Señorita Afortunada

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Andrew subió sus manos lentamente por mis costillas mientras su boca atacaba la mía y se mantenía ocupada.

Optó entonces por quitarme mi buso gris por completo lo arrojó a un lado y al verme, sonrió.

- Eres mía, toda mía.

- Cómo lo he sido desde el día en que te conocí. - Le abracé, pasando mis brazos por su cuello. - Sólo de ti seré.

- Nena, me vuelves loco. - De un tirón, libró mis pechos del brasier sin llegar a quitármelo, se llevó uno a la boca, mientras al otro le daba una atención especial mezclada entre masajes con su dedo y ligeros pellizcos a los pezones.

Gemí, entre mis piernas sentía un extraño deseo de tenerlo cada vez más cerca, así que lo acerqué, cerrando mis piernas alrededor de su cintura y acercándolo por su nuca.

Me soltó.

- Déjame ayudarte.

Se separó levemente de mi, desabrochó mi cinturón y con cuidado me quito el pantalón y el pequeño trozo de tela que le impedía llegar a mi mojada  feminidad.

De repente, cerró los ojos y soltó un sonido parecido a un quejido.

- ¿Qué sucede?. - Llevé mis manos a mis pechos y me cubrí.

- Hay muy poco tiempo y tantas cosas que quiero hacerte. - Se aproximó a mi.

- Entonces date prisa. - Me tomó bruscamente por el cabello y yo grité, me dio un beso.

- No juegues conmigo Hayden.

- No me atrevería. - Ambos sonreímos.

Movió su mano derecha, hasta llegar a mi sexo necesitado.

- Dime quién te ha tocado. - Me sostuvo por el cuello mientras su dedo corazón entraba lentamente en mi, abrí mi boca ahogando un inminente grito.

- Tú. - Dije, con voz temblorosa.

- ¿Quién ha estado dentro de ti?.

- Sólo tú.

- ¿De quién es?. - Un segundo dedo entró y yo gemí de modo sonoro.

- Tuya, es tuya... - Dije, él me estaba torturando.

- Uh, nena, acabas de ganarte un premio.

Me abrió las piernas y agachándose, enterró su lengua en mi entrada, gemí, su boca estaba caliente, muy caliente, enredé mis dedos en su cabello y lo empujé hacia mi, un tercer dedo hizo presencia mientras que el pulgar jugaba con mi clítoris ya hinchado.

- Andy, no puedo más... - Le dije, al tiempo que me daba cuenta de que estaba tocándome los pechos. - Voy a llegar.

- No, aún no, quiero sentir cuando te vengas estando dentro tuyo. - Se puso de pie y se desabrochó lentamente el pantalón, me estaba metiendo en un juego de seducción, así que no lo dejé terminar.

Me incorporé, coloqué mi mano sobre su miembro, debajo del bóxer, una pequeña perla de líquido estaba en la punta y con el pulgar la utilicé para masturbarlo.

- Hayden. - Tembló, jadeando.

- ¿Es mío?.

- Entero. - Dijo sonriendo, moviendo las caderas de atrás hacia adelante.

- Acabas de ganarte un premio. - Le sonreí, repitiendo sus palabras mientras él entornaba los ojos con una sonrisa pícara. Lo solté y me di vuelta, dándole la espalda. - Dámelo.

- Mierda... - Escuché que susurró y lo vi pasarse una mano por el rostro con frustración mientras se apuraba en quitarse lo que le quedaba de ropa.

Era tierno y muy sexy, pero más tierno.

Me tomó con fuerza por el cabello.

- Firmaste tu sentencia.

- Espero que el crimen haya valido la pena. - Sonreí, y tras una fuerte nalgada me la metió sin decir ni preguntar nada, grité entonces, no estaba lista, y se abrió paso en mi de una forma tan brutal que casi caigo al suelo.

- Va a valer toda la maldita pena. - Vi sus manos aferrarse al borde del escritorio y entonces, sin piedad, empezó con su vaivén, dentro, fuera, estaba tan duro y tan caliente, y mi respuesta... Lo único que podía hacer era gemir, no logro pensar con claridad...

En realidad no puedo pensar en nada más que no sea él sobre mi.

- Estás muy mojada. - Dijo mientras me mordía el hombro, en esta ocasión me dolió, pero no dije nada.

El aula estaba llena de mis gemidos, sus jadeos y maldiciones, el sonido de nuestra unión siendo correspondida una y otra vez.

- Andy, me vengo... - Le advertí, y él me subió una pierna al escritorio, con cada embestida mis pechos rozaban la fría madera de la superficie, estaba volviéndome loca, y con cada nalgada, con cada pellizco, con cada cosa que hacía, me sentía más cerca del éxtasis.

- Vente para mi nena. - Tomó mis manos y llevó una a cada pierna, hizo que me abriera más para él.

- No sabes cuán buena es la vista.

- Podría probar. - Me tomó la cintura con vehemencia y me apegó por completo a él, una vez más lo tenía adentro, por completo, tanto que sentía que había alcanzado lugares de mi que no sabía que tenía y que se sentían tan bien.

- Te amo. - Dijo, en un susurro sobre mi oído. - Te amo tanto. - Me pasó un brazo por la cintura, abrazándome y pegándome a él. - No tienes idea de cuanto, Hayden. - Adentro. - Te amo demasiado. - Afuera. - Tanto que podría morir.

- No... - Jadeé. - Me digas eso...

- Es la verdad. - Salió de mi y me dio la vuelta. - Hayden... Te amo.

- Y yo te amo a ti.

- ¿A pesar de todo?.

- A pesar de todo.

- ¿Te quedarías conmigo?.

- Me quedaré contigo. - Sonrió.

- ¿Enserio?. - Me sentó sobre el escritorio.

- Por supuesto. - Le acaricié el cabello de la nuca.

- ¿Completamente segura?. - Asentí, firme. - Eso quiere decir que te gusto. - Eché mi cabeza hacia atrás soltando una bien merecida carcajada.

- ¿Que si me gustas?, por Dios, tengo un hijo tuyo.

Él rió conmigo para luego tomarme por las mejillas y besarme.

- Eres increíble. - Dijo, mientras no podía parar de sonreír.

- Sólo es porque te tengo.

- Y yo necesito tenerte a ti ahora...




Señorita Inocencia: La Ironía de Nombrar. [Andy Biersack y tu] Segunda TemporadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora