Señorita en Pedazos

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- No es justo... - Fue lo siguiente que dije.

- ¿Qué no es justo?.

- No es justo que hagas esto conmigo. - Retrocedí y me apoyé en la pared a mis espaldas. - Que me dejes maravillada cuando sabes que ya hay alguien en mi cabeza, en mi corazón.

- Y yo no te pido que lo olvides. - Me tomó ambas manos y juntó su frente con la mía. - Hayden, no quiero que olvides a la persona que te enseñó a amar, porque si no, ¿De qué otro modo podrías amarme a mi?. - Sonrió. - Pero, quiero que me ames y amarte yo de un modo distinto.

Lo miré.

A diferencia de Kyle, él no quería reemplazar a Andy, no quería que pensara en él del mismo modo en que pensaba en Andy, no quería que lo tocara, que lo besara como si pudiera tomar su lugar, no. Él quería ser diferente, y no quería obligarme a olvidar a Andy.

Sin embargo, no hay modo, no es posible.

- Adam, no.

- Pero, Hayden.

- No te enamores de mi.

- Ya es demasiado tarde.

- Adam. - Negué con la cabeza mientras mordía mi labio, intentando no seguir llorando.

- Hayden, no puedes negar lo que sientes por mi, tampoco puedes negarme, ni negarte a ti esta oportunidad. - Lo miré. - Hayden, soy incapaz de dejar que te niegues a mi, eres la primera mujer por la que me siento de este modo.

- Adam, eres muy joven para saber eso.

- Y tú no eres una anciana como para hablarme así.

- Adam.

- Son un par de años de diferencia, ¿Y qué?, a la final, somos sólo un hombre y una mujer. - No. - Que se gustan. - No lo hagas. - ¿Cuál es es problema?. - Me cubrí el rostro con ambas manos.

Dos nuevas lágrimas rodaron por mis mejillas y cerré los ojos con fuerza.

- No quiero hacerte daño Adam. - Me tomó por las muñecas y separó mis manos de mi rostro. - No quiero abrir heridas en ti, y...

- Las heridas se curan con el tiempo.

- Pero, dejan cicatriz. - Me limpié las lágrimas. - Adam, si no inviertes tiempo en algo que pueda romperte, no te romperá nunca.

- Yo sé que tú nunca me harías daño.

- Adam.

- Creo que me prometiste un chocolate caliente. - Besó mi frente con lentitud. - Vamos a solucionar eso.

Se apartó de mi y empezó a caminar con dirección a la cocina.

Lo seguí y preparamos chocolate caliente juntos, le ofrecí panecillos y galletas, y luego un mensaje interrumpió la conversación

De: Papá.

Nuestros ángeles se quedaron dormidos, yo lo llevaré a la escuela por la mañana.

Respondí de inmediato.

Para: Papá.

Muchas gracias, espero que hayan tenido un grandioso día.

Guardé el celular al ver que no había respuesta de su parte.

- Tu hijo...

- ¿Si?.

- ¿Cuántos años tiene?.

- Cuatro años. - Sonreí.

- ¿Le gusta leer cómo a ti?. - Le miré y asentí. - Hiciste un buen trabajo. - Sonrió.

Señorita Inocencia: La Ironía de Nombrar. [Andy Biersack y tu] Segunda TemporadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora