Y eso había sido todo.
Estaba tan perdido, tan desubicado, que ni siquiera me di cuenta de que tan rápido había pasado el tiempo por mi vida.
- ¿Estás bien?
- ¿Crees que puedo estarlo en este momento? - Mis ojos ardían, había vuelto al hotel, y todo era horrible, quiero decir, más que horrible.
- Andy...
- ¿Por qué no me lo dijiste? - Sollocé.
- Estabas más, ¿Crees que iba a ayudar si te decía algo que empeore tu vida?
- Al menos Hayden no hubiera pensado que ni siquiera recuerdo cuanto tiempo hemos estado lejos.
- Al menos pudiste verla.
- Y me fue como la mierda, ella me odia, jamás volveremos, ya no tengo esperanza.
- Andy...
- No, Alec, cállate.
- Puedes recuperarla, o lo que es mejor, encuentra una mujer que realmente te haga feliz. Si, te equivocaste, pero, ¿Quién no se ha equivocado en la vida? Y de eso están hechas las parejas fuertes, de equivocaciones, y de arreglos, de altas y bajas, pero siempre saben como arreglar las cos...
- Pero ella no lo sabe. - Grité. - Ella no es normal, ella no es como el resto, no aprendió a luchar por lo que quiere, porque jamás le dejaron hacerlo...
- Andy.
- Toda persona que haya entrado en su vida la ha dañado de una u otra manera, incluyéndome, ¿Crees que después de haber pasado por tanto, ella estará dispuesta a quedarse y aguantar todo el daño que aún podría hacerle? De hecho, es muy inteligente, porque no se quedó con alguien que ya no sabía hacerla feliz.
- La hacías feliz.
- Pero no le hacía bien. - Grité enfurecido. - Yo no le hacía bien.
- Andy, ¿Te escuchas? - Me miró. - Tu ayudaste a que ella sea la mujer que es ahora.
- No quiero ser el mal recuerdo que tiene que superar, quiero serlo todo para ella, pero, menos eso. - Sacudí el cabello de mi nuca. - Esto es pura mierda, pura mierda. - Volví a afirmar y Alec rió.
- Vamos viejo, vamos a lograr que esto mejore, no se como pero...
- Gracias Alec... Pero ya no tiene sentido, no cuando ella ya no quiere verme... - Miré mi mano y vi el anillo con su nombre, comencé a girarlo, hasta que su nombre quedó del lado contrario, vacío, como me sentía ahora.
- Oye... Ahora que lo pienso.
- ¿Si?
- ¿Por qué se enojó contigo? Estaba actuando extraño, igual que tú.
- No lo sé, es muy raro.
- Alec.
- No lo sé.
- Sé cuando mientes.
- Lo sé.
- Entonces habla. - Me miró. - Ya.
Dudó un rato y me miró.
- Promete que no te enfadarás.
- Alec.
- Yo se donde ha estado Hayden todo este tiempo, y hemos seguido hablando...
En shock, mis puños se cerraron y mi sangre comenzó a hervir.
- Lo sabías y nunca... ¡¿Nunca se te ocurrió decirme?! - Reclamé.
- Ella me pidió que no lo hiciera. - Se defendió.
- Ella... ¿Por qué...?
- Andy.
- Detén el auto.
- Andy, escucha.
- Detén el auto Alec, porque sabes que en el estado que estoy puedo simplemente abrir la puerta y saltar.
Se detuvo de mala gana y entonces bajé.
- Gracias por "Los amigos van primero". - Cerré la puerta y comencé a caminar.
- Andy, basta, sube ya.
- No, Alec, vete a la mierda.
- Andy, sube ya, no te estoy preguntando, no te dejaré sólo en la calle.
- Pues, ¿Qué le vamos a hacer? Porque yo no pienso subir.
- Andy.
- Vete Alec.
- Andy, basta sube... - Le saqué el dedo medio y dejé de hablar, sólo salí corriendo, sin ningún lugar a donde ir, ni siquiera conozco este lugar.
Llegué a un parque, con muchos árboles y mucho pasto, y la gente me miraba al pasar, hasta que simplemente ya no había gente en la calle ni en el parque.
No me daba miedo, mucho menos quería ir al hotel para ver a Alec allí, no quiero saber absolutamente nada, de nada ni de nadie.
Si, puede que me esté ahogando en un vaso de agua, y si, hay personas que tienen problemas más serios, pero, eso no quita que mis problemas estén aquí y que duela, nadie puede arrancarme el dolor que cargo en el pecho y en la mente, y aunque pudieran, no querría que nadie lo hiciera, porque mamá me enseñó a hacerme cargo de mis responsabilidades, y quería vivir con ese sentimiento.
Aunque eso me matara.
Y el amanecer llegó después de varias horas, las nubes comenzaron a cubrirse de un tono morado verdoso, y luego el naranja y el rojo se hicieron presentes, hasta que el sol llegó al borde del horizonte, y todo se volvió amarillo.
Nunca pensé, que una persona podría causar esto en mi, que no tenga ganas de nada, que ya no me sienta vivo, es algo que creí que no pasaba más que en los libros, y me lastima, porque a pesar de ser profesor y saber tanto, no sabes como dejar de sentir.
Suspiré y froté mis ojos con mis muñecas.
Quería que me aceptaras de nuevo Hayden, ahora no quiero que me vuelvas a ver.
Caminé de vuelta al hotel, agotado y cansado, y debo decir que en el camino perdí mi celular y mi billetera, bueno, no los perdí, me los arrebataron.
Pero, para mi fue tan sencillo como pedirle la hora a alguien, los entregué sin problema, tal vez les sirva más a ellos que a mi.
Abrí la puerta y Alec saltó sobre mi al instante.
- Viejo, creí que jamás volvería a verte. - Me miró. - Eres un imbécil, no vuelvas a hacer eso ¿Crees que soy tu madre para esperarte hasta tan tarde? La próxima vez te irás derechito a la mierda. Pero, cómo te extrañé. - Volvió a abrazarme.
Bipolar.
- Quiero dormir, déjame. - Me solté de su abrazo y caminé hasta mi cama.
- Andy, en serio... Nunca antes te habías puesto así, ni siquiera cuando pasó lo de tus padres, ni cuando rechazaron tu beca por error, y estuviste revoloteando por cada biblioteca de la ciudad para conseguirla de nuevo. Siempre has superado las cosas muy fácilmente y...
- Bueno, tal vez ya es hora de que algo me afecte, como el ser humano que soy.
- Andy...
- No necesito esto Alec, sólo... Quiero irme a casa, y volver a encerrarme otros cuatro años.
- Pero...
- Ya lo dije Alec, y no creo que tenga que volver a repetirlo.
- Sólo iba a decir que... No voy a dejarte solo, nunca lo he hecho y menos ahora lo haré, sólo quiero tener a mi amigo de vuelta. - Me acomodé en la cama.
- No.
- Extraño a mi viejo amigo, extraño a Andrew Biersack, amigo...
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Señorita Inocencia: La Ironía de Nombrar. [Andy Biersack y tu] Segunda Temporada
Fanfiction- Jamás creí que llegaría a referirme a ti a manera de sarcasmo Hayden... Ya no eres tú... - Sigo siendo yo... - Le grité molesta y frustrada. - No, no de la que me enamoré...