Señorita Renuente

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Regresé a la mansión McKenna después de haber ignorado los ruegos de Kyle por intentar que me quedara, no podía, ni quería. Fue suficiente en un día.

2:00 AM. Entré a la casa, con los tacones en la mano y lágrimas secas en la cara, que no me había molestado en limpiar, porque... Hoy soy una mártir, faltan horas, tan sólo horas para que el plazo del trato se cierre.

Caminé por el pasillo en puntillas, en silencio, sin querer despertar a nadie y al fin llegué a mi habitación, me cambié de ropa, colocándome un buso negro y un short de color gris.

La puerta a unos pasos de mi se abrió, haciendo que me sobresaltara del susto, la luz encendida y su silueta, me reveló que era él.

- ¿Hayden?. - Dijo con un hilo de voz. - ¿Po-podemos hablar?. - Me di la vuelta.

- ¿Ahora?. - Me aparté el cabello a un lado del cuello.

- Por favor... Lo necesito.

- Claro.

- Gracias.

Entró mientras que yo me sentaba en la cama, cerró la puerta detrás de él y se quedó junto a ella, jugando con un libro que tenía entre sus manos.

- Acércate. - Tembló un poco y caminó hacia mi.

- ¿Puedo?. - Señaló la cama.

- Adelante. - Se sentó.

- ¿Estás bien?. - Le acaricié la mejilla y lo sostuve por un momento. - ¿Estás comiendo bien?.

Está mucho más delgado, está demacrado, ojeroso, pálido. Se encogió de hombros y sonrió, ladeó la cabeza, haciendo que varios mechones de su cabello ondulado le caigan sobre la frente y parte de los ojos.

- Eso no importa ahora. - Me tomó de la mano.

- Claro que importa Ryan, no seas tonto.

- No, claro que no. Hayden, en realidad vine a hablar de otra cosa.

- ¿Qué sucede?.

- Lo siento...

- ¿Lo sientes?.

- Lo que hice... Yo.

- No, Ryan. No tienes que decirlo si quiera, yo entiendo, estabas molesto, estabas sorprendido.

- ¿Sabes al menos por qué estaba molesto?. - Me miró y yo negué lentamente con la cabeza, resignada.

Sus ojos, ya estaban enrojecidos y cristalizados de por si, pero, ahora tomaban un color más claro y me dejaban ver las lágrimas que él quería ocultar.

- Todo este tiempo en el que he estado mal, en el que he estado deprimido, no era por lo del trato.

- ¿Entonces?. - Estoy confundida.

- Me sentía culpable, porque de algún modo estaba feliz, porque ibas a casarte conmigo aunque sea por las razones equivocadas, pero, sabía que estaba arruinándote la vida.

3:00 AM.

Recostados en la cama, uno al lado del otro, le conté lo que pasó con Kyle, y lo de la llamada con Andy, escuchó todo, cada palabra, cada cosa que tenía por decirle.

- Cuando él venga... Tienes que decirle que no, no aceptarás Hayden.

- Ryan, tú no puedes.

- Escúchame. - Me cortó. - Hayden, desde que recuerdo mi vida siempre ha sido una mierda, hasta que apareciste tú, entonces todo dio un giro positivo, fui muy feliz a tu lado. - ¿Fui?. - Pero, ahora que la pesadilla de mis padres está de vuelta, no puedo, no puedo más y no voy a involucrarte, este no es tu problema, no es tu lucha.

- Ryan, si puedo ayudarte, tengo que...

- No voy a dejarte, Hayden... Eres lo más maravilloso que tengo en la vida, eres como mi ángel guardián, ¿Qué clase de ser humano sería si le hago daño a mi ángel guardián?. - Sorbió por la nariz.

- Ryan.

- Te traje algo.

- ¿Qué?. - Me entregó entonces el libro que tenía entre las manos cuándo entró a la habitación.

En realidad es muy bonito, está forrado con cuero café y detalles en negro, grabado en la parte de en frente con un R.M. en letra cursiva.

- ¿Qué es esto?. - Iba a abrirlo.

- No, Hayden, no puedes...

- Si no puedo, ¿Para qué me lo das?. - Sonrió entre lágrimas.

- Debes, debes abrirlo después de la reunión y sólo ahí, es un obsequio.

- ¿Por qué?.

- Debes prometer que sólo lo abrirás después de la reunión.

- Pero...

- Hayden.

- Lo prometo.

- Quiero... Quiero que busques a Andy, y te quedes con él.

- Ryan, él no quiere saber de mi. Voy a ayudarte lo quieras o no, no vas a librarte de mi.

- Ni tu tampoco. - Sonreí.

- Ryan, en realidad creo que debo dormir, debo trabajar y...

- Hayden, ¿Puedo...?

- ¿Qué?. - Se sentó y me tomó por la nuca, me acercó bruscamente a él y me robó un largo beso.

- Te amo. - Dijo al separarse y una lágrima recorrió su mejilla hasta estrellarse en la piel de mi pierna.

- Ryan, yo también te amo. - Quité su mano de mi nuca. - Pero, no estoy enamorada de ti.

- Lo sé. - Dijo, asintiendo lentamente. - Pero, de algún modo necesitaba escucharlo.

Se puso de pie y lo tomé de la mano.

- Saldremos de esta, Ryan.

- Hayden, antes de conocerte yo existía por puro gusto, y te conocí y entonces supe que mi misión era salvarte a ti, porque eras alguien que salvaba al resto, pero, no a sí misma. Claro que saldremos de esta, y si no somos los dos, por lo menos serás tú.

(...)

- Buenos días, Mindy. - El reemplazo de mi asistente personal.

- Buenos días Señorita Hunter, el día de hoy, debe revisar los pasteles para las gemelas que quieren su fiesta de cumpleaños, y... - Si, ajá, bla bla bla. - Ah, lo olvidaba, un hombre le dejó esto.

Me entregó un sobre de color amarillo, bastante grueso y algo pesado, le di la vuelta.

- Es del Señor...

- Andrew. - Dije al leer el nombre en el frente.

- Si, Andrew Biersack.

- ¿Hace cuánto estuvo aquí?

- Acaba de irse.

- Gracias, Mindy. - Tomé el sobre con fuerza entre mis manos y me dirigí a mi oficina.

Ni aunque quisiera, jamás podría lograr alcanzarlo, verlo de nuevo, aunque me moría porque en realidad pasara, por poder verlo una vez más y decirle mi decisión.

Pero, ¿Cómo podría?, ¿Cómo rayos iba a llamarlo?, sabiendo claramente que él no tomaría el teléfono y me contestaría?.

Entonces, en este punto, en este momento, ¿Cómo se supone que voy a hacer para que él sepa que los elegí a Dominik y a él?.

Señorita Inocencia: La Ironía de Nombrar. [Andy Biersack y tu] Segunda TemporadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora