Señorita Caótica

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- Andy, ¿No deberíamos estar abajo con el resto? - Me tomaba de la mano, llevándome junto con él.

- Quiero estar debajo. - Susurró entre dientes. - Pero no con ellos, sino, de ti.

- Andy. - Abrió la puerta de la habitación principal.

La mía.

Cerró la puerta con fuerza y atacó mis labios.

- ¿Sabes qué?

- ¿Qué?  - Exhalé, mientras el comenzaba a quitarse su chaqueta.

- Me excité mucho. - Se estaba deshaciendo de su cinturón mientras me besaba.

- ¿Por qué? - Tiré de su cabello suavemente y él jadeó.

- La frialdad con la que has tratado a Kyle. - Sonrió, y me levantó del suelo. - Me excita tanto eso...

- ¿Qué? ¿Que sea fría?

- Y sólo te derritas en mis manos. - Hizo a un lado mi ropa interior y yo me quejé en un gemido ahogado. - Ay, Hayden... Me la pones tan dura. - Sentí entre mis piernas su miembro palpitante.

Y con un solo empujón, con un ligero movimiento de sus caderas, se adentró en mi.

Ambos gemimos, él fue más un gruñido, yo, más bien un grito.

- Hayden... - Mordió mi hombro. - Esta posición es perfecta contigo. 

- Has bebido mucho. - Comenzó a moverse, una tortuosa ida y venida rápida, que, y entonces no me dejó pronunciar palabra.

Miraba como se relamía los labios, como su cabello se despeinaba con cada movimiento, y sus pupilas dilatadas.

Aumentó el ritmo, y eso que ya iba lo bastante rápido.

- A-n-Dy... - Grité, y clavé sin querer, mis uñas en su espalda, jadeó y me sonrió.

- ¿Te gusta, no? - Me dio una nalgada y lo rasguñé.

- Te... Las... - Jadeé, encogí los dedos de mis pies, esto... Es demasiado.

- ¿Qué? ¿Qué decías? - Sonrió, cada vez estaba más adentro de mi, comenzó a besar mi cuello.

- Ah... - Escondí mi rostro en su hombro y él disminuyó la velocidad.

- Mi amor...

- ¿Si? - Respondí un tanto desubicada y él sonrió, besándome en la frente. 

- Te quiero arriba.

- ¿Si? - No había dejado de moverse, solo que ahora iba más lento.

- Si. - Me bajó lentamente y salió de mi.

Se recostó en la cama y me miró expectante, había sido algo incómodo hacer... Lo que hicimos, con la ropa interior puesta, así que decidí quitármela antes de continuar.

Andy me siguió con la mirada y ni un solo movimiento pasó desapercibido por sus ojos, cuando la deslicé por mi tacón, se mordió el labio y se cubrió el rostro con ambas manos.

- Maldita sea. - Gritó.

- ¿Qué? - Me abracé a mi misma lentamente.

- Tienes... Eres... - Me miró a los ojos. - Maldición, ven aquí. - Me jaló por la mano, haciendo que quedara yo sobre él.

- ¿Qué?

- Nada. - Iba a volver a ponerlo dentro.

- Andy, dime... O te juro que me voy.

- ¿Y me dejarás aquí a mi suerte?

- Si.

- ¿Te atreverías?

- Si.

- Pero, él te quiere mucho, te ha extrañado, no lo puedes dejar así de... De...

- Andy dime. - Besé su cuello lentamente, y él colocó su miembro en mi entrada, comenzó a frotarse conmigo.

- Yo... Ammm... Tú... Hayden por favor, no me hagas pensar en este momento. - Solté una carcajada.

- ¿Por qué? Es la segunda vez que lo dices.

- No tengo cabeza para ello. Tu... Eres... No sé Hayden, no puedo pensar en nada más que no seas tú. - Me tomó por las caderas y me bajó de un golpe, estaba dentro de nuevo, y me había llenado con él completamente.

- An... Andy... - Comenzó a moverse.

- Mi ángel, tómame, como yo te tomé hace un par de minutos, tómame.

Y así lo hice, comencé a moverme tanto como él me pedía, y también comenzó a guiarme, tomándome por las caderas, haciendo que cada embestida, sea más profunda que la anterior.

- Andy... Por... - Gemí, mis manos tomaron con fuerza las sábanas de la cama.

- ¿Qué mi amor? ¿Qué? - Sonreía al verme.

- Me... - Me bajó completamente y entonces solté un gemido ahogado... Él llegó, y me había hecho llegar a mi también. Y ahora, juro... Que está tan adentro, que puedo sentirlo en la garganta.

- Hayden...

- ¿Eh? - Lo miré.

- Te amo. - Se movió un poco, un ligero movimiento para acomodarse por sobre la cama, y causó en mi un espasmo, seguido por una corriente eléctrica.

Sonreí.

- Aceptaré que no me respondas, porque me lo acabas de demostrar. Sólo por eso.

Me dio un pequeño beso y se puso de pie.

- Ven. - Me extendió su mano.

- ¿A dónde vamos? - Me puse de pie.

- A revivir viejos momentos en el baño. - Me jaló y entramos al baño.

Se acabó, era mi fin, no saldría de ahí viva, en al menos un par de horas.

(...)

La madrugada llegó pronto, son las 3 a.m. ahora mismo estamos tomando una ducha.

Andy me sostenía, estamos abrazados, mi cabeza apoyada en su hombro y él besando mi frente.

- ¿Cómo crees que esté Dominik? - Le miré.

- Supongo que, o dando vueltas porque extraña a su madre, o dando vueltas buscando un libro, o dando vueltas en la cama mientras duerme, ya es muy tarde.

- No lo sé. - Sonrió.

- Oye, está con tu papá... - Agachó la mirada y torció los labios. - No puedes no confiar en él.

- Ok. - Cerré la llave, y el agua se detuvo, me envolví en una toalla y le ofrecí otra a él.

- ¿Qué?

- ¿Qué sucede? 

- No sucede nada.

- Andy.

- Hayden. - Intentó una sonrisa.

- Conozco esa cara. - Se envolvió la toalla en la cadera.

- No, Hayden, olvídalo.

- Dime, tenme confianza.

- Eres la única persona aparte de mi madre en quien más confío. - Y mi corazón se aceleró, traidor.

- Entonces habla.

- Al hablar de tu padre... Me doy cuenta de que le fallé.

- ¿Cómo que le fallaste?

- Le fallé al no cumplir mi promesa.

- ¿Cuál?

- La de que a pesar de todo, sea lo que sea, pase lo que pase... No te fallaría a ti...

Lo miré y él me brindó una sonrisa amarga.

- Él debe de odiarme...

Señorita Inocencia: La Ironía de Nombrar. [Andy Biersack y tu] Segunda TemporadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora