Señorita Encendida

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Gemí al contacto de su mano con la piel de mi trasero, él iba más que rápido, y yo, vaya... Realmente no puedo pronunciar ni una palabra.

- Hayden... - Jadeó. - Oh Hayden... - Mordió el punto tan sensible que tenía en el cuello e hizo que todo dentro de mi se moviera.

Me había tomado dos veces en el suelo, y ahora, me estaba tomando en la cama, yo estoy sobre él.

Apretó mis pechos entre sus manos y tiró de mi cabello.

- Andy. - Gemí su nombre, y gracias a eso, pareció decidir que era el momento para aumentar el ritmo.

- Muévete, más rápido. - Pidió.

Inmediatamente lo hice, y él se dejó caer en la cama, con los ojos cerrados, y sosteniendo el cabello de mi frente.

- Andy...

- Hayden... - Gimió y mordió mi labio. - Te amo... - Me abrazó, y aumentó automáticamente la velocidad y la fuerza de sus embestidas. Me mordió el labio con fuerza mientras que agarraba mis trasero, guiando mis movimientos. 

Me tensé entera, estaba cerca, cerca de ese punto de clímax al que sólo Andy había conseguido llevarme, y me estremecí, no sabía hasta este momento que tanto lo necesitaba, a Andy y a lo que me hacía sentir.

- Estás... - Echó la cabeza hacia atrás, y con ella, todo le cabello se le despeinó, abrió la boca y comenzó a darme con más fuerza, incluso el choque de nuestras pieles se escuchaba en toda la habitación, otro factor para que esté tan cerca del orgasmo. - Tan apretada... 

- Andy, cállate. - Dije como pude, y me felicité por no haber titubeado, él sonrió.

- Tu cuerpo me extrañaba. - Me agaché y lo besé con fiereza. - Si vas a callarme así, hazlo siempre.

Esa declaración y una última potente embestida me llenó, y lo hizo llegar a él. Era todo lo que hacía falta, ni más, ni menos.

Unos últimos espamos nos llegaron a ambos, y cada movimiento parecía simplemente mágico.

Escondí mi cara en su hombro y él me acarició el cabello.

- Hayden, no sé que me hiciste, pero... Quiero seguir haciéndotelo... - Me levantó la cabeza y me miró. - Estoy sediento de ti. 

Agaché nuevamente la cabeza y él me detuvo.

- Me abalancé sobre ti, lo siento... - Dijo como un niño pequeño.

- No es cómo si me hubieras forzado a algo. - Me incorporé y lo miré, sonrojada.

Sonrió al verme.

- Debo decirte que te ves magnífica, preciosa así... Despeinada, y recién llegada al orgasmo al que yo te llevé... Te ves preciosa así sobre mi.

Busqué las sábanas inmediatamente y con ellas me tapé. Retiré mis piernas de cada lado de su cadera y el gruñó, cuando nos separamos. Me quité de encima de él y me recosté a su lado, en seguida buscó a abrazarme.

- Hacerte el amor es poesía, Ángel, quiero que sepas que me encanta escribirte y leer cada párrafo de ti.

Intenté decir algo, pero, fue completamente en vano.

- Hayden... - Tocó mi cintura, esta vez un poco más serio.

- Iré a tomar una ducha.

- Gracias al Cielo, creí que te habías quedado sin voz. - Me miró directamente a los ojos. - Y bueno, por como causé que gritaras, lo pude haber creído.

- Por Dios. - Me cubrí el rostro con las manos y él rió levemente.

- ¿Una ducha? ¿Me lo estás proponiendo?

Señorita Inocencia: La Ironía de Nombrar. [Andy Biersack y tu] Segunda TemporadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora