Después de evadir totalmente aquella insinuación de Kyle, pensé que sería apropiado invitarlo a casa para que cena junto con todos nosotros, en modo de agradecimiento por haber pagado, aunque no se lo pedí, pero, algo debía hacer.
- La comida está aquí. - Kyle y yo entramos con todas las bolsas y Jeremy salió a ayudarnos, entre ambos una vez una serie de miradas y entonces me ayudó solamente a mi. - ¿Se conocen?. - Le miré.
- No, jamás en la vida lo he visto. - Levantó una ceja y me miró. - No espera, creo que sé quién es, Jeremy McKenna, ¿Verdad?
- Si, cómo...
- Ellos y tú están en todos lados.
- Ah, cierto, me olvidaba que ahora no tenga vida privada. - Me encogí de hombros y él sonrió.
- Lo siento, escuché pequeños pasos y supe que mi pequeño venía.
- Hola mami. - Corrió hacia mi y yo lo levanté en cuánto lo tuve en mis brazos.
- Mi amor, mi cielo. - Le di un beso en la frente. - Cosita preciosa, ¿Cómo estás?, ¿Dormiste bien?.
- Si. - Sonrió y miró a Kyle, estirando su mano hacia él. - Hola.
- Hola amiguito, ¿Tienes hambre?.
- Mucha. - Sacudió su cabello mientras sonreía.
Una taza de Biersack y un poquito de Ryan McKenna.
- Genial, tu mamá me contó que te encantan las tartas de cerezas y he traído una.
- ¿Enserio?. - Sonrió feliz.
- Si, ve a la mesa, enseguida la llevo.
- ¡Si!. - Gritó feliz, emocionado, y eso es lindo.
Dominik es... La luz de esta casa.
- No me dijiste que traías eso.
- Por favor, conoces a mi mamá, no hay día en que yo no salga sin un postre suyo. - Ambos reímos levemente.
- Eso es increíble.
- Si, pero, debo hacer el doble de ejercicio para quemar todas las calorías.
- Te está haciendo un favor. - Bromeé, así de fácil es hablar con él.
- De hecho. - Me guiñó un ojo. - Dentro de poco tendré un partido, no sé si te gustaría ir.
- ¿Enserio?.
- Si, creo que sería bueno tenerte allí, sería lindo que vayas y me ayudes a ganar.
- ¿Que yo te ayude a ganar?.
- Si.
- ¿Cómo?.
- Me haces ser mejor en todo aspecto, me das suerte, sacas lo bueno de mi. - Sonrió. - Bueno, hay que llevar la comida a la mesa.
- Cierto. - Dije, al fin quitó su mirada de mis ojos, me sentía realmente... Extraña.
Cuando entró a la cocina y se sentó junto con todos los McKenna, Wendy se puso de pie y me llevó a un lado, fingiendo que juntas íbamos a servir las bebidas.
- ¿Qué hace aquí?.
- Nos encontramos en el restaurante y pagó por la comida, me pareció un buen gesto invitarlo a comer con nosotros.
- ¿Sólo eso?.
- Sólo eso Wen, ¿Por qué?.
- No me agrada.
- Es buena persona.
- Yo sé que es buena persona, pero, no me agrada.
- A lo mejor es porque aún no lo conoces.
- A lo mejor. - Me miró. - Bueno, me suenan las tripas, vamos a comer.
Reí ante sus palabras y comenzamos a repartir la comida en porciones iguales para todos, excepto para Dominik por supuesto, quien aguardaba emocionado por aquella tarta que Kyle le había mencionado y le había traído.
A la mañana siguiente, Wendy se encargó de llevar a Dominik con Andy, la verdad es que si yo lo veo, de seguro me quebraré y no quiero eso.
No veré a Dominik hasta el miércoles en la noche, y eso me altera bastante, es la primera vez que mi pequeño pasa tanto tiempo fuera de casa, y con alguien que es mi papá o yo.
Estoy preocupada y, comienzo a ponerme nerviosa, ojalá que Andy trate bien a mi pequeño ángel.
Tocaron la puerta y me acerqué a abrir.
- ¿Qué haces aquí?. - Lo miré.
- Si, buenos días a ti también Hayden. - Dijo, con una sonrisa en su rostro.
- Kyle. - Su sonrisa se hizo aún más grande.
- Es sólo que ayer mencionaste que no tenías planes para hoy, y me pareció muy injusto que una chica cómo tú, se quede en casa en Domingo, cuando hace un día hermoso afuera.
Y tenía razón, hace mucho tiempo que no salía el sol, siempre ha estado nublado y oscuro, o tal vez yo lo pensaba así, porque eso había sido mi mundo hasta ahora.
- Quiero que salgamos y paseemos un rato, ¿Te parece bien?.
- Pero.
- No hay pero que valga. - Sonrió y yo suspiré, resignada.
- Está bien, tomaré una ducha y me alistaré, ¿Puedes esperar?.
- Claro. - Asintió.
- Bueno, pasa. - Entró a mi casa y yo cerré la puerta detrás de él, cuándo me volví para mirarlo, él tenía la mirada fija en mi.
- ¿Qué?. - Nada, sacudió su cabeza.
- Bueno, estás en tu casa, puedes pasar a la cocina si quieres algo, o encender la televisión, yo voy a vestirme.
- Vale.
Me dirigí a las escaleras.
- Hayden.
- ¿Si?.
- Casi lo olvido, te traje algo.
- ¿Qué?. - Me acerqué a él, y él me entregó la bolsa que llevaba en la mano, pequeña y bonita, de color negro y acabado mate.
- ¿Qué es?.
- Mira.
Entorné los ojos y tras darle las gracias, subí las escaleras para ir a mi habitación.
Al abrir la bolsa, me encontré con una grata sorpresa, saqué tres libros de la bolsa que ahora quedaba vacía, dos de ellos envueltos en plástico, completamente nuevos, una copia de "El Túnel" de Ernesto Sábato, y otra de "El Extranjero" de Albert Camus.
Esto, es increíble, no hay otra palabra, inefable, es maravilloso. Sin embargo, hay otro libro aquí, pero, este está envuelto en papel marrón de consistencia bastante dura, como cartulina.
lo desenvolví y me encontré con una edición especial con tapa dura de "Veinte Poemas de Amor y una Canción Desesperada" de Pablo Neruda.
Con sólo leer el título ya sabía que lo había visto en algún otro lado, claro que sí, en la colección, más bien biblioteca privada de Andy Biersack.
Agradezco mucho el detalle, pero, esto no es justo, ¿Qué clase de mal Karma es este?, claro, porque lo que necesito ahora es ponerme a leer un libro de poesía romántica que trata también sobre pérdidas y desamor, para precisamente ponerme a pensar en él.
Gracias destino, gracias.
ESTÁS LEYENDO
Señorita Inocencia: La Ironía de Nombrar. [Andy Biersack y tu] Segunda Temporada
Fanfiction- Jamás creí que llegaría a referirme a ti a manera de sarcasmo Hayden... Ya no eres tú... - Sigo siendo yo... - Le grité molesta y frustrada. - No, no de la que me enamoré...