Marzo 07 | Alexandra

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𝑳𝒖𝒏𝒆𝒔, 10:10am

– ¿Cómo va tu primer día? –pregunta Ernesto a su lado.

–Bastante bien, ¿y el tuyo?

–Estaba yendo mal, hasta que recordé que es mi último año –bromea el castaño sonriendo ampliamente.

–Ni me lo recuerdes –murmura cabizbaja.

–Terminar la secundaria no hará que deje de quererte.

–Pero si hará que dejes de verme –dice con la mirada en sus zapatillas. El muchacho le toma la mano y la aprieta levemente.

–No hablemos de eso –sentencia Ernesto con voz firme–. No ahora.

La cafetería está llena, muchos chicos han juntado las mesas para almorzar en grupo. Y uno de aquellos grupos es el del muchacho que sostiene su mano ahora.

– ¡Castro, llégale! –se escucha desde el fondo del comedor.

– Iré con ellos, pero mañana almorzamos juntos. ¿Nos vemos a la salida? –le pregunta Ernesto mirándole a los ojos.

–Claro, ve –responde Alexandra con desgano.

Camina sola hasta encontrar una mesa vacía donde coloca primero su almuerzo y seguidamente se sienta, buscando con la mirada a Emily o a Adry.

– ¿Comiendo sola? ¿Dónde está tu noviecito o tus amigos? –cuestiona su hermana sentándose en la silla de enfrente.

– ¿Dónde están los tuyos?

–Yo pregunté primero.

–Con sus amigos, y aún no ubico a los chicos –responde abriendo la bolsa de papel. Le quita la envoltura a su sándwich y puede notar el olor a mantequilla de maní que se desprende del pan–. Joder, este no es mi almuerzo.

– ¿De qué hablas? –pregunta Mara abriendo una botella.

–Hablo de que Alex tomó mi almuerzo –bufa molesta.

–Mamá tenía razón... –comenta negando con la cabeza.

– ¿En qué?

–Deberíamos llamarles: Alex uno y Alex dos –suelta la de cabello oscuro riendo.

–No es gracioso. Pude haber terminado en la enfermería si comía esto.

–Pero no fue así, así que ya no te estreses. Creo que debes ser "Alex uno" pues tú llegaste primero a la familia.

–Es imposible tener una conversación seria contigo –replica enfadada levantándose de la mesa y saliendo de la cafetería llevando consigo su jugo y la atención del castaño sentado unas mesas más atrás. 

Las siguientes tres horas parecen más amenas al llevar materias que le gustan.

Unos minutos antes de terminar su última clase y el primer día del curso, el móvil vibra dentro del bolsillo del saco.

Saca el Smartphone sin que la profesora lo note y lo desbloquea. Lee mentalmente el mensaje de texto que ha recibido:

"Díaz ha faltado en su primer día, así que ya me voy. Tranquila, me voy con las chicas. Te veré en casa. ¡Ah! Y mamá pasará por ti antes de ir por "Alex dos"."

No puede evitar sonreír ante ello. Pero al recordar lo que pasó con su almuerzo rueda los ojos.

–Bien jóvenes, nos veremos el día jueves. Pueden salir –menciona la profesora.

– ¿Nos vamos juntas? –pregunta la chica de pecas girándose hacia ella desde el asiento que Alexandra tiene delante.

–Lo siento Sara, mi madre vendrá por mí.

–No te apures, ya tendremos tiempo de hablar sobre nuestros veranos.

La castaña asiente y se acerca para darle un abrazo.

Ambas salen del aula camino al parqueo del colegio. El Chevrolet color cereza ya se encuentra estacionado en la entrada del San Gabriel. Alexandra se despide de su amiga, corre hacia el auto y se sube en el asiento trasero.

–Hola mamá –saluda poniéndose el cinturón de seguridad.

– ¿Cómo te fue querida? –pregunta Carla mirándola por el espejo retrovisor.

–Bien –es lo único que puede decir mientras que en su mente se reflejan los recuerdos del día.

–Muy bien. Vamos por Alex.

***

La castaña se baja del automóvil a petición de su madre. Se alisa la falda y deja la puerta abierta mientras espera poder localizar con la mirada al pelinegro, sin tener que acercarse al recinto.

A los minutos alcanza a ver a tres adolescentes acercarse a la salida. En medio va un pelinegro con muletas, a la derecha de este una rubia, y a la izquierda un moreno.

Choca con los verdes ojos de Alex que la observan desde donde está, este se detiene unos metros ante ella, la rubia se acerca a él, deposita un beso en su mejilla y le dice algo al oído. El muchacho se despide de sus amigos y camina con paso lento hasta Alexandra.

Pero esta es más rápida, se sube nuevamente al auto y cierra la puerta. Se coloca el cinturón y evita girar a su derecha cuando siente el peso del muchacho en el asiento.  

Todo por AlexDonde viven las historias. Descúbrelo ahora