Borde

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La situación con la nueva directora del hotel cada vez era más tensa. No sólo no tenía ningún reparo o atisbo de empatía con el personal del hotel (no sabía que iba a hacer para ir a mi cita con la psicóloga) sino que también se metía en cada mínima decisión, coartando nuestra autonomía como trabajadores.

No podíamos hacer otra cosa que agachar la cabeza y continuar trabajando para no encontrar problemas, como yo estaba ya más que acostumbrada en otros ámbitos de mi vida.

Pero eso nunca había encajado con Luz.

Mi novia había pedido al guardia civil que investigara a la nueva directora y poder sacar algún trapo sucio. Pero no encontró nada y lo único que se le ocurrió al bueno de Martínez fue llamar a un conocido hacker para acceder al ordenador y espiar a Blanca. Esto era básicamente lo contrario a lo que le había dicho a Luz sobre meterse en líos e iba y lo organizaba el de las fuerzas del orden.

No me parecía una buena idea y no iba a estar presente para esa cita con el hacker, así que la esperé menos tranquila de lo que me gustaría en mi habitación. Un rato después, vino corriendo a contarme que habían descubierto que le atraía mucho Paolo.

Tenía un gusto bastante básico, pero al menos lo que habían encontrado no era tan malo como imaginaba.

Entre Luz y yo intentamos convencer a Paolo para que le dorara la píldora un poco, que la diera bola... En definitiva, que se relajara para que el ambiente más distendido en el hotel, pero él no se sentía bien.

En cualquier caso, si eso era lo único que habían podido destapar de ella, quizás solo se estaba imponiendo, haciendose valer en el nuevo puesto para que nadie cuestionara su autoridad. Era complicado ser una mujer en una posición de poder que llegaba a un sitio nuevo. Lo había vivido muy de cerca: la gente cuestionaba tu valía.

Era necesaria una coraza e imponerte hasta que se dieran cuenta de que estabas ahí por algo y dejara de parecer un ataque continuo. Así se lo quise hacer entender a Luz y Paolo y me llevé una vacilada importante.

"Oye, que yo no soy borde ya, ¿eh?" Dije con un mohín, mientras los otros dos se reían de mí y poco después Luz me hacía reír a mí.

Blanca nos pilló de lleno metiéndonos con ella y, por mucho que intentamos taparlo, verdaderamente mal, es cierto, no sirvió de nada. Nos dio un nuevo hachazo a nuestra autonomía.

Mi idea de renovar el menú e introducir nuevos platos de cocina moderna que llamaran la atención y atrajeran a los comensales, se había ido al garete. El menú estaba íntegramente supervisado por ella, quien hacía apuntes y directamente vetaba cualquier plato que no se ajustase a su criterio, el cual todavía no sabía hacia donde se inclinaba.

No podía comprender a esa mujer.

Las malas noticias continuaban y a la mañana siguiente el personal de cocina fuimos convocados a una reunión extraordinaria, donde Blanca me retiró del puesto de chef para dárselo a Paolo.

Había algo raro en la decisión, más allá de la afinidad que tenía por él, y tuve que impedir que Luz se enfrentase a ella en el calor del momento para evitar que perdiese su trabajo.

Hice que me consiguiera una chaquetilla y me la llevó a mi habitación, donde yo guardé a buen recaudo la chaquetilla de chef con mi nombre. Pero la distracción no sirvió y seguía empeñada en enfrentarse a Blanca, a Andrés o a quien hiciese falta por su madre y por mí.

La quería, tan buena y tan leal a los suyos. Pero me daba un miedo enorme que pudiera perder su trabajo en medio de todo esto que no tenía que ver directamente con ella.

Intentaba retenerla de nuevo por los pasillos del hotel, de camino de vuelta a la cocina, cuando vimos a Paolo salir de la habitación en la que se alojaba Blanca.

Ahora todo adquiría sentido.

E igual que ella defendía con uñas y dientes a los suyos, fue Luz quién más acusó la traición como si se la hubiera hecho a ella misma.

"Cariño..." Susurré, alcánzandola de nuevo en la puerta de mi habitación, esperando para resguardarse.

La cobijé en mis brazos y pasé rápidamente la tarjeta por el lector de la puerta, tenía que acordarme de decirle a Jose Antonio que me diera otra para que la tuviera ella, para poder entrar cuanto antes en la habitación, aunque no creía que fuera a seguirnos después de cómo nos habíamos ido.

"Es que no puedo creerlo." Musitó con rabia y lágrimas contenidas.

Intenté calmarla lo mejor que pude, pensando en voz alta sin terminar de entenderlo yo misma. "No sé, cariño, igual Paolo está diciendo la verdad. Al fin y al cabo, fuimos nosotras quienes le dijimos que le bailara el agua a Blanca. Quizás... Él, él hizo lo que le pedimos y pues... esa señora tomó la decisión de hacerle chef." No decía nada así que yo continúe. "Y él no tenía ni idea de que iba a hacer eso, estaba muy sorprendido, ¿no? ¿Y además tú crees que Paolo iba a ser capaz de eso? ¿De acostarse con la nueva directora para lograr un ascenso?" Seguía sin decir nada, así que me separé. "¿Luz?"

"Eh... Sí, sí, tienes razón." Me confirmó distraída.

Tan distraída que me preocupó. "¿Qué pasa?"

"Que me has llamado cariño..." Sonrió, volviendo a mis brazos.

Me reí en su pelo y le dejé un beso en la mejilla. "Es que amor ya lo tenías cogido."

Ya nada volverá a ser como antesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora