Mabel se golpeó la cabeza con fuerza, uno de esos golpes que te dejan viendo estrellitas. Milagrosamente, seguía consciente, aunque no se sentía como un logro. Por suerte, había caído junto a la mochila y no encima de ella; de lo contrario, su columna estaría hecha trizas. A tientas, buscó la lamparita, un objeto tan barato y corriente como la mochila, pero que en ese juego se había convertido en un tesoro. Iluminó ambos lados del túnel y apuntó hacia arriba, en donde su cobija se balanceaba desde lo alto, enganchada en una raíz, demasiado lejos para recuperarla.
Las raíces cubrían las paredes como enredaderas, algunos escarabajos corrían sobre ellas, huyendo de la luz. El olor a muerte, rancio y aceitoso -del que tanto se quejaba Eddy- impregnaba el túnel, provocando arcadas a Mabel. Se cubrió la nariz con la manga del pijama, tratando de amortiguar el hedor para no vomitar.
Observó con cuidado el lugar donde había terminado, sin saber si agradecer no haber sido perseguida por la bestia o lamentarse por estar, otra vez, en una situación extraña. Trepar no era una opción, no cuando puñados de tierra caían cada pocos segundos, amenazando con derrumbarse ante el menor toque. Podía ser cosa de los escarabajos removiendo la tierra... o tal vez la bestia buscándola por la zona. No tenía forma de saberlo.
La claustrofobia comenzaba a hacerle cosquillas en el cuello, así que decidió moverse, antes de que el pensamiento de estar atrapada —y posiblemente sepultada— bajo tierra terminara de enloquecerla. Guardó el diario y el cuchillo en la mochila, se la colgó a la espalda. La cobija iba a quedarse allí, como una burla silenciosa.
Como no quería poner a prueba la resistencia de las paredes intentando salir por donde había llegado, se despidió con resignación de la salida perfectamente buena que tenía sobre ella. No había diferencia entre un lado y el otro, así que eligió un camino al azar. El túnel era irregular, como un tobogán con curvas, subidas y bajadas pronunciadas. Su cuerpo estaba tan adolorido que cada paso era un martirio. Además, caminaba de forma extraña, con los músculos temblorosos exigiendo un descanso. Se vio obligada a apoyarse levemente en las paredes para avanzar, soltando quejas como si fuera una señora mayor en lugar de una mujer en la flor de su juventud.
Después de unos metros, Mabel giró y se encontró de frente con un par de piernas. Solo eso: un par de piernas, sin tronco ni el resto del cuerpo. Colgaban flojas desde el techo, y las botas de trabajo quedaban a la altura de su rostro.
Se congeló, conteniendo el aliento. Retrocedió lentamente, observando el mono de trabajo manchado de sangre y mugre, especialmente en las rodillas, como si la persona se hubiera estado arrastrando antes de... bueno, lo que sea que le pasó. El camino detrás del cuerpo descendía, perdiéndose en un agujero que bien podría conducir directo al infierno.
Por respeto al cadáver y a su propia vida, Mabel giró sobre sus talones y regresó corriendo por donde había venido, olvidando cualquier queja o dolor. Desde entonces, se lo pensó varias veces antes de bajar por cada pendiente, soltando el aire contra su mano con alivio cada vez que lograba subir de nuevo.
El cansancio que le pesaba sobre los hombros era difícil de ignorar, y el sueño empezaba a afectarla, haciéndole escuchar ruidos lejanos y agudos de vez en cuando. Si se ponía a hacer cuentas, no había descansado en absoluto esa noche; apenas había dormido antes de ser secuestrada por las mariposas, así que no era raro que estuviera alucinando del agotamiento. Tampoco había comido, pero el olor nauseabundo hacía que abrir la boca fuera una tortura: temía llenarse del sabor aceitoso que impregnaba el aire. Mientras caminaba como un zombi, una parte pequeñita en ella fantaseaba con buscar un rincón y acostarse... pero la imagen de un diablo emergiendo de las tinieblas para arrastrarla con él era suficiente estímulo para mantenerla caminando otros tres días sin parar.

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Rever Arcade
AdventureMabel quería dinero, una casa propia y felicidad. Aceptó entrar al mundo de juegos de Rever Arcade para buscar al hermano perdido de alguien, con la promesa de volverse ridículamente rica al terminar. Sin embargo, no esperaba acabar siendo dueña de...