Señorita Diáfana

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Oscuro, todo estaba oscuro.

- Señorita Hunter, ¿Me escucha?. - Sólo puedo identificar sombras. 

Con lo poco que tengo de fuerza de voluntad asiento, el hombre comienza a mover una linterna pequeña frente a mis ojos y me pide que la siga con la mirada, obedezco.

- ¿Cuántos dedos ve?. - Observo y entonces todo parece desdoblarse y volver a unirse.

- Tres arriba, dos enroscados. - Y volví al mundo, a mi terrible... Terrible mundo.

Me acomodé en el sofá y miré a mi alrededor, seguíamos en mi oficina y el hombre era un para médico, guardó sus cosas mientras que le explicaba a Andy que estaba bien, que de seguro fue estrés lo que tenía y que cuidados seguir.

¿Cómo fue que llegué a este punto?.

- Bien, muchas gracias. - Se dieron la mano.

¿Cómo fue que me metí en todo esto?.

Se marchó y Andy y yo nos quedamos solos.

- ¿Te sientes bien?. - Me tomó la mano. - Porque, puedo llevarte al hospital, si quieres... - Negué con la cabeza.

- Andy. - Me sentía cómo otra persona, cómo si ya ni siquiera supiera quién soy. - Estoy bien. - Inclusive mi voz, pareciera que nunca la había escuchado antes.

- ¿Segura?.

- Segura. - Agaché la mirada.

- ¿Qué pasó con Ryan?, - Se me erizó todo el vello del cuerpo. - ¿Qué te dijo que hizo que te pusieras mal?. - Me acarició con cariño los hombros, y mis escalofríos fueron calmados por sus cálidas manos.

- Pues, que no.

- ¿No qué?.

- No está dispuesto a colaborar con el plan. - Recogí sus manos en las mías.

- ¿Por qué?, ¿Qué le pasa?.

- Dijo algo cómo... Que teniendo la oportunidad de tenerme a mi por esposa, jamás se atrevería a divorciarse, no lo hará.

- Hayden, no puedes casarte...

- Andy, tengo que hacerlo... - Dije, sin mirarlo a los ojos, no puedo, no podría.

- ¿Estás hablando enserio?. - Se levantó con vehemencia. - ¿Crees que no sé que intentó abusar de ti?.

- ¿Qué? Andy, ¿Qué estás...?.

- Estaba escuchando por la puerta Hayden, no intervine porque confío en ti, pero, esto... A pesar de eso, ¿Quieres casarte con él?.

- Andy, por favor, entiéndeme.

- No puedo, Hayden, entiéndeme tu a mi, esto sobrepasa por mucho mis límites, yo... No puedo más.

- ¿De qué hablas?. - Derramó una lágrima. - Andy.

- Terminé, no hay nada más de que hablar.

- Andy, por favor, espera.

- No, no puedo más Hayden. No lo hagas más difícil.

Salió del lugar como un rayo, tan rápido que quise, en realidad quise dudar que eso haya pasado, pero, no fue así, esta vez era real, y no era su culpa, no era nuestra, es total y completamente mía.

Cancelé todas mis citas del día y llamé a mi padre, lo necesitaba.

Después de más o menos una hora mi padre llegó.

- ¿Qué fue lo que pasó?. - Estaba en el umbral de la puerta, mirándome como si fuera una niña pequeña con las rodillas raspadas.

- Papá. - Corrí desde mi escritorio hasta sus brazos, necesitaba un abrazo suyo.

Y le conté todo, lo puse al tanto de todo.

- Mi cielo...

- Dime que tengo que hacer. - Me cubrí el rostro con las manos.

- Siento que tengas que pasar por todo esto. - Me besó la frente y secó parte de las lágrimas que humedecían mi rostro. - Pero, cariño, yo no puedo decirte que hacer.

- ¿Por qué no?

- Puedo equivocarme.

- Y yo también.

- Cariño, no lo entiendes.

- Papá. - Dije en tono de ruego.

- Puedo decirte que camino tomar, pero, tal vez no sea el destino al que quieras llegar.

- No sé a dónde quiero llegar.

- Quieres ayudar a Ryan, lo sé, y eso es bueno, pero, no puedes sacrificar toda tu vida por devolver un favor, por otro lado... ¿Cuál es el otro camino?.

- El único que siempre he tenido. - Mi voz temblaba.

- ¿Andrew?. - Me miró.

- Papá, acaba de irse, si tú... - Mi voz se quebró. - Si tú hubieras visto como me miró, papá lo perdí. - Me lancé a sus brazos a llorar desconsolada, de nuevo. - Lo perdí para siempre.

- Y si lo amas, ¿Por qué no te quedas con él?.

- Creí que lo odiabas. - Dije, separándome un poco de él.

- Claro que lo odio, cualquiera que te hace daño mi pequeña, así sea lo más mínimo, ya es un enemigo mortal para mi. Pero, lo amas, y él a ti.

- Papá... - Me apretó la mano.

- Por un tiempo quise apoyar a Ryan, porque, reconozco el amor cariño, y tú lo eres, él te ama, y tú a él, pero, no del modo en que amas a Andy, además... Juntos me dieron un nieto, mi pequeño Dom, no podría ser más feliz.

- ¿Entonces...?.

- Si lo amas, mi cielo. - Me acarició la mejilla. - Ve por él.

- Pero, ¿Y Ryan?.

- Todos tenemos un caos con el que lidiar, creo que él podrá con lo que sea, es fuerte, y si no, allí estarás tú a su lado, como su mejor amiga, no como una esposa trofeo.

- Papá, pero, es la prisión.

- ¿En realidad crees que su estúpido padre se va a salir con la suya con algo tan gordo cómo eso? Podemos denunciarlo, extorsión, chantaje, fraude, daños morales, psicológicos y trata de blancas. - Alice... Es verdad.

- Lo que pasa es que, sus hijos no están dispuestos a algo cómo eso, podríamos tanto ganar, cómo perder.

- Y de eso se trata la vida Hayden, ganas o pierdes. En el campo de minas que es la vida, debes estar listo para llegar al otro lado, o perder ambas piernas.

- No sé que hacer.

- Lo sabrás, eres mi niña, vuelvo y te repito que eres lo mejor que me ha pasado en la vida, Hayden, no hay nada de lo que no seas capaz o que no puedas superar, eres fuerte, eres hermosa, magnífica. Vas a poder con esto y con todo lo que te ponga en frente la vida.

- Papá. - Sonreí. - Te amo.

- Y yo a ti. - Nos abrazamos y él besó mi frente. - Eres lo más valioso que tengo en la vida, estoy seguro de que Dios no pondría en tu camino una guerra que no puedas ganar.

Me sostuvo la mano con fuerza y miré sus cálidos y preocupados ojos.

- Recuerda siempre, que del tamaño del sacrificio, es el tamaño de la recompensa...


Señorita Inocencia: La Ironía de Nombrar. [Andy Biersack y tu] Segunda TemporadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora