Señorita Húmeda

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Un trueno más cayó y Dominik se hizo un ovillo bajo las sábanas.

- Mami... - Sonaba preocupado.

- Tranquilo mi amor, sólo es lluvia... La lluvia es hermosa, a ti te gusta jugar con el lodo que la lluvia hace, y salir a mojarte.

- Tengo miedo... - Su voz temblaba.

- En todo este tiempo, ¿Cuándo he dejado que algo malo te pase?

- Nunca mami.

Me abrazó y ahí, acurrucado en mi pecho, se durmió. Lo acobijé y besé su frente, entonces me dirigí a donde se encontraba Andy...

Lo de esta mañana...

Desperté con Andy besándome, y no pude evitar recordarlo todo con él, tal vez sea el hecho de que me encuentro vulnerable...

- Hola. - Fui a la habitación en la que él se estaba quedando, y lo vi instalado en el escritorio, tecleando algo en su computadora y calificando un par de hojas.

- Hola. - No volteó.

- ¿Ya cenaste? - Literalmente acababa de llegar.

- Si, Clay trajo comida para todos.

- ¿Quién es Clay?

- Un pasante del colegio. - Siguió tecleando.

- Bueno, vine a ver que estes bien y bueno, Dominik ya está dormido.

Volteó.

- Bien. - Cerró su computador y se levantó rápidamente de su silla, se acercó a mi, iba a besarme pero lo detuve.

- ¿Qué haces?

- Vienes a mi cuarto... - Cerró la puerta detrás de mi, y me atrapó contra ella. - ... Con ese vestido negro... Me dices que Dominik está dormido, ¿Y esperas que no intente nada? O al menos, ¿Esperas que crea que tu, no esperabas nada?

Me tomó con fuerza por la cintura.

- Ahora mismo tienes dos opciones... - Susurró sobre mis labios. - O te cambias ese vestido por alguna camiseta mía y te acuestas en esa cama a dormir conmigo...

Lo miré desafiante.

- ¿O? - Cerró los ojos y suspiró.

- O te quito yo ese vestido y usaremos esa cama para todo menos para dormir.

Mis piernas temblaron y sentí una pequeña corriente recorrer mi cuerpo.

- Debo irme. - Dije al instante y traté de huír, en lugar de eso, él me aprisionó, y quedé entre sus brazos.

- Sólo tienes esas dos opciones Hayden, y si no te apresuras, juro que pensaré que quieres la segunda.

Me aparte de él lentamente y me acerqué al espacio que quedaba junto a su escritorio.

- No puedo, me da vergüenza.

- Si no puedes tú, te puedo ayudar yo, eso si... No respondo. - Sonrió y se mordió el labio.

- No, no... Yo puedo. - Volteé y comencé a bajar la cremallera del vestido, pero sentí su intensa mirada y simplemente me puse nerviosa, volteé por unos segundos.

Su mirada, más ardiente que el fuego, su lengua vacilaba al pasear por encima de sus carnosos y rosados labios lentamente, y sus ojos recorrían mi figura con tanta intensidad, que... Casi podía sentir el toque de sus manos.

- Deja de hacer eso. - Volteé. - No puedo seguir si me miras. - Se aproximó rápidamente.

- Y yo no puedo seguir solo mirándote. - Me tomó el cuello con una mano y con la otra, la cintura.

En tan solo segundos, su boca estaba devorando la mía, debastando la calma que había conseguido contener a su alrededor. Enredé mis dedos en su cabello y tiré de él.

- Andy... - Jadeé en su oído, y al instante tomó mi mano y la llevó a su erección, exhaló con fuerza.

- Quiero que me sientas... 

- Andy... - Comenzó a mover mi mano.

- Abre la boca. - Ordenó, e inconscientemente obedecí.

Introdujo su lengua danzante en mi boca al instante.

- No. - Gemí cuando sentí su mano bajar por mi entrepierna.

- Oh, vaya... - Miró hacia abajo. - Mi amor, estás húmeda... - Besó mi barbilla. - Qué deliciosa.

Me quitó por completo el vestido y por primera vez en mucho tiempo me sentí débil e indefensa frente a él.

- Creo que ya he dicho esto antes Hayden... Pero, en serio me da vergüenza mirarte, eres tan... Perfecta...

- No es verdad... - Me cubrí como pude.

- Sabía que tu cuerpo ha madurado, porque bueno... Creciste... Pero, tus caderas... Tu cintura está tan pequeña, y tus... - Miró mi pecho. - No creo que pueda seguir hablando sin babear.

- No sólo ha madurado mi cuerpo. - Puse mis manos en mis caderas.

- Claro que lo he notado Hayden, esa es la parte más sexy que tienes... Tienes un cerebro de infarto y un corazón que... - Se mordió el labio.

Sonreí.

- Ven aquí. - Pidió. Me acerqué lentamente y al llegar a su lado, me soltó el cabello. - Detesto que te peines.

Sacudí mi cabello y este tomó un aspecto 

- Tu cintura. - Colocó sus manos en ella. - Tiene el tamaño perfecto para mis manos.

- Eres un egoísta. - Me volteé rápidamente pero él me detuvo, y me tambaleé, en busca de mi equilibrio terminé pisándolo con el tacón, y ambos caímos al suelo, él se acomodó para quedar por sobre de mi.

- Si, lo soy...

- No tienes derecho a...

- Claro que lo tengo... - Clavó su erección en el espacio entre mis piernas. 

- Andy, no... - Pedí, antes de entregarme a la locura que estaba causando dentro de mi.

- Por favor Hayden. - Me dio un beso rápido. - No trates de evitarlo... Te necesito.

Lo miré, directamente a los ojos, cosa que debí de haber evitado, ahora estaba sentenciada a muerte.

El deseo, el amor, la inocencia, la pasión, había una incontable mezcla de emociones.

- Hay una cama ahí.

- No quiero usar la cama... A esa podremos usarla siempre... - Tomó mis manos y las detuvo por sobre mi cabeza. - Quiero tomarte aquí, en el suelo...

- Está frío...

- Tú sólo espera, y verás lo caliente que te pondrás... - Me guiñó un ojo y sonrió.

- Oh, por... - Lamió mi cuello y comenzó a descender por el camino de mis pechos.

Lo oía respirar, estaba... Tan calmado que asustaba, porque yo... Por ejemplo, estoy al borde de un colapso...

- Hayden, mi amor... - Lo miré y él acarició mi pecho levemente, puedo asegurar, que ahora mismo estoy del color del tomate.

Roja.

Roja.

Roja.

- ... Te extrañé... - Se quitó la camiseta y yo miré su abdomen desnudo, peinó su cabello y me lanzó una mirada roba orgasmos. - Es un placer tenerte de vuelta...

- Lo mismo digo...

Señorita Inocencia: La Ironía de Nombrar. [Andy Biersack y tu] Segunda TemporadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora