Señorita Querida

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- ¡Dominik!. - Repetí una vez más, caminando por los pasillos.

- Es imposible, hemos buscado todo el día y no hay señales de él. - Cassandra, su maestra se había ofrecido a ayudarnos a buscar, sólo quedábamos en la escuela nosotros tres y los guardias de seguridad.

- Los guardias dijeron que nadie lo vio salir, debe estar aquí. - Andrew tiró de su cabello hacia atrás.

- Pero, hemos revisado cada esquina de este lugar y... - Cassandra torció la boca. 

- ¿Qué?, ¿Qué pasa?. - La miré.

- Síganme. - Y así, sin más, echó a correr, y nosotros la seguimos sin hacer más preguntas.

- ¿Qué es esto?. - Pregunté en cuanto estuve frente a la puerta.

- Es cierto, olvidé por completo que esta escuela tenía esta bodega. - Andy miró al suelo.

- ¿De qué hablas?. - Lo miré y sus ojos, pasivos, por primera vez desde aquel momento, se posaron en mi.

- La biblioteca está en el piso de abajo, y ya la revisamos.

- Si, ¿Entonces?.

- Aquí está la bodega de libros, es más grande, tiene ejemplares extras y... Es el único lugar donde podría estar.

- ¿Por qué no lo dijiste antes?.

- Porque no lo recordé.

- Oigan, se hará más tarde aún si seguimos peleando, es de noche, ¿Si?, cuando lleguen a casa podrán hablar de eso.

¡Aleluya!, al fin alguien que piensa con cabeza fría.

- Claro, si.

- Perdón.

Entramos al lugar, la puerta soltó un horrible chirrido en cuánto la empujamos.

- ¿Dominik?. - Dije, suavemente.

- Dom, ¿Dónde estás?.

Caminé lentamente por los pasillos, buscando, parte por parte. En uno de tantos, miré que habían cajas, grandes, muy grandes, y a la altura de mis ojos se asomó, miré en uno de los anaqueles y allí se encontraba un ejemplar del libro "El Coleccionista de Lágrimas" de August Cury.

- ¿Lo recuerdas?. - Escuché detrás de mi y volteé al instante.

- ¿Ah?, ¿Qué?. - Sonrió.

- Fue por ese título que supe que te gustaba leer, por ese y por otros varios. - Sonrió. - Me ayudaste a cargarlos hasta el salón.

- Si, lo recuerdo. - Agaché la mirada ante sus ojos de un intenso azul grisáceo. - Lo recuerdo perfectamente.

- Yo no podría olvidarlo, no puedo olvidar nada de lo vivido contigo Hayden. - Sonrió, y mirando a un lado, su boca se abrió.

- ¿Qué?.

- Hayden. - Se acercó a mi con vehemencia, tomándome por mi nuca y por mi cintura.

- ¿Qué haces?. - Temblé entre su nueva posición, está cerca, demasiado cerca.

- Yo... - Respiró profundo y cerró sus ojos, al abrirlos pude ver el cielo a través de ellos, tenían un color precioso, más claro, y relamiéndose los labios, habló. - Hayden, te amo y nunca dejaré de hacerlo.

- Andy. - Dije a modo de advertencia, pero, todo pasó tan rápido que a penas pude pensar en como articular palabras, en como reaccionar, en como seguir respirando.

Un impulso muy estúpido me decía que lo golpeara, y acabara con eso, sin embargo, un impulso mucho más fuerte e imponente me empujo a tomarlo por la nuca, y seguir aquel beso preciado que el me había proporcionado.

Señorita Inocencia: La Ironía de Nombrar. [Andy Biersack y tu] Segunda TemporadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora