La mañana siguiente

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Anoche fue increíble.

Después de tantas dudas y tantos miedos, por fin habíamos estado juntas y había sido muchísimo mejor de lo que había imaginado nunca.

La luz empezaba a entrar por la ventana de la habitación de Ainhoa y estábamos aún abrazadas, desnudas, bajo una ligera sábana.

Ainhoa dormía tranquilamente sobre mi hombro, su pelo cayendo despeinado sobre mi pecho, y con mi otra mano acariciaba su brazo, que caía por encima de la sábana y sobre mi cintura.

Lo hicimos varias veces: conociéndonos, explorándonos, probando cosas que nos gustaron más y otras que menos, siempre comunicándonos, ganando en seguridad, entre risas y gemidos y no recuerdo en qué momento caímos rendidas. Había sido una primera vez perfecta, nuestra conexión no había defraudado.

Me encontraba cansada, pero a la vez no podía dormir sabiendo que tenía ante mí semejante espejismo. Era increíblemente preciosa.

Sonreí, como cada vez que recordaba nuestra noche juntas, y escondí mi sonrisa en el inicio de su pelo, dejando allí un suave beso. Rememoraba sus caricias, sus jadeos, sus gestos, su sabor... y me ponía mala.

No sabía cuánto tiempo llevábamos así, no tenía ninguna prisa, pero finalmente sentí a Ainhoa moverse y su respiración cambió.

Se abrazó más a mí y escondió su cara en mi cuello. "Buenos días." Le susurré cantarina.

"Buenos días." Musitó, su voz llena de sueño, y sentí cómo inspiraba tranquilamente en mi cuello y sus labios dibujaban una enorme sonrisa.

No pude más que imitarla. "¿Qué tal has dormido?"

"Mmm, muy bien." Me apretó más a ella.

Yo me reí. Siempre que me dejaba ver su lado blandito me moría de ternura. "¿Estabas cansadita?"

"Fue un día de muchas emociones." Rió en mi hombro, dejando un besito antes de salir de su escondite. "¿Y tú? ¿Llevas mucho tiempo despierta?" Se preocupó.

Me resistía a dejarla a ir de mis brazos, pero quería verla bien, así que me giré para estar frente a frente. "Un ratito solo. Yo también he dormido muy bien."

"Estuvo bien lo de anoche, ¿no?" Quiso cerciorarse, mordiéndose el labio tras soltar la pregunta.

Yo le acaricié la mejilla y le retiré el labio con mi pulgar. "Estuvo muy, muy bien. Tenía muchos miedos, al ser mi primera vez con una mujer, pero fue increíble. Lo que siento por ti es increíble. Tú eres increíble."

"Yo también tenía muchos miedos." Confesó. "Aparte de ser mi primera vez con una mujer, era mi primera vez después de..." Se removió, sin terminar la frase, tomé su mano y la puse sobre mi pecho, mientras con la otra continúe acariciando su mejilla para calmarla. "Pero fue contigo y me siento segura contigo."

No pude evitar que se me aguaran los ojos, pero no iba a consentir que ese energúmeno nos jodiera el recuerdo de esta noche, así que me acerqué aún más a ella y empecé a repartir besitos por toda su cara, haciendo que volviera a sonreír. "Yo siempre te voy a cuidar..." Susurré.

Seguimos un rato dándonos besitos, sintiéndonos tranquilamente, haciéndonos caricias y cosquillas.

De repente, escuchamos una puerta cerrarse en el pasillo y me acordé.

"Solo espero que Jose Antonio dejara vacías las habitaciones de al lado como me dijo, porque qué vergüenza..." Aludí a mis gemidos y gritos, que no había podido controlar.

Ainhoa estalló en una carcajada con mi chiste tonto. "Igual tenemos que darle las gracias y todo por su planificación."

"Bueno, tampoco te pases, que lo de la cama me sigue pareciendo muy hortera."

Ella volvió a reír. "¿No te apetece un bombón para desayunar?"

"Igual sí." No iba a darle la razón como ella imaginaba, así que impedí que buscara la caja de chocolate, levanté la sábana y me tiré a darle un pequeño bocado al cuello y empezar a recorrer su torso hacia abajo.

"¡Luz!" Gimió bajito, ahogando una risa, mientras su cuerpo se estremecía bajo mi boca.

Enredó sus dedos en mi pelo y me dejó hacer. Esta vez no pareció importarle que estuviera yo encima desde el principio, estaba muy cómoda, y aproveché mi pequeña victoria. "¿Sabes cuáles es mi bombones favoritos?"

Hizo un ruido que entendí como una pregunta, ya que no era nada inteligible y yo me estaba esmerando torturando sus pechos. Alcé la cabeza para conectar mis ojos con los suyos.

"Los que están rellenos de licor de cereza y cuando juegas con ellos en la boca, te estallan en la lengua..." Le dije con intención, desapareciendo debajo de la sábana, recorriendo su cuerpo con mis labios y mi lengua con un destino muy concreto que me moría de ganas de probar de esta forma por primera vez.

"Mmm vas samatar."

Y gritó, al menos esa vez, la hice gritar mi nombre.

🍒💣

Ya nada volverá a ser como antesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora