Señorita Renovada

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- ¿Sabes qué?

- ¿Qué?

- So. - Lo miré. 

- Perdona. - Sonrió mientras se peinaba el cabello hacia atrás. - Tenemos que salir. - Me llevé una cuchara, con helado, a la boca. 

- ¿A dónde?

- A ser felices.

- Ryan. - Lo miré y él rió.

- Hablo en serio... Me refiero a que deberíamos salir a disfrutar. - Se sentó en la cama y me entregó el bote de helado, yo lo tomé y seguí comiendo. - Digo, somos jóvenes, tu eres bella y yo soy guapo. - Se peinó y sonrió como si fuera el galán de todos los tiempos.

- Claro. - Me miró.

- Me iba a afeitar por ti, pero ahora, mi barba será tu pesadilla. - Me acusó con el dedo y yo reí abrazándolo.

- Por favor... Quítate eso.

- No. - Sonrió.

- ¿Y qué es lo que quieres hacer?

- Salgamos un día y tomemos el autobús, bajemos donde nos parezca interesante y veremos que hacemos.

- ¿Y esperas que en serio lo haga?  

- Si.

- Suena interesante, ¿Por qué no? - Sonrió.

- Vamos, entonces vístete y vamos.

- ¿Y qué me pongo, para ser felices?

- Yo escojo tu ropa. - Sonrió.

- No, definitivamente no.

- Déjame hacerlo. - Hizo un puchero. - Sé como me gusta que se vistan las chicas, y como me gusta que te vistas tu, puedo hacer algo entre esas dos.

- Ryan.

- Por favor.

- Está bien. - Se puso de pie y besó mi frente. - Ya verás, tú solo peínate y maquíllate.

- Bueno. - Torcí los ojos, y después d besar su mejilla, comencé a arreglarme.

Hice ondas en mi cabello con una tenaza que Ryan me había regalado meses antes, mis labios de rojo y algo de delineador negro.

Un grito nada masculino de parte de Ryan me hizo asustar.

- No me dijiste que tenías esto. - Me mostró varias prendas.

- Ah, no me acordaba, me las dio Adrianna, ahora que es madre y esposa, dice que no quiere usar vestidos o tops, o algo que sea muy provocativo, a menos que sea para Robert.

- ¿Por qué tu no me provocas a mi? - Se quejó.

- Porque somos mejores amigos.

- Ah, si cierto... - Sonrió. - Si alguna vez quisieras hacerlo...

- Ryan.

- No me negaría. - Agachó la cabeza y levantó las manos. - Sólo digo. - Dijo riendo.

- Sabes que no sé provocar.

- Yo podría provocarte. - Comenzó a posar de manera extraña y luego bailó, como si se hubiera tragado una escoba, este chico no sabe en moverse. - ¿Ya te estoy seduciendo? - Se dio vuelta y comenzó a moverse, intentando ser una mala imitación de Rihanna.

- Eres un mata pasiones. - Y soltó una carcajada, parando de bailar y abrazándome.

- Y tu alguien que no sabe apreciar mis bailes eróticos. - Ahora la que rió, fui yo.

Señorita Inocencia: La Ironía de Nombrar. [Andy Biersack y tu] Segunda TemporadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora