"Hay tardes en las que uno desearía
embarcarse y partir sin rumbo cierto,
y, silenciosamente, de algún puerto;
irse alejando mientras muere el día;Emprender una larga travesíay perderse después en un desiertoy misterioso mar, no descubiertopor ningún navegante todavía.
Aunque uno sepa que hasta los remotos
confines de los piélagos ignotosle seguirá el cortejo de sus penas,
Y que, al desvanecerse el espejismo,
desde las glaucas ondas del abismo
le tentarán las últimas sirenas. "
Varias maneras de escapar, de alejarte y dejar todo. La forma de la muerte, la magia, lo místico. Un sentimiento inefable recogió mis pensamientos con calidez. Una perfecta y bella forma de decirnos con todo el corazón, que es casi imposible huir de los que nos acongoja, nos tienta, porque todo eso, vive en nosotros.
"Emoción Vesperal" se titula el poema, Ernesto Noboa y Caamaño, el nombre del autor, un maravilloso poeta ecuatoriano, perteneciente a la reconocida "Generación Decapitada".
Levanté la mirada y lo hallé ahí, sonriéndome, con el hombro pegado a la pared, apoyándose en el mismo.
- Buenos días. - Sonreí.
- Buenos días. - Sábado en la mañana, mi tarea la había hecho ayer, y Andy tenía mucho de su trabajo adelantado.
- ¿Por qué no me despertó?
- Se veía cansado anoche, no quería molestarlo.
- Usted puede molestarme cuanto le venga en gana.
- Tomaré eso para referencias futuras. - Sonreí y él se sentó a mi lado, en el suelo, al lado de sus enormes libreros repletos de grandes e interesantes libros, que no tardé en comenzar a husmear.
- ¿Qué tal? - Me acarició el cabello, justo en la zona de la coronilla, su calor me brindó una sensación reconfortante, porque algo que jamás podría confundir, es el toque de sus cálidas y capaces manos.
- Hace rato leí algo.
- ¿Y qué era?
- Sé que tal vez la pregunta le molestará, porque hemos hablado mil y un veces de los mismo.
- Sólo dígalo. - Sus ojos estaban algo enrojecidos y entrecerrados, ¿Y cómo no? Acababa de despertar.
- Deben haber varias candidatas, con diferentes habilidades y características, entonces, ¿Por qué yo?.
La sonrisa se le borró del rostro, tomó el libro de entre mis manos y lo cerró, a diferencia de muchas otras veces no dejó el libro en su lugar, en orden, lo dejó en el suelo junto a los que yo había apartado para leer.
- Póngase de pie. - Me tomó por ambas manos para ayudarme, mientras que él también se incorporaba.
- ¿Para qué...? - De pronto, me tenía acorralada entre su cuerpo y el librero, iba a besarme.
- Espere, un momento, Andrew... - Lo empujé levemente. - Le hice una pregunta.
- Y todas las responderé.
- Pero... - Me besó, sostuvo mi cintura sobre la marcha, para evitar que me fuera o me quitara. - Andy... - Susurré, a centímetros de él.
- Esa voz. - Se mordió el labio inferior.
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Señorita Inocencia: La Ironía de Nombrar. [Andy Biersack y tu] Segunda Temporada
Fanfiction- Jamás creí que llegaría a referirme a ti a manera de sarcasmo Hayden... Ya no eres tú... - Sigo siendo yo... - Le grité molesta y frustrada. - No, no de la que me enamoré...