Parada de autobuses

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La mancha escarlata se extendía por el suelo. Mabel, de pie frente a la maleta, la observaba pensativa y mordiendo la uña de su dedo pulgar.

— Las generaciones cambian — comentó Lumière, revisando sus notas —. La forma en que interpretan en el mundo también es diferente: aparecen nuevas criaturas, nuevas situaciones, nuevos trabajos y dinámicas. Si bien el pensamiento colectivo varía con el tiempo, la muerte sigue siendo el miedo por excelencia entre los humanos. Por lo tanto, su sombra se proyecta en cada uno de los juegos.

Conceptualmente, Mabel entendía a lo qué se refería. Todo en la parada se veía y sentía real, ¿eso quería decir que las "pesadillas" serían igual de reales? ¿Lo era aquello que estaba oculto dentro de la maleta?

— ¡No lo hagas! — Lumière la detuvo al ver sus intenciones de tomar la maleta —. Este no es tu juego, sino el de ellos — señaló al grupo de personas congeladas —. Puedes entenderlo, ¿verdad? Tu ingreso es contra las reglas, no tienes cabida en un juego que especifica la cantidad de participantes, la parada es solo un punto de abordaje para ti, no el lugar donde iniciarás. Si te pones a buscar y mover cosas, podrías dañar una pista útil y dificultar el trabajo de los demás. No hay nada que descubrir aquí.

— Pero... Esta persona... — Mabel miró a la maleta.

— Puedes pensar en ella como utilería, ¿no? ¿No es normal un poco de sangre y muerte en los juegos?

A decir verdad, sí, a partir de cierta clasificación, era un recurso repetitivo.

— Al igual que tú, estas personas fueron reclutadas por Evie Boo para "trabajar" como jugadores y pasan por el juego introductorio. No son inocentes ni lamentables transeúntes como dicen las instrucciones. No te confundas. No vas a llegar lejos si te apegas a cada persona a la que ves – agregó Lumière al notar su inquietud.

— ¿Estarán bien? — preguntó Mabel finalmente, apartándose de la maleta.

— No parece haya nada aquí que vaya a comérselos, así que puedes estar segura que están bien.

Se acercó a una de las bancas para observar el rostro durmiente de una señora sentada en ella. Su cabeza colgaba de lado, con los brazos cruzados al frente y las piernas rodeadas por bolsas de mandado. Llevaba gradabo los números "999591" sobre su mano derecha, de color gris y, fuera de ese detalle, era una mujer promedio de unos cincuenta años.

— ¿Cómo es que reclutan a estas personas? ¿Los números tienen algún significado?

— Desesperados — declaró contundente Lumière —. O ambiciosos, supongo. Evie Boo es especialista en encontrar a los más receptivos y dispuestos a afrontar cualquier dificultad. Las normas de las áreas de contención son muy claras. Para evitar que el malestar acumulado alborote la energía dentro de ellas, las reglas deben ser explicadas explícitamente y evitar al máximo las sorpresas, ya que son muy peligrosas para las burbujas. Además, se debe ofrecer a los participantes un gancho que los, ah, ¿motive? Es decir, en Rever Arcade, los jugadores acumulan puntos obtenidos de los juegos para intercambiar en la tienda por "premios". Estos premios varían según los deseos de cada uno y, al ser obtenidos por fuera de la "realidad" de la que provienen, al regresar al mundo de origen, serán adaptados a la realidad del jugador para justificar y mantener su propiedad.

Lumière se rascó la barbilla pensativo, abriendo su panel y echando un vistazo.

— ¿Eso quiere decir que, basado en mi estilo de vida, encontrarán la manera de justificar que tenga todo este oro?

— Exactamente. La influencia va en ambas direcciones, ¿sabes? Si la suya puede salir, el poder del Dev LuaCirke puede entrar.

— Sigues repitiendo ese nombre, pero no has explicado qué es.

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