Señorita Insolente

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Anne.

Había olvidado casi por completo su rostro, repasé con lentitud, con recato, cada rasgo de su cara, ha cambiado mucho.

- ¿Qué sucede?. - Dijo Kyle, bebiendo un poco de agua.

- No. - Me volteé para mirarle. - Nada.

- ¿Segura?. - Asentí. - Siento que Amanda te haya secuestrado para preguntar por sus asuntos.

- No es problema, es mi trabajo. - Sonrió.

- Está bien. - Y esa actitud tan infantil de aceptarlo todo y sonreír como si nada suya, me es tan odiosa, pero, en realidad me fastidia porque me recuerda a Dominik, y eso, hace que sienta ternura, que me sienta feliz con otra persona que no es él.

¿Qué clase de pensamientos son estos Hayden?.

Recordé...

- ¿Cómo está él?.

- ¿Andy?. - Asentí.

- Está bien, trata de mantener la nariz en los libros y en el trabajo, para evitar un poco a la mosquita muerta que ahora tiene por novia... 

En seguida agaché la cabeza y la sacudí, tratando de que aquel pensamiento saliera de mi cabeza, que dejara de atormentarme, que dejara de dolerme, que simplemente dejara de hacerme sentir como me sentía...

Cada vez que pienso en ti, mi cabeza se vuelva una maraña de ideas, quiero salir corriendo, buscarte y exigirte que termines con esa mujer, para que regreses a mis brazos, sin embargo, las cosas no son tan fáciles, hice muchas cosas mal. Tal vez si hubiera tomado decisiones distintas, nada de esto hubiera pasado.

Sin embargo, ahora eres feliz, tienes a alguien, y yo tengo que tragarme mis palabras y mi dolor, porque no puedo volver a dañarte, no ahora que por fin estás en pie.

- ¿Hayden?.

- ¿Si?. - Lo miré.

- Te quiero. - Me soltó de pronto, antes de estamparme un beso en la boca.

Retrocedí, mientras que él sonreía con una chispa en sus ojos.

- Estás sonrojada. - Dijo mientras despeinaba su cabello levemente. 

- Kyle. - Le reproché, no sólo por el beso, sino porque la estúpida manera en que dijo "Estás sonrojada", era casi como si... Como si estuviera haciendo referencia al mismísimo Andrew Biersack.

- Lo siento. - Dijo, nervioso, cruzándose de brazos. - Pero, es que... - Me tomó por la barbilla y me levantó el rostro, obligándome a mirarlo. - ... Cada vez que te veo así, triste, cabizbaja, me recuerda a porqué te quiero.

- ¿Y por qué me quieres?. 

- Me enamoré de tu rostro estando triste y afligido. - Me acarició la mejilla. - Porque era una señal directa de que debía hacerte feliz, del modo que sea, de la manera que sea necesaria.

Lo miré boquiabierta, y entonces resolví abrazarlo, era la única manera de no echarme a llorar, pero, también de expresarle mi gratitud.

- Debo... Debo ir. - Dijo, señalando el campo, cuando se hubo separado de mi.

- Está bien. - Sonreí.

Las esposas y novias de los jugadores estaban emocionadas, echando porras, gritando por sus hombres, ah, pero que no se nos olvide, también comparando el tamaño de sus diamantes en las joyas y en los anillos de compromiso.

Anne era una de ellas.

Yo me quedé a un lado, decidí decirles que tenía trabajo por hacer, y saqué mi laptop, era verdad después de todo, habían llegado varios e-mails respecto a fechas, decoraciones, salones listos, fotógrafos entregando las copias.

Señorita Inocencia: La Ironía de Nombrar. [Andy Biersack y tu] Segunda TemporadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora