El beso

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Ya sé lo que es besar a Ainhoa Arminza, así que ya me puedo morir tranquila.

Y con lo que ha pasado después del beso, la verdad es que creo que sí me voy a morir, pero de la vergüenza.

Ella estaba siendo una amiga estupenda.

Llevo todos estos días contándole mis ralladas sobre Paolo, a quien todavía no he reunido la valentía para dejarle claro el fin de lo que teníamos, y escuchando sus palabras de aliento y consejo. Aunque como no puedo ser totalmente sincera con ella por razones obvias, la verdad es que sus consejos poco me ayudan con él.

Para lo que sí me ayudaban era con los otros pensamientos que tenía. Los que tenían que ver con esto que siento por ella.

Necesitaba ser valiente, poner las cartas sobre la mesa y hacerle saber el punto en el que estaba. Arriesgarme para conocer si esto es recíproco o no.

Al final, la que tiene ahora mismo una relación soy yo, no podía esperar que fuera ella quien se lanzara. Si es que hay algo.

Y justo ella estaba diciendo que tenía que ir adelante con lo que sintiera, cuando se ha puesto nerviosa por algo y se ha escabullido dentro del almacén.

He actuado por impulso y la he seguido allí, donde sabía que estaría sola, cerrando la puerta detrás de mí para aislarnos de la preparación del servicio.

Ainhoa, que creo que buscaba más zanahorias aunque sigo sin saber para qué plato, se ha girado sorprendida, creyendo que pasaba algo.

"Pues no lo sé, Ainhoa, pero yo voy a tirar p'alante."

No quería atosigarla y me moría de nervios, así que primero me he acercado y cuando he visto que no iba a salir corriendo, he terminado de romper la distancia entre nosotras.

He tomado sus mejillas, notando el calor que desprendía, y me he puesto de puntillas para alcanzar fácilmente. El beso ha sido sencillo, de labio sobre labio. Y qué labios.

Durante los segundos que ha durado, he sentido mil descargas eléctricas revolucionar mi cuerpo y a la vez que todo estaba bien en el mundo, que mi lugar era allí con ella. Las manos de Ainhoa fueron por inercia a mis caderas y sentí sus pestañas al cerrar sus ojos.

Me hubiera quedado así con ella durante horas, disfrutando de su boca, pero necesitaba saber qué pasaba ahora.

Me separé de ella despacio, intentando encontrar su mirada, pero en un primer momento, ella solo miró hacia el suelo y subió sus manos para taparse a la cara.

Intenté explicarme, pero dio igual.

"Que no pasa nada. Pero... que soy tu jefa. Somos amigas. Y es todo lo que vamos a ser, ¿vale?"

Estaba esperando que me dijera que no sentía lo mismo por mi, pero el único motivo que me ha dado es que es mi superior. ¿Significa eso que sí que siente algo?

Desapareció de allí de vuelta a la cocina, acariciándose los labios con la yema de sus dedos y yo me quedé con su calor fantasma en los míos y una vez más totalmente desconcertada por Ainhoa Arminza.

Ya nada volverá a ser como antesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora