El patrimonio de Mabel

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Cuando Mabel dio un paso dentro del sótano, Ryker la jaló bruscamente de regreso al cuarto de Timonet. Una fila de agujeros apareció justo donde ella había estado parada.

— ¡¿Eres tonta?! ¡Primero revisa si hay algo! — gritó el hombre.

Mabel lagrimeó mientras se sujetaba la cadera. Cayó de golpe al suelo, y el impacto recorrió su columna, extendiendo el dolor por todo el cuerpo. Parecía que iban a matarla o, al menos, dejarle secuelas de por vida, independientemente de si la estaban ayudando o no. Tali tomó un cristal roto de la ventana de Timonet, mientras Ryker arrancaba uno de los tubos viejos de la cama. 

Improvisaron con lo que tenían a mano, usando el fragmento como un espejo para inspeccionar el interior de la siguiente sección. Por supuesto, Ryker fue quien se arrastró hasta la orilla entre ambas habitaciones, ya que tenía más destreza y reflejos que las otras dos.

— ¿Estás bien? — preguntó Tali a Mabel.

— Creo que sí...

El espejo improvisado explotó al poco tiempo de entrar al sótano, obligando a Ryker a regresar al lado de Tali.

— La cocina sigue encima del sótano. Hay varios soldados apuntando con sus armas desde arriba. Tengo que decirlo: hicieron esta casa con las patas. ¿A quién se le ocurre construir todas las paredes de madera? ¡Cuántos agujeros han dejado! Se supone que una pared debe protegerte del viento...

Uno de los tablones de la pared, de los que tanto se estaba quejando, se desprendió y le dio un fuerte golpe en la cabeza.

Tali saltó para sujetarlo, arrastrándolo lejos del agujero que comenzaba a abrirse bajo él.

— Vamos, ten un poco de consideración, ya sabías que es un idiota — comentó Mabel al aire mientras inspeccionaba la habitación.

Una carita infeliz dibujada con sangre apareció en una de las paredes, seguida de una serie de golpes sobre sus cabezas, como si alguien diera pisotones furiosos.

— Se va a disculpar, ¿verdad, Ryker? — agregó Mabel rápidamente.

Ryker apretó los labios, reacio a responder. ¡Era cierto que la casa estaba llena de agujeros y mal construida! Tali, sin embargo, le pellizcó las costillas con tanta fuerza que parecía dispuesta a arrancarle un trozo de piel.

— Lo siento, soy un idiota.

Una puerta chirrió cerca, emitiendo un sonido que parecía una risa burlona. La carita en la pared se tornó socarrona, con cejas añadidas para enfatizar su expresión. Era como un niño malvado y resentido, lo cual no sorprendía considerando que había pasado años siendo atacado por los jugadores. Sin embargo, Mabel estaba convencida de que tanto la casa como el monje azul entendían lo que Laurel intentaba lograr. 

Ya no les quedaba mucho tiempo ni energía para resistir al demonio exterior. Astarté también estaba débil, pero se alimentaba con mayor frecuencia que ellos y, al parecer, seguía obsesionado con conseguir a Timonet, aunque solo fueran sus restos.

— Tengo que entrar — murmuró Mabel, mirando alrededor del cuarto en busca de algo que pudiera usar —. Puede seguir moviendo los cuartos, pero dejó la cocina con los soldados allí y al monje frente nuestro porque es una prueba.

— ¿Está probando tu ingenio? — Ryker chasqueó la lengua, pero no se atrevió a decir nada más al notar cómo el techo y las esquinas se oscurecían, más sangre brotó de las paredes.

— ¿Por qué le importaría mi ingenio? — Mabel frunció el ceño levemente, pero dejó pasar la pregunta —. No, quiere ver que me importa más de lo que me importa mi bienestar. Después de todo, aquí fue donde dije que tenía que encontrar a Dean Bach para salir.

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