¿Estoy a punto de quedarme sin capis de ventaja? Sí. ¿Que no la quería dejar así hasta mañana? También
Mi madre se había ofrecido a llevarme a casa y traerme de vuelta. Así tardaría menos y dejaría menos tiempo sola a Ainhoa.
Estaba preocupada, porque la madre de Hugo había conseguido hacer una reserva y ahora se hospedaban en el hotel sin que pudiéramos echarles, porque habían pagado por adelantado, y el recepcionista de turno no la había reconocido. Y había vuelto a amenazar a Ainhoa. Pero al menos él todavía no recordaba nada.
Había estado intercambiando mensajes con ella casi todo el tiempo, mientras que hacía una mochila con ropa interior y algunos esenciales, y ahora nos dirigíamos de vuelta al hotel.
"Mamá, ¿te importa parar un momento en la pizzería y pillo una para cenar? Así no tenemos que salir de la habitación."
Ella asintió. "Vale, cariño, pero sigo sin entender por qué Ainhoa no se viene a casa hasta que Hugo se largue de aquí. Así no tendríais que estar escondidas en su habitación por miedo a cruzároslo."
"Pero Ainhoa no quiere sentir que vuelve a controlarla, a echarla de su hogar por miedo. Por eso insiste en quedarse allí. Yo también se lo he dicho, muchas veces, te lo aseguro. Pero nada. Y yo no la pienso dejar sola."
Ella resopló. "En eso igual puedo darle la razón. Pero seguiría estando más cómoda si estuvierais las dos en casa. Sabes de sobra que a papá y a mí no nos importa. Que, por cierto, papá está un poco mosca, sabe que le ocultamos algo."
"Mamá, pero es que la última vez se puso tan nervioso con todo que le dio un apechusque. Además, que Hugo no recuerda nada, no va a pasar nada. Solo tenemos que conseguir que se largue de aquí y con un poquito de suerte, que le dé el divorcio a Ainhoa."
Ella negó con la cabeza. "¿De verdad crees que va a ser tan fácil?"
"No lo sé, la verdad. Pero ahora mismo solo puedo preocuparme de una cosa a la vez. Voy a llamar a Ainhoa, que la última vez que cogí una pizza no nos la comimos y no sé si será una de esas personas a las que le gusta la piña en la pizza."
Cogí el teléfono, cortando así la conversación con mi madre, porque sinceramente no tenía ningún plan para hacer que Hugo nos dejara en paz. Y, por otro lado, a mi tampoco me gustaba ocultarle información a mi padre, pero no podía permitir que le pasara algo otra vez.
Los tonos sonaron y sonaron, y de repente se cortó. "Mamá, no me coge."
"Igual está en la ducha o algo y no lo oye." Intentó buscar la explicación más razonable.
Lo intenté de nuevo y me saltó directamente el buzon. "Mamá, está apagado." Me puse muy nerviosa, removiéndome en el asiento. "Tengo un mal presentimiento, por favor, llévame al hotel ya."
"Vale, vale, tranquila, por favor."
Salté del coche casi en marcha cuando llegamos y subí rápidamente a su habitación. No era excesivamente tarde, pero los pasillos estaban vacíos. Llegué por fin a su puerta y pasé la tarjeta por el sensor. Inspiré hondo para parecer relajada, aunque estaba muy nerviosa, no quería que me tomara por loca si realmente no había pasado nada. "Mi amor, ya estoy aquí." Anuncié intentando sonar ligera. "¿...Ainhoa?"
Ainhoa estaba sentada al lado de la puerta, su cabeza enterrada en sus rodillas y sus brazos protegiéndola. Cuando me escuchó, la escuché sollozar y se giró, la cara descompuesta.
Tiré la mochila que había preparado al suelo y me acerqué a ella despacio. No sabía si mi contacto sería contraproducente, pero al llegar a su alcance, se aferró a mi, así que la abracé tan fuerte como pude.
"Ainhoa, ¿qué ha pasado? ¿Estás bien?" Ella sollozaba y yo no podía hacer otra cosa que sostenerla en mi brazos y peinar su cabello hacia atrás, revisando que estuviera intacta. Me angustiaba verla en ese estado, me temía lo peor y mi mirada se nublaba. "Por favor, Ainhoa, dime qué ha pasado."
Ella sacudió la cabeza, tratando de cortar el sollozo. "Ha estado aquí."
"¿Te ha puesto la mano encima?" Sentí que negaba con la cabeza, mientras se quitaba la congoja para responder con voz. Eso me consolaba muy poco, porque qué habría dicho el miserable para dejarla así...
Se escuchó unos golpes en la puerta y Ainhoa volvió a aferrarse a mi con fuerza, susurrando histéricamente. "No, no, no, por favor, no abras, por favor. No sé qué puede hacer si te ve conmigo. No, no, no."
"¿Chicas? Soy yo. ¿Está todo bien?" Escuché la voz de mi madre tras la puerta.
Sujeté a Ainhoa, que estaba en tal estado de alteración que no había escuchado nada y le sujeté la cara. "Mi amor, está bien, es mi madre."
"¿Chicas? ¿Estáis... ocupadas?" La escuché preguntar. Y ojalá, ojalá fuera eso.
Alcé las cejas en una pregunta y ella asintió. Dejé un beso en su mejilla antes de ponerme en pie y dirigirme a la puerta. Abrí una rendija y mi madre se aceleró. "Cariño, es que me habías dejado preocupada, he dejado el coche con los warning en la puerta y..." Pude ver cómo se fruncía su ceño según se fijaba en mi gesto, pero le era difícil cortar la verborrea. "¿Qué ha pasado?"
Empujó la puerta y se coló en la habitación, aunque yo tampoco puse mucho impedimento. Ainhoa se había puesto en pie e intentaba limpiarse las lágrimas con las mangas de la camisa de pijama, pero seguían cayendo por sus mejillas.
Mi madre se abalanzó sobre ella y la engulló en un abrazo, donde se volvió a romper y yo me rompí allí, de pie junto a la puerta. "Ya está, ya está..." Se separó de ella y tomó su cara, limpiando con cuidado sus mejillas con las yemas de sus dedos. "Haz una bolsa. Venga, te ayudamos. No vas a estar aquí ni un minuto más. Te vienes a casa hasta que ese malnacido desaparezca." Se giró hacia mi, mordiéndose el labio al verme también llorando. Sus propias lágrimas amenazaban con salir. "Mañana se lo contamos todo a tu padre. Tenemos que hacer algo."
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Ya nada volverá a ser como antes
ФанфикAlgo ha cambiado en Luz desde la llegada de Ainhoa al Hotel La Sierra. Una realización que le ha pillado de sorpresa y para la que solo tiene una certeza: ya nada volverá a ser como antes. Un recuento desde la perspectivas personales de las chicas d...