Señorita Vestida

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- ¿Este? - Modelé un vestido, de escote pronunciado y falda en corte A.

- Te ves maravillosa. - Dijo sentado en el pequeño sillón de superficie redonda frente a mi.

- Si dices algo como "Te ves maravillosa", "Te ves fantástica", "Eres preciosa", con todo, no me decidiré.

- Es que, es sólo la verdad. - Se encogió de hombros. - Me dejas maravillado con todo, porque todo te queda espectacular.

Lo miré mal.

- No me ayudas. 

- Eres una chica después de todo. - Sonrió y yo lo imité.

- Idiota. - Entré devuelta al probador.

Bien, Hayden... ¿Ahora cuál? Miré el rojo de la esquina, que una de las asistentes me había traído para que me pruebe, bueno... Nada me cuesta.

Me lo puse lentamente, me miré al espejo y al intentar subir la cremallera, no pude.

Abrí la puerta ligeramente y llamé a Andy, quien miraba por todos lados, como... Un niño pequeño, como Dominik, ya entiendo porque son tan parecidos.

- Andy...

- ¿Si? - Me miró, formando una línea con sus labios. - Reí.

- Ven, te necesito. - Se puso de pie y entró al vestidor conmigo.

- ¿Qué sucede?

- Es la...

- Cremallera. - Miró detrás de mi.

- Si. - Sonreí. - ¿Cómo supiste?

- Hay un espejo detrás de ti. - Volteé, efectivamente, no me había fijado en ese pequeño detalle.

- ¿Me ayudas? - Pasó saliva. - Por favor. - Le di la espalda.

- Solamente... - Cerró los ojos, y comenzó a subir la cremallera. - Dilo una vez más.

- ¿Qué cosa? - Pregunté.

- Pídelo una vez más. - Noté su mirada sobre mi en el espejo, y miré sus ojos, y él, los míos.

- Por favor.

- Oh, Hayden. - Bajó de un tirón la cremallera y me empujó hasta quedar por encima de uno de los sillones ahí dentro, hay dos, y el lugar es algo grande para ser un probador.

- Andy, ¿Qué?... ¿Qué haces? - Giró mi rostro rápidamente y me besó.

- Es tu culpa... No, no puedes provocarme así.

- ¿Provocarte?

- ¿Vestido rojo? ¿Tú? Es suficiente para mi. - Sonreí. - Y las consecuencias lógicas no son muy buenas para ti.

- ¿Por qué?

- ¿Ves ese espejo? - Volteé hacia él.

- No estoy ciega.

- Lo sé. - Se mordió el labio. 

- Andy, creo que debes salir de aquí. - Me puse de pie.

- No, no puedo... No me siento capaz.

- Andrew...

- Ven... - Se acercó a mi y me acorraló entre sus brazos y la pared.

- No puedes...

- No, no puedo.

- Andy, sal de aquí. - Susurré sobre sus labios.

Me levantó la pierna que estaba descubierta, y la mantuvo con su mano a la altura de su cadera. Recosté mi cabeza en la pared.

- Hayden Hunter. - Tiró de mi cabello levemente. - No sé que has hecho conmigo, pero, deberías patentar la receta y venderla, muchas mujeres matarían por tener a un hombre... - Le miré directamente a los ojos. - ... Exactamente como tú, me tienes a mi...

Mordió mi labio inferior y apretó mi cintura contra sí.

- Andy... Yo no te he dado ni hecho nada.

- Al contrario. - Besó mi cuello. - Me has dado y hecho mucho. - Me guiñó un ojo y sonrió.

- Idiota. - Le di un golpe leve en el pecho y él rió.

Besó mi frente.

- Eres preciosa así, tan linda... Así sonrojada me recuerdas a cuando te conocí. - Acarició mi mejilla. - Me dan ganas de quitarte ese vestido y hacerte mía sobre ese sofá. - Persiguió mis labios una vez más, pero, giré mi rostro.

- ¿Quieres quitarme este vestido? - Me aparté de él.

- Si. - Me miró, de arriba a abajo.

- Bien, entonces... No es el indicado.

- ¿Qué? - Su mirada se perdió.

- Claro, debe ser un vestido perfecto, con el que necesites verme vestida, y no desees quitármelo.

- No, pero... Hayden, eso, pero... Ese es perfecto.

- Creo que tendrá que ser otro. - Sonreí.

- No, este es perfecto. - Se aproximó a mi. - Y si piensas en ponerte otro, pues no me quedará otra opción, más que la de quitártelo ahora mismo.

- Andy, no. - Lo señalé. - Quédate justo dónde estás.

- No puedes obligarme. - Un par de pasos rápidos y ya estaba en frente de mi, me empujó suavemente contra la pared y me besó, un beso rápido, vivaz.

Uno de los besos que más quería de su parte.

- Andy... - Susurré cuando besó mi cuello y apartó mis manos, deteniéndolas contra la pared.

La puerta sonó, un par de golpes.

- Señorita Hunter, ¿Se encuentra bien? - Andy sonrió y mordió mi cuello.

- Completamente. - Mi voz tembló.

- No es por molestarla, ni mucho menos, pero...

- ¿Si? - Andy me besó. 

- ... El Señor necesita salir de ahí. Los vestidores son exclusivamente para probarse ropa. - Ambos nos separamos al instante, Andy soltó una carcajada.

- Tu no te me escapas, mujer. - Me dio un último beso y se dispuso a salir del lugar, cuando abrió la puerta, la Asistente nos miró a ambos, con rostro de desaprobación y Andy le sonrió.

- Sólo la estaba ayudando con la cremallera.

- Pero, si la tiene abajo.

- Por lo mismo. - Sonrió, y me miró. - La ayudé a bajarla.

La muchacha puso cara de indignación y luego, empujando a Andy, cerraron la puerta.

- Dios mío. - Me puse la mano en el rostro y sonreí. - Pero, que vergüenza.

(...)

- Fuimos por uno, y trajimos tres. - Andy traía las bolsas. - Además de zapatos y accesorios.

- Es para que mi equipo me pueda ayudar a escoger, porque no tengo idea, sabes que yo iría con jeans y una blusa, pero, no puedo. - Miré mi reloj. - Papá debe estar por llegar.

- ¿Qué le diremos a Dominik?

- Que... Estábamos revisando un diálogo que van a presentar en uno de los eventos como el número principal, que me estabas ayudando.

- ¿Estás segura?

- Si.

- ¿Y nosotros?

- Y nosotros... - Lo miré. - Ya veremos...

Señorita Inocencia: La Ironía de Nombrar. [Andy Biersack y tu] Segunda TemporadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora