Interrogatorios

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Hasta que llegué a Vera no había sido interrogada nunca por la policía. Vamos, es que ni siquiera me habían parado en un control de tráfico ni me habían puesto una multa. Y, sin embargo, aquí ya he perdido la cuenta de las veces que he pasado por un interrogatorio.

Para ser un pueblo pequeño, no dejan de pasar cosas aquí.

Habíamos desayunado algo rápido y pasado por mi habitación para asegurarme de que todas mis cosas estaban bien tras la plaga y la fumigación, cambiarme de ropa y llegar para los interrogatorios.

Esta vez no tenía absolutamente nada que esconder y la actitud de Javier en modo sargento me hacía mucha gracia.

"Motivos tenía y ganas también, pero yo no lo hice." Contesté tranquilamente cuando me preguntaron si había sido yo quien había metido los bichos en el hotel.

El sargento cambió de tercio en el interrogatorio y atacó por otro lado. "Tú ya no eres trabajadora del hotel, ¿por qué sigues viviendo aquí?"

"Ya, es que... llevas mucho sin buscar piso, ¿verdad?" Me reí. "Los alquileres son o una basura o un abuso y no me puedo permitir un piso yo sola."

Esta vez Martínez tomó las riendas y me preguntó lo mismo de otro modo. "Podría, sí, pero no. Porque yo esta vez no he hecho nada."

"Entonces, ¿tienes coartada para esta noche? ¿Estabas sola en tu habitación en el hotel?" Preguntó el sargento.

Negué con la cabeza y me aguanté la sonrisa. "No, sargento. Acompañé a Luz a casa después de tomar algo en el Chelsea y dar un paseo por el pueblo y me pidió que me quedara a dormir." La cara de Javier era un poema. "Era tarde y Luz dijo que no os importaría." Aclaré.

"¿Tu coartada es que estabas en casa del sargento?" Intervino Martínez.

Yo estaba más preocupada porque no sabía si al sargento le importaba o no. "Eeeh, sí."

"¿A qué hora salisteis del Chelsea?" Finalmente preguntó.

Pero la pregunta no me aclaraba mis dudas. Yo me limité a contestar. "Pues sobre las 11.30h, serían."

"¿Estuvisteis con alguien?"

"Con Fina, la ayudante del alcalde, y José Antonio. Ellos se fueron y nosotras nos fuimos poco después. Nos despedimos de Julio y fuimos a dar un paseo."

Asintió para él solo antes de continuar. "Durante el paseo, estabais solas. ¿Alguien puede confirmar que os vio?"

Fruncí el ceño, intentando hacer memoria. "Luz saludó a alguien que estaba sacando al perro al pasar. Yo no lo conocía."

"Vale. ¿Y a qué hora llegasteis a casa?"

"Serían más de las 12h. Dimos un paseo largo y estuvimos charlando, no miramos la hora. Cuando subimos estaba todo apagado y no queríamos hacer ruido."

"¿Os fuisteis a la cama sin cenar?" Preguntó alarmado y casi me río.

Negué con la cabeza. "Luz hizo un par de tazas de chocolate y nos las tomamos en su habitación con unas galletas. Se le antojaron a ella."

"Uy, mi sargento, usted dice que Luz solo tiene mono de chocolate cuando está en esos días."

Yo así no podía. Me pasé la mano por la cara para ocultar mi expresión de incredulidad y la gracia que me hacía este pequeño esperpento. "¿Y ya está? ¿No salisteis para nada?"

"No, nos pusimos el pijama y estuvimos hablando un rato más hasta que nos dio sueño y nos quedamos dormidas." Decidí que no necesitaba saber que pijama, pijama, poco, ropa interior y piel con piel. "Esta mañana metimos las tazas de esta noche y las del desayuno en el lavavajillas y lo dejamos puesto antes de venir para el hotel."

Él asintió de nuevo en sus pensamientos. "Muy bien. Tenéis mucha comunicación, eso está bien."

Sonreí un poco y vi que se movían sus labios bajo el bigote. "Martínez, llama a Luz. Quédate por el hotel, Ainhoa, por favor."

***

"Tenemos un problema: Andrés sospecha de ti." Me anunció mi padre nada más empezar el interrogatorio.

Me entró la risa. Como no. "Pues que sospeche."

"No empieces con bravuconerías, niña, por favor te lo pido." Me regañó. El modo sargento no le salía conmigo.

No sé qué pretendía el que fuera mi tío. "Qué, qué va a hacer Andrés, ¿me va a contratar para volver a echarme? Papá, por favor."

Martínez empezó a echar cuenta de las consecuencias económicas que podría tener, porque a penas de cárcel esta tontería no alcanzaba, y pese a que tenía algún ahorro, lo tendrían que pagar mis padres.

"Te juro que yo no he hecho nada." Le dije.

Mi padre me examinó en silencio. No creía que pensase que yo tenía nada que ver con esto, pero tenía que hacer su trabajo. "¿Dónde estuviste anoche?"

"Supongo que ya te lo ha contado Ainhoa." Le contesté señalando el cuaderno donde tomaba notas.

Mi padre tapó con las manos el cuaderno. "Pues veamos si tenéis la misma versión."

"Estuvimos tomando algo en el Chelsea con Fina y José Antonio, contando batallitas para intentar animarnos." Me crucé de brazos y empecé a relatar, mirando al techo. No quería que se pensase que intentaba copiar la declaración de Ainhoa.

Él empezó a tomar nota. "¿Hasta qué hora?"

"Las once y media, doce menos algo. Fina se fue porque tenía que trabajar al día siguiente y José Antonio tenía ganas de estar solo un rato. Nosotras nos terminamos los refrescos y nos fuimos a dar un paseo."

Mi padre asintió y Martínez miraba las notas que tomaba e intentaba imitarle. "¿No bebiste alcohol?"

"Papá, ¿y eso qué tiene que ver con esto?"

Se encogió de hombros. "Tiene que ver, hija, tiene que ver."

"No. No quería ahogar mis penas en alcohol. Y menos delante de Ainhoa, no quería hacerla pasar por eso." Resoplé.

Mi padre tendió la mano por encima de la mesa y me acarició la mía, que agarraba mi codo en el cruce de brazos. "Muy bien, hija mía." Sonreí, destensándome un poco. "Entonces..." Prosiguió como si nada. "Fuisteis a dar un paseo, ¿solas? ¿Os cruzasteis con alguien?"

"No sé, no... ah, sí, Alfredo, el de la Paqui, estaba sacando al perro en el parque de detrás de la iglesia. Le dije adiós."

"¿Y a qué hora llegasteis a casa?" Continuó.

Hice memoria. "Eran como las 12.30h. No quería que Ainhoa se diera el paseo de vuelta al hotel sola y tan de noche y la verdad, me apetecía que me abrazara hasta que me durmiera, así que le pedí que se quedara."

Mi padre sonrió. "No te había visto nunca así de enamorada, hija" Supongo que me ruboricé y no sabía qué decir más que... sí, nunca me había sentido así antes. Él sacudió la cabeza y volvió a la carga. "¿Estábamos ya todos dormidos? No hicisteis ruido en la cocina."

"Calenté leche e hice unas tazas de chocolate con galletas para cenar mientras ella se ponía cómoda y solo salimos de la habitación para ir al baño."

Él negó con la cabeza. "Luego me dais la tabarra con la comida saludable y cenas esa guarrería."

"Va, papá, que solo es un día, que tenía antojo..."

Él resopló. "Ya, y ya me imagino por qué... Venga, tira para fuera. No os vayáis todavía, por si tenemos que preguntaros algo más."

Ya nada volverá a ser como antesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora