En carretera

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Recogí a Luz, como le había prometido en el desayuno, después del servicio. Tuvimos un pequeño rifirrafe, pues quiso insistir en venir a ayudar, después de todos los turnos que me había comido ya esta semana por las dos, pero tenía que hacer la maleta y no quería que saliéramos muy tarde, así que finalmente no tuvo más remedio que dar su brazo a torcer. Y le costó.

El desayuno había salido muy bien o eso me había parecido. Sabía que llevaba días con la mosca detrás de la oreja, había sido testigo de sus miradas de preocupación y nuestro amigo me había comentado el interrogatorio al que había sido sometido, pero aún así la sorpresa fue total. No se esperaba una escapada juntas. En este pueblo tenían la tendencia a pensar en todos las posibilidades negativas existentes, aunque claro, con todo lo que pasaba por aquí, hasta lo llegaba a comprender.

Le lancé un mensaje cuando salí y para cuando llegué a su portal, ya esperaba junto a una pequeña maleta de mano.

Parecía muy contenta.

Y eso lo era todo.

La ayudé a colocar su equipaje en el maletero, que era especialmente pequeño y no cabía demasiado, y nos pusimos en marcha.

Noté la mirada de Luz sobre mi y, al mirar de reojo, ni se movió. Apoyaba el brazo en la ventanilla y su cabeza sobre su mano, observando tranquilamente. No se estaba escondiendo, desde luego. "¿Qué te pasa por la cabeza?"

"Muchísimas cosas." Dijo con una risa. Sonreí, pero no pude evitar fruncir el ceño, así que ella intentó responder mis dudas. "Por ejemplo, que no sabía que conducías." Empezó.

Asentí, mirando la carretera. "Hacía mucho que no conducía. No se lo digas a Paolo, que me ha dejado el coche. Intentaré no estrellarnos." Bromeé.

"Podía haber conducido yo." Se encogió de hombros.

Sacudí la cabeza, testaruda. "No encajaba en mi plan."

"También estaba pensando en ese plan tuyo." Sonreí, pero me resistí a mirarla y mantuve mi vista en la carretera. "Es la primera vez que alguien hace algo así por mi."

Fruncí el ceño. "¿No te han preparado nunca alguna sorpresa?"

"Quizás mi familia..." Pensó ella en voz alta. "Pero no así."

Aproveché un tramo recto para llevar mi mano a su regazo. "¿Pero te ha gustado?"

"Mucho." Dijo casi antes de que la pregunta saliera de mis labios.

Enredó sus dedos con los míos, tranquila. "Pues menos mal. No sabía si sería un buen momento, pero tu madre me animó."

"Me vas a tener que explicar a cuánta gente tenías compinchada." Se rió. "Mis padres esta mañana me han despedido como si me fuera a la guerra y yo no entendía nada."

Yo solo había hablado con Silvia, pero me imaginaba perfectamente a Javi en el ajo. Lo que no sabia era cómo habían podido guardar el secreto. "Se lo tenía que decir a tu madre, porque además es mi jefa. Y cuando todo lo de Jon, le pregunté si no pensaba que debía posponerlo."

"No hace falta. Jon necesita tiempo solo para lamerse las heridas." Musitó con una sonrisa triste por él. Le dolía verlo sufrir. "No nos parecemos en eso nada."

Me dio un poco la risa. "Ella dijo eso exactamente."

"Así que te llevas muy bien con la suegra, ¿no? Teniendo secretitos y todo. Tendré que tenerlo en cuenta..."

Por un lado pensé que lo decía de broma, pero no podía dejarlo pasar si había algún atisbo de verdad. "Bueno, tu familia es muy importante para ti. Así que para mí es importante tener una buena relación con ellos. Además, que son gente maravillosa."

"Amor." Susurró. "Que solo era por chinchar. Me encanta la relación que tienes con ellos y sé que ellos te aceptan y te quieren un montón." Aseveró. "Mi madre me pidió perdón hace unos días, por no confiar y poner tantas trabas al principio de esto." Me confesó.

"No me lo habías contado." Le recriminé. "A mí también me pidió perdón. Ya le dije que no era necesario. Es verdad que cuando llegué a Vera no estaba en mi mejor momento."

Sacudió la cabeza. "Te lo habría contado si hubieras tenido tiempo. Pero estabas hasta arriba de curro, maquinando una sorpresa." Volvió a chinchar. "Yo pienso que todo pasó como tenía que pasar."

"¿Si?"

Ella asintió segura. "Tú tenías que sanar muchas cosas y yo era una niñata jugando con Paolo, no estaba preparada para una relación seria. Me ha costado lo mío." Recordó. "Pero de alguna forma, al final las dos estamos en el punto justo para hacer esto funcionar."

"¿Estás feliz?" Pregunté, enseguida me arrepentí y me mordí el labio. Quería una respuesta sincera y no creía que éste fuera ni el momento ni el lugar, en medio de una carretera sin poder prestarle la atención que requería.

Aún así, no le quité la mirada de reojo mientras pensaba la pregunta y se le dibujaba una sonrisa tonta en los labios. "Sí." Contestó simplemente, pero sabía que lo había meditado. "Tengo un trabajo que me encanta, mi familia está bien y estoy completamente enamorada de mi novia, que me quiere tanto como yo a ella y que es una de las personas más bonitas y detallistas que conozco." Justificó su respuesta, aunque no hacía falta. "Tengo mucha suerte y soy feliz. Aunque creo que cuando lleguemos a ese parador y lo disfrutemos juntas, voy a serlo aún más." Río ella sola. "¿Y tú?"

Volví a tomar su mano a ciegas, atenta a la carretera, y tiré de ella para dejar un beso en su dorso.

"No me recuerdo tan plena." Confesé. "Sabes que he pasado por una época complicada, que me sentía muy sola y en la que nada me salía bien. Pero desde que llegué a Vera y me choqué contigo..." Encogí los hombros. "Pusiste mi mundo patas arriba y estoy tan, tan feliz contigo." Me mordí el labio. "No sé si te pasa a ti también, pero últimamente siento que todo es perfecto."

Veía que la sonrisa no le cabía en la cara. "Es que lo es." Dijo con la voz un pelín tomada.

"¿Y sabes lo que es estar por primera vez en una relación..." Intenté expresarme, aunque estas cosas no se me daban bien, pero necesitaba sacar lo que tenía en el pecho. "...en la que te sientes de igual a igual?"

"Sí..."

"Que estás con una persona que se preocupa por ti..." Ella había estado ahí para mí durante todo. Mi alcoholismo, mi terapia, mi ex...

Me ayudó. "Que te quiere."

"Que te mima." Asintió enérgicamente.

Se rió. "Que te pone loca..."

Giré la cabeza unos segundos para compartir una sonrisa con ella. Sus ojos brillaban, imaginé que tanto como los míos. Maldije la carretera, tener que volver a mirar al frente y no poder abalanzarme a sus brazos.

Volví a girar la cabeza para mirar al frente, quizá con demasiado ímpetu y un fuerte dolor se disparó por mi cuello, haciéndome temblar.

"Ainhoa, ¿estás bien?" Preguntó enseguida Luz, que no había dejado de observarme.

Llevé mi mano al cuello, dejando caricias para relajar el dolor, que ya era solo un fantasma. "Eh, sí. Me ha dado un latigazo en el cuello."

"¿Por qué no paras un momento y conduzco yo?"

Agarré el volante con las dos manos, ya recuperada, pero no tentando a la suerte para mirar a un lado. "No, de verdad, ha sido solo un tirón, y solo quedan un par de kilómetros."

No parecía muy conforme, pero tras la siguiente curva observamos por fin el pueblo de la sierra a cuyas afueras se encontraba el parador.

"Luego te echo un vistazo. Con el estrés de esta semana y la posición de la cocina, seguro que tienes alguna contractura." Sonreí, sabía que no tenia nada que decir al respecto, así que asentí.

Ya nada volverá a ser como antesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora