Señorita Novena

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Ella soltó una carcajada, y en eso, los chicos estaban parados en frente de nosotros, de cara bonita claro, pero, una cara bonita te la puedes encontrar en cualquier esquina, de esas sobran en el mundo.

- Hola. - Dijo el rubio.

- Hola. - Respondió Wendy.

- ¿Quieren bailar?. - Ella me miró.

- Lo siento, es que soy muy celosa. - Dijo, esta vez yo la miré.

- ¿Celosa?. - Dijo uno, riendo, mordiéndose el labio, coqueteaba.

- Si, es que no me gusta que nadie mire a mi novia. - Miré a un lado, para fijarme en cualquier cosa y no empezar a reír.

- ¿Tu novia?. - Dijeron sonriendo.

- Mi novia, somos lesbianas amigo. - Me tomó de la mano y yo agaché la mirada, empezaba a reírme.

- No somos celosos. - Solté una risa sonora esta vez mientras Wendy me miraba, sonriendo.

- No entiendo. - Dijo el otro.

- La cagaste. - Dijo, así, sin más. - Vale, no somos lesbianas, pero, ambas tenemos novios y nos gusta jugar con la gente, así que... - Señaló a un lado del bar. - Desfilando, que la carne no es transparente. 

Ambos, confundidos y molestos, se marcharon.

- Por Dios... - Me cubrí el rostro con las manos mientras seguía riendo. - ¿Esto pasa muy a menudo?.

- Yo hago que pase muy a menudo. - Dijo riendo.

Así se nos fue el resto de la tarde, bromeando y jugando entre ambas, luego, yo volví a casa y Wendy fue a recoger a Dominik.

Llegué a casa y me duché, tenía mucho calor, y de hecho siento... Me siento maravillosa, tengo mucha energía.

Me puse un pantalón de pijama gris a cuadros, y una sudadera negra. Dentro de un par de minutos más, el timbre sonó y supe que el niño de mis ojos había llegado, bajé corriendo las escaleras y abrí la puerta rápidamente para darle paso a la que ahora mismo considero mi mejor amiga y...

Maldita sea, no es ella.

Abrí la puerta emocionada, y me quedé perpleja al ver a Andy parado allí, esperando.

- Hola. - Dijo él y yo medio intenté hablar.

- Ho-hola. - Me pasé la mano por el cabello. - Que pena recibirte así.

- Ya te he visto así Hayden. - Sonrió. - No te preocupes, de todos modos te ves linda.

Me veo linda.

- ¿Y Dominik?. - Evité su comentario y él agachó la cabeza sonriendo.

- En el auto, ahora mismo voy por él. - Iba a moverse.

- Andy.

- ¿Si?. - Volteó para verme.

- Tu...

- ¿Qué sucede?. - Sacudí la cabeza.

- Tu traje para la boda está listo. - La sonrisa se le borró. - Quería saber si puedes ir a verlo mañana en la tarde, hacemos una prueba y luego prueban la comida, ¿Te parece?.

- No es un tema del que me guste hablar, pero, está bien. - Se dio vuelta y metió sus manos en sus bolsillos.

- Si, supongo que debe ser incómodo hablarme de esas cosas a mi, cuando tu prometida está allá, sentada en tu casa. - Camino hasta quedar justo frente a mi.

Le miré, mi corazón pegó un brinco, dejó de estar en calma, y siempre... Siempre era así cuando él está cerca.

- ¿Qué te hace creer eso?. - Jugué con los dedos de mis manos y me mordí el labio. - Hayden.

- No, Andy.

- Hayden mírame. - Negué con la cabeza. - Hayden. - Me levantó el rostro, tomándome con delicadeza por la barbilla. - ¿Qué te hace creer eso?.

- Todo... - Dije, sin antes pensar.

- Hayden, ella no está en mi casa.

- Claro que si, ella debe estar ahí, es tu prometida.

- Yo jamás permitiría que ella esté en el mismo lugar en el que está Dominik.

- Pero, ya se la presentaste.

- ¿Por qué crees eso?.

- La foto que envió Alec. - Argumenté. - Habían unos tacones al fondo, y no creo que tu los uses. - Sonrió de repente.

- Esas piernas que ves ahí, son de Wendy. - Sonreí como si hubiera ganado algún debate importante.

- Da igual. - Volví a mirar abajo. - No es necesario que me digas eso. - Estoy feliz. - Tú no me debes explicaciones a mi. - Extremadamente feliz.

- Te debo todo Hayden, para empezar eres la mujer que me dio un hijo. - Sonreí.

¿Está mal que me sienta así?.

- Si, bueno, fueron ocho meses y medio de arduo trabajo. - Sonrió.

- Quisiera haber estado ahí. - Dijo con pena, levanté la mirada y al instante lamenté hacerlo, nuestras miradas se cruzaron y desde entonces no pude apartar la mía de la suya.

Levantó las manos lentamente, temblando, dudoso, me tomó suavemente por las mejillas y juntó su frente con la mía.

- Fue culpa mía. - Susurré.

- Digamos que fue algo intermedio. - Sonrió. - Lo bueno es que ahora si puedo tener a mi hijo entre mis manos.

- No es sólo tu hijo. - Rió levemente y se separó de mi.

- Lo sé... - Me acarició con las yemas de sus pulgares. - Así que no te hagas ideas locas en esa cabeza tan brillante que tienes. - Me despeinó el cabello lentamente. Sentía la sangre fluir hacia mis mejillas, mis manos temblaban, los nervios a flor de piel, sentía como si fuera a desmayarme.

- Tuve un buen profesor en la secundaria. - ¿Una broma privada era lo indicado?.

- Y yo una alumna excepcional. - Me miró, directamente a los ojos, las rodillas me temblaron y sentí tantas ganas de abrazarlo, abrazarlo y no dejar que se fuera, que se fuera con esa mujer, no dejar que se fuera nunca más.

Se agachó lentamente, centímetros, estaba demasiado cerca, peligrosamente cerca.

- Hayden. - Susurró.

- Andy... - Le acaricié las mejillas y él sonrió casi sobre mis labios.

- Yo... - Sus manos bajaron a mi cintura, poniéndome cada vez más cerca de él, poniéndome al borde de todos los sentimientos que me llenaban.

Esto no está bien, no está bien, no lo está. No es bueno.

Lo empujé levemente y él me miró, con tristeza en sus preciosos ojos azules.

- Dominik debe tener hambre... Voy por él. - Salí de aquella escena en la que hubiera querido permanecer para siempre.

Hubiera querido.

Hay límites, Hayden Hunter. Hay cosas que no puedes hacer, en especial con un hombre que está a nada de casarse con una mujer, y esa mujer no eres tú.

Es el final del camino y no hay vuelta atrás, así que es mejor... 

Es mejor que lo haya separado de mi antes de que ese beso se hubiera dado, antes de que no hubiera forma de enmendarlo y hubiera decidido caer en aquella mirada, en aquellos labios, en el calor de su cuerpo.

Antes de que hubiera decidido pensar en todo el bendito amor que yo le tengo.

Señorita Inocencia: La Ironía de Nombrar. [Andy Biersack y tu] Segunda TemporadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora