Señorita Primera

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Asentí con la cabeza nada más.

Su alta y esbelta figura me abrazó, con cuidado, como si yo fuera alguna muñeca frágil de porcelana, sonreí al recordar que acababa de pensar en mi, del mismo modo en que Andy me había llamado hace ya mucho tiempo.

El recuerdo afloró en mi muchos sentimientos y es por eso que mi abrazo hacia él, tomó mucha más fuerza de la necesitada en un abrazo formal con un desconocido.

Él me acarició el cabello, y también recibió mi abrazo, sus manos pasearon por mi espalda y cuando llegó a mi cintura me separé de él, si parecer descortés, entonces la puerta detrás de él se abrió, empujándolo, chocando conmigo, haciendo que ambos perdiéramos el equilibrio.

Y caímos de la manera más estúpidamente comprometedora de toda la vida de la vergüenza ajena.

Detrás de nosotros había una silla de color rojo, con detalles dorados y , y él cayó sentado en ella, así de simple, ojalá yo hubiera corrido con la misma suerte.

Me golpeé la rodilla con la superficie de la silla, ya que esta se quedó allí, quedé casi sobre él, la otra pierna estirada, él entre mis piernas. Si no era porque él me sostuvo por la cintura, hubiera quedado sobre él y se hubiera visto peor de lo que se ve ahora.

Cualquiera que nos ve, fuera de contexto, pensaría que somos un par de libidinosos que no aguantaron más y tuvieron un juego previo.

Pareciera que él se sentó, yo le subí una pierna para seducirlo, porque incluso nuestras caras quedaron a centímetros la una de la otra.

Colocó su mano en mi mejilla, y la misma persona que había abierto la puerta así, de golpe, me ayudó a ponerme de pie, era uno de los ayudantes de Agatha.

- Gracias. - Dije en cuánto estuve de pie.

Él se quedó sentado un poco más y me miró.

- Lo siento mucho, que vergüenza.

- Hayden Hunter. - Del otro lado del pasillo, miré, Andy.

- ¿Qué pasa?.

- ¿Qué clase de espectáculo fue ese?. - Me gritó.

- A ver, un momento, no te permito que vengas a gritarme en mi lugar de trabajo.

- No... No le grite. - Se puso en frente de mi. - Fue mi culpa, yo...

- ¿Tu culpa?.

- Adam, ve a mi oficina, es por allá. - Le señalé el camino, y él cabizbajo, comenzó a caminar, miré a Andy, estoy, total y completamente lista para sacar las garras y cantarle sus verdades.

- ¿Se puede saber qué es lo que te pasa?. 

- ¿Qué me pasa?, Hayden por favor, mira lo que estabas...

- Andy. - Le detuve. - Es un niño, ¿Cómo crees que voy a hacerle algo?, por favor reacciona, además, yo no sé porque se supone que te estoy dando explicaciones. - Comencé a caminar con dirección a mi oficina.

- No a mi no me debes nada, pero, te recuerdo que tú tienes un novio.

- ¿Y desde cuándo te importa tanto?. - Me volteé y le solté en la cara. - Te recuerdo que tú estás com - pro - me - ti - do. Métete en tus asuntos que yo me meto en los míos. - Pasé mi mano por mi cuello y me arranqué la cadena que años atrás, él mismo me había regalado.

Sentí un dolor inmenso, no tanto por el escozor que me había dejado arrancarme aquel objeto, sino por lo que representaba para él y para mi, era el fin de un todo.

Le tomé la mano y puse la cadena en la suya.

- ¿Qué?. - Andy miró. - No, no, no, no.  Hayden espera. - Su voz tembló, y me detuvo por la mano. - Lo siento, no me hagas esto, espera.

- Andy no tienes porque disculparte, te estoy devolviendo algo que ya no tiene sentido que yo tenga, ¿Si?, suéltame.

- Hayden, por favor, hablemos.

- Andy, suéltame. - Me zafé de su agarre con vehemencia y él me miró, con los ojos más claros de lo normal, si sigo ahí, mirando cómo está, seré yo quien empezará a llorar.

- Hayden, escúchame.

- No puedo, no quiero.

- ¡Andy!. - Ella estaba ahí, había llegado.

- Ve a ver a tu prometida, y los espero en mi oficina, a mi ya déjame en paz Andy.

Me fui, caminé rápidamente hasta mi oficina, y allí, frotándose las manos, nervioso, estaba Adam.

- Lo siento, lo lamento mucho si le causé problemas con su novio.

- Ese no es mi novio. - Dije en medio de una risa amarga, risa, que pronto se convirtió en lágrimas.

Empecé a llorar y Adam se puso de pie enseguida.

- Tenga. - Me ofreció un vaso con agua, que había tomado rápidamente de la mesa de mi oficina.

- No, gracias... No... No quiero. - Me abrazó enseguida, sosteniéndome con algo de fuerza por la nuca, para evitar que cayera al suelo, que de inmediato perdiera el equilibrio.

Me ayudó a caminar y me dejó en mi silla.

- ¿Se encuentra bien?. - Coloqué mis manos sobre mi rostro y negué con la cabeza.

Me había deshecho del objeto que me había acompañado durante tantos años, ese objeto que representaba básicamente la unión entre Andy y yo.

- Tranquila...

- Lo siento. - Le dije yo. - Tú no deberías verme así, tú no... Tú no tienes que estar haciendo esto, yo no merezco esto.

- O es que tal vez usted no ha descubierto que es una buena persona. - Mi corazón latió con fuerza, son... Son las misma palabras de él.

- No, es que...

- Señorita Hunter. - Volteé para mirarlo, me perdí entre sus ojos verdes, y como acaba de llamarme.

- ¿Qué?.

Recordé claramente mis días de colegio, mis días en que todo surgió y todo al tiempo, se vino abajo.

- Necesito que esté bien, ¿Si?. - Sostuvo mis manos con fuerza. - No quiero que se sienta mal, usted no está sola.

Se acercó a mi y depositó un beso sobre mi frente, y fue hasta ese momento en que me di cuenta de que la escena estaba siendo presenciada por una pareja, la mujer que nos miraba enternecida, y el hombre, que en una mueca de enojo se tragaba sus palabras dichas y por decir.

- Yo debo irme. - Dijo, poniéndose de pie, entonces comencé a limpiar mis lágrimas.

- Si, está bien...

Ese chico... Aunque yo no quiera, es... Como él, me recuerda exactamente a... 

A Andrew Biersack.

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Vale, me tardé :v pero tendrán 10 episodios de un golpe, no se pueden quejar xd

Señorita Inocencia: La Ironía de Nombrar. [Andy Biersack y tu] Segunda TemporadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora