El incesante sonido de la máquina le despierta de pronto, con dificultad trata de abrir los ojos, la luz que entra por la ventana hace que se le achinen en cuánto logra hacerlo. Puede ver que todo es blanco a su alrededor, siente presión en la pierna derecha, baja la mirada y nota que está vestido con una bata de color blanco también. Sigue bajando hasta llegar a su pierna, encuentra que ésta está enyesada.
Se lleva una mano a la cabeza, donde recuerda que tenía una herida precisamente, pero sobre ésta hay algodón que lo protege. Agradece profundamente que el incesante zumbido en los oídos al fin desapareciera. Nunca había sentido algo así, y ya estaba lo bastante cansado para soportarlo.
Escucha que alguien toca la puerta, gira a ver como la perilla se mueve, dejando a la vista un hombre alto y delgado con uniforme de policía. El hombre entra y camina hasta la camilla donde Alex está recostado.
–Veo que ya despertaste, Alex.
– ¿Quién es usted? ¿Cómo sabe mi nombre?
–Yo trabajaba con tu padre, soy Felipe García.
–Y... ¿mis padres? –pregunta temiendo pero a la vez con la certeza de cuál será la respuesta.
–En verdad... –vacila un poco antes de responder–. En verdad lo siento Alex, los médicos no pudieron hacer nada.
Un nudo se forma en la garganta y el estómago del muchacho, no puede evitar que se le humedezcan los ojos. Pero eso no le detiene, quiere saberlo todo.
– ¿Puedo preguntar algo más? –suelta y siente el sabor de la sangre seca que tiene en la comisura de los labios.
–Por supuesto.
– ¿Dónde estaba mi madre? –cuestiona tratando de pasar saliva, mas el nudo en la garganta no se lo permite.
–Encontramos su cuerpo a unos metros del Crossover. Lo siento tanto.
–Nos seguían, alguien nos seguía –susurra Alex, pero Felipe alcanza a escucharlo.
– ¿Quién Alex?
–No lo sé.
–Debes estar confundido. Fue un accidente, los frenos se vaciaron.
–No, no fue un accidente. Una camioneta nos chocó por detrás. Nos seguían, papá lo noto pero no dijo nada –reconoce el muchacho con la mirada pegada al techo, cierra los ojos tratando de contener las lágrimas.
Felipe está desconcertado con lo que escucha decir al muchacho. ¿Persecución por parte de alguien? Definitivamente no se le había pasado por la mente, pero cree saber la razón.
– ¿Reconociste la marca?
–No, llevaba los faros apagados. Sólo recuerdo que es un todoterreno color negro.
–No podremos hacer mucho con eso.
–Lo sé, pero tiene que encontrarlos. Ese es su trabajo –concluye muy serio Alex. No hay espacio para el dolor, cuando el coraje es mayor.
–Te dejaré solo. En un momento vuelvo, tengo algo que decirte –dice Felipe y sale de la habitación.
Al estar solo otra vez, Alex empieza a pensar que probablemente vivirá de esa manera de ahora en adelante. ¿Qué hará? ¿Qué será de él sin sus padres?
Cada pensamiento relacionado a sus padres le ocasiona una punzada de dolor en el pecho, y con cada pensamiento relacionado al futuro que le espera sin ellos a su lado, le da dolor de cabeza. No como el que lo atacó al despertar en el auto destrozado, pero dolor al fin y al cabo.
La puerta abriéndose le obliga a sacar de su mente ideas que nunca antes tuvo, gira la cabeza para ver de quién se trata. Felipe asoma la cabeza, con la mirada pregunta si puede entrar a lo que él asiente.
–Acabo de hablar con el doctor, dice que te darán el alta mañana.
– ¿Puedo preguntarle algo, oficial?
–Claro –responde el hombre ofreciéndole una sonrisa.
– ¿Qué pasará conmigo? ¿A dónde iré cuándo salga de este lugar?
–De eso te iba a hablar precisamente. Verás Alex, tu padre y yo somos... éramos grandes amigos y hace algún tiempo hicimos una promesa –suelta Felipe y el muchacho tiene más dudas aún.
– ¿Qué promesa?
– Iván y yo prometimos que no sólo nos cuidaríamos las espaldas, sino también las de nuestras familias, en caso de que pasara algo como lo que les paso a ustedes –admite y agacha la cabeza.
¿Entonces Felipe sabía que algo como esto ocurriría y no protegió a su padre en vida?
– ¿Qué quiere decir con eso? –espeta con rencor al tener esa idea.
–Quiero decir que desde mañana en más, vivirás en mi casa. Desde mañana en adelante serás parte de mi familia.
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Todo por Alex
Novela JuvenilAlex Noriega lleva una vida normal, como la de cualquier adolescente, le va muy bien. Pero todo cambia repentinamente al sufrir la tragedia más grande de todas. Tras perder a sus padres en extrañas circunstancias, su vida no vuelve a ser la misma...