La puerta de cristal se abrió, y Ryker salió a la calle con la frente arrugada, observando el suelo. No lograba describir cómo se había sentido el tratamiento mientras hacía movimientos para estirar su hombro, comprobando que, efectivamente, había sanado a la perfección. En realidad, se sentía como si todo su cuerpo hubiera rejuvenecido un par de años, más cómodo y ágil que antes. La punta de unas botas se detuvo frente a las suyas. La diferencia de tamaño era notable, y aunque ambos usaban calzado grueso por seguridad, de alguna forma, sus propios pies parecían los de un Sasquatch.
— ¿Cómo fue? — preguntó Tali, entregándole la chaqueta.
— Raro — Ryker miró por encima del hombro hacia el edificio de los Chernov, un bloque gris y deprimente —. ¿Era rojo por ser sangre o lo diseñaron así para espantar a la gente y ser escalofriantes?
— Escuché por ahí que los vampiros tienen buen oído.
— Hora de irnos — Ryker la empujó suavemente por la espalda, llevándola hacia la calle comercial tan rápido como pudo.
Habían estado juntos desde que salieron de la piscina de pelotas y, aunque aún eran prácticamente extraños, ya sentían la suficiente confianza como para considerar formar un equipo. Era algo meramente profesional, al menos por un tiempo, aún no era hora de pensar en profundizar su relación. Había algo de incomodidad al conocer las heridas del otro, cierto recelo en algunas partes, pero también una esperanza genuina de que la persona a su lado resultara ser una sorpresa agradable en el camino.
Ryker se detuvo en una de las zonas más concurridas.
— Es aquí — dijo, señalando un edificio con un imponente fénix azul dibujado en la fachada.
Tali se sorprendió al descubrir que la sede principal del gremio de Blue Phoenix en el Jardín era una cafetería. Las personas que atendían llevaban el uniforme del gremio, y había gente de todas las edades y etnias sirviendo.
— ¿Todos los miembros trabajan aquí?
— No — respondió Ryker, guiándola hasta una mesa en el centro —. Solo los nuevos reclutas. El resto puede elegir si quiere ayudar o no, pero la encargada de esta área siempre debe estar presente.
El lugar era sencillo y bonito, decorado con plantas y con un flujo constante de clientes entrando y saliendo. Una mujer mayor se acercó a su mesa con una sonrisa.
— ¿Qué van a pedir? — preguntó, alternando la mirada entre ellos.
— Dos especiales de la casa — pidió Ryker —, y tráenos una solicitud de búsqueda, por favor.
— Entendido — la mesera asintió y se dirigió a la siguiente mesa.
— ¿Es tan fácil? ¿Pedir una solicitud y ya?
— ¿Qué más necesitas? Aquí todos están sobresaturados de información con los juegos. Ahora imagina buscar a un jugador entre casi un millón de perdedores.
— Los primeros diez del ranking no estarán felices de escucharte llamarlos perdedores.
— Por suerte, nunca estarían en este jardín de infantes, ¿verdad?
El especial de la casa consistía en un bistec con puré de papa y verduras, una sopa de vegetales y una bebida de Lyras sin alcohol. Era bastante comida por la económica suma de tres puntos.
— ¿No es un poco... demasiado? — Tali lo miró con curiosidad —. ¿Por qué nunca había oído hablar de este especial?
— Porque ningún gremio quiere que los novatos lo sepan. Parece un desperdicio de recursos servir tanto, ¿verdad? No es algo particularmente amenazante, pero este plato por sí solo pone en jaque la estabilidad de los gremios del Jardín.
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Rever Arcade
MaceraMabel quería dinero, una casa propia y felicidad. Aceptó entrar al mundo de juegos de Rever Arcade para buscar al hermano perdido de alguien, con la promesa de volverse ridículamente rica al terminar. Sin embargo, no esperaba acabar siendo dueña de...