué aburridos sois." Pero terminó con una sonrisa tonta hacia su cuñado. Después de tantos años, la relación de Javier y Silvia era sólida y se querían tanto como el primer día. Yo aspiraba a tener una relación así con Luz.
Luz, que tampoco sabía nada de lo ocurrido. Que me esperaba en su casa con los brazos abiertos una noche más. Casi que agradecía que el cabrón de mi ex todavía no se hubiera ido todavía del pueblo, porque me daba la excusa perfecta para acabar los días junto a ella. En la cama de la habitación de la casa de sus padres, con ellos al otro lado del pasillo. Bueno, por algo el casi.
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Ya nada volverá a ser como antes
ФанфикAlgo ha cambiado en Luz desde la llegada de Ainhoa al Hotel La Sierra. Una realización que le ha pillado de sorpresa y para la que solo tiene una certeza: ya nada volverá a ser como antes. Un recuento desde la perspectivas personales de las chicas d...