El vestido para las damas me había dejado pensando, querían algo especial, ligero, pero muy elegante, y entonces pensé en que tal vez podría ser de estilo falda larga, como la alfombra roja, Hayley tiene mucho busto, así que escotados no pueden ser, porque eso lo enfatizaría, y todas son muy delgadas...
Tomé un cuaderno y comencé a dibujar. El lápiz fue dándole forma a una mujer, y seguí, y seguí, y de pronto...
Me quedé dormida.
(...)
- Bien, yo creo que como eres blanca, un color lila en las Rosas no quedaría mal.
- Pero, ¿Por qué mejor no usar Lilas?
- Porque a Adrianna le gustan las rosas.
- De niñas, te gustaban las Lilas. - Hizo pucheros.
- Pero, ahora me gustan las Rosas.
- ¿Y si mejor usamos Lirios? Son lindos.
- No es mala idea.
- Pero, yo quiero Rosas.
- ¿Tú que opinas Hayden? - Me miró Hayley, incluyéndome, yo sólo estaba escuchando.
- Tal vez podrías usar las diferentes ideas, para la boda en el "Salón de las Flores" podrías usar las Lilas, para adorno Lirios en todas partes, y en la recepción, para toda la noche, y como son las que le gustan a la novia, Rosas.
Todas me miraron con los ojos abiertos y los labios fruncidos, ¿Qué onda con sus caras?
- Me encanta su idea. - Dijo Bethany con un tono engreído, con el cual siempre habla.
- A mi igual.
- Vaya Hayden... Tienes buenas ideas.
- Si la dejaran hablar, pues claro que si. - Me defendió Adrianna y yo sonreí.
- De hecho, tengo más cosas que decir.
Así se nos ha ido el tiempo, los días... En preparaciones, elecciones, telas, colores sabores... No puedo creer que reclamaron que la crema pastelera sabía muy dulce, así sabe... Si no la quieren no la coman.
Ryan se había retrasado, porque no encontraba sus cosas, no habían vuelos, y muchas cosas más, y hoy... Por fin llega.
Lo vi salir, y correr hasta por casi caerse hasta llegar al frente de mi.
- Hola. - Sonrió.
- Disculpa, no te conozco. - Me volteé y comencé a caminar.
- ¡Hayden Hunter! - Gritó. - ¡No me dejes! - Se tiró al suelo, y comenzó a patalear.
Me regresé de inmediato y lo levanté.
- Tonto. - Y nos fuimos riendo, con la mirada de todos sobre nosotros.
- Te extrañé tonta. - Me despeinó el cabello, cuando subimos al ascensor.
-Y yo a ti, tarado. - Nos abrazamos.
- Estás muy delgada. - Me miró. - ¿Estás comiendo bien?
- Si, ¿Por qué?
- Espero que sea así y no andes de anoréxica. No me gustan las anoréxicas Hayden.
- ¿Y eso que tiene que ver?
- Que si llego a saber que tienes anorexia te voy a rellenar de comida hasta que revientes.
- Extrañaba tus cuidados intensivos. - Le sonreí y él a mi.
Bajamos del ascensor y una maleta la tomé yo, y la otra él, además de un bolso negro que él lleva. Trae unas maletas en las que yo podría caber tranquilamente. Entramos a mi casa, papá está trabajando, al igual que Caroline.
- ¿Tu papá?
- Tiene turno.
- Oh, bueno. - Cerré la puerta, caminó hacia mi y me acorraló contra la puerta. - Así que estamos solos.
- Estamos solos. - Afirmé y él sonrió, me tomó por la cintura y yo subí mis manos a sus hombros.
- Adivina que.
- ¿Qué? - Sonreí y él se mordió el labio.
- Te traje un regalo.
- ¿En serio? ¿Es chocolate? - Rió.
- ¿Cómo lo supo? - Sonreí. - Además de eso.
- ¿Qué me trajiste?
- A mi.
- No quiero eso. - Su boca se hizo una fina línea y me apretó la cintura, zona donde él sabía que tengo cosquillas.
- Perdóname. - Reí y él sonrió.
- No me tomas en serio.
- Perdóname. - Besé su mejilla y él se agachó para besar mi frente, entonces sentí un peso en el hombro, el bolso negro que llevaba ahora lo tenía yo.
- Mira lo que es. - Lo solté y lo abrí con dificultad, porque tenía cierres, botones y seguros.
Lo miré boquiabierta y él sonrió encogiéndose de hombros.
- Debió costarte mucho.
- Un ojo de la cara. - Me guiñó. - Mentira, me la robé. - Lo miré, petrificada y él soltó una linda carcajada.
- La pagué, tranquila, sabes que yo no robo más que corazones. - Se pasó las manos por el cabello y sonrió hacia un lado como si alguien fuera a tomarle una foto.
- Ya, ponte serio. - Le toqué el estómago con el dedo índice y él se retorció al instante. Está más duro, creo que ha estado haciendo ejercicio.
- ¿Te gusta?
- Me encanta.
Me había regalado una cámara profesional Nikon.
- Es increíble.
- De hecho, tuve un problema serio, no sabía si comprar una de Nikon, o una de Canon...
- Vaya. - La miraba, y la miraba, y no podía creer que estuviera allí.
- Y compré ambas. - Lo miré y él sonrió. - Yo también quería una cámara, así que compré, una para ti, y una para mi.
- Ay, por Dios. - No pensé y me le abalancé encima para abrazarlo, y él me levantó, cargándome.
- Merezco un beso. - Puso la mejilla y yo se la besé, entonces el comenzó a rasparme con su barba para molestarme.
- ¡No! ¡Me duele! Ryan... - Me bajó y me abrazó.
- Lo siento, ya debo afeitarme. - Sonrió.
- ¿Emocionado por estar aquí? - Saqué la cámara y comencé a verla y tocarla, para ver si así me la creo.
- Algo, mi hermana me escribió y dij que quería verme, al igual que Tom.
- Cierto, cuándo fui a Boston, me encontré con Jeremy.
- ¿Y él que hacía allá?
- Pues, no sé. - Sonrió.
- De seguro, el negocio ahora es de él.
- No lo sé, como son temas delicados, preferí no preguntar.
- Está bien. - Me acarició el cabello y besó mi frente. - Bueno, vamos a comer... Porque no quiero cocinar, y tampoco quiero que cocines.
- Ya vas a despilfarrar el dinero. - Lo miré y llevé todo mi cabello a un lado de mi cabeza.
- Me encanta cuando haces eso. - Sonrió. - Me dan ganas de peinarte.
- ¿Peinarme?
- Si. - Cerró los ojos y sonrió. - Ya no me juzgues, mejor vamos a que pruebes esa cámara. - Me cargó cual princesa y salimos gritando de mi casa...
Extrañaba a este chico...
Ryan, gracias por devolverme mi felicidad.
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Señorita Inocencia: La Ironía de Nombrar. [Andy Biersack y tu] Segunda Temporada
Fanfic- Jamás creí que llegaría a referirme a ti a manera de sarcasmo Hayden... Ya no eres tú... - Sigo siendo yo... - Le grité molesta y frustrada. - No, no de la que me enamoré...