Marzo 02 | Alexandra

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𝑴𝒊é𝒓𝒄𝒐𝒍𝒆𝒔 

– ¿Ya estás en el transporte?

–Sí cariño, llegaré en dos horas.

– ¿Pasas a verme?

–Es lo primero que haré al llegar –asegura el muchacho, y a la castaña se le dibuja una gran sonrisa en el rostro.

–Te estaré esperando.

–Bien, te veo en un par de horas. Te quiero.

–También yo.

Deja el Smartphone sobre la mesita de noche y se acerca al espejo de su tocador para ver su reflejo. Tiene unas visibles ojeras, los últimos días no han sido fáciles. Tener a alguien más en casa resulta más tedioso de lo que imaginó.

Se peina el cabello con los dedos, y sale de la habitación escaleras abajo.

–Buenos días Alex –le saluda su madre sosteniendo una jarra de jugo.

–Hola mamá –responde acercándose al comedor–. Buenos días a todos –continúa, sentándose junto a su hermana.

–Hola cariño –le contesta Felipe y le alcanza un cuenco con cereales.

–Gracias –dice la castaña sonriéndole a su padre.

–Veo que andas de buen humor –comenta Mara a su costado en voz baja, para que solo ella pueda escucharle–. Lo sé, es por Ernesto.

–Calla –susurra la castaña mientras le pisa el pie por debajo de la mesa.

–Cuando terminen, iremos al supermercado para comprar sus útiles escolares –anuncia Carla sentándose frente a sus hijas, y al costado de Alex.

– ¿Volveremos pronto? –pregunta Alexandra algo nerviosa.

–Bien, ya me tengo que ir. Gracias por el desayuno amor –dice Felipe interrumpiendo la respuesta que su madre le iba a dar, se acerca a su esposa y le besa la mejilla–. Alex, hablaremos cuando regrese.

La castaña deja de masticar al escuchar su nombre al momento que el pelinegro levanta la vista de sus cereales, para mirar dudoso a Felipe. Cuando se da cuenta que su padre se refiere a él, vuelve la vista al cuenco, avergonzada.

–Descuida, también vendrá con nosotras por sus útiles –se anticipa a decir su madre.

–No... no hace falta –balbucea el muchacho.

–No aceptaré un no por respuesta, vienes con nosotras y no se hable más del asunto. 

Mara se apresura a subir al Chevrolet en el asiento del copiloto. Alexandra decide no discutir con ella. Con pesar se monta al asiento trasero, se pone el cinturón de seguridad tratando de no girar a su derecha.

A los quince minutos, Carla se estaciona frente al único supermercado del pueblo y se baja del auto junto a la menor de sus hijas.

–Alex, ayuda a Alex –dice antes de entrar por la gran puerta del edificio.

La castaña se quita el cinturón y baja del auto, camina hacia el otro lado dispuesta a ayudar al pelinegro. Abre la puerta, pero este se niega, ni siquiera le mira a los ojos.

–Como quieras –suelta evitando mirarle también y camina hacia el interior del establecimiento.

Siempre le ha estresado ir de compras, más aún si se trata de compras escolares. Camina distraída mirando sus pies, sin prestarle atención a los estantes repletos de cosas que a su hermana muy por el contrario, siempre le han fascinado estas cuestiones.

–Alexandra, ¿quieres apresurarte? –la voz de su madre desde la esquina del pasillo, le hace volver a la realidad.

Se acerca a ella, que se encuentra al lado de Mara, y tan solo a algunos pasos el pelinegro también, viendo algunos cuadernillos.

–Ten, no digas nada y elige todo lo que quieras y necesites –le dice Mara haciéndole sostener un carrito de compras vacío.

–No te anticipes, no iba a decir nada.

***

Unos cuarenta minutos después de comprar y pagar, todos caminan hacia el automóvil, Carla pone todo en la maletera y salen del estacionamiento para dirigirse a casa.

Al llegar la castaña deja sus nuevos útiles sobre el escritorio de su habitación. Toma el móvil para verificar la hora, según lo que le dijo Ernesto por la mañana, debería llegar en diez minutos.

Baja las escaleras, pero antes de llegar a la mitad de éstas puede reconocer la voz que escucha desde la planta baja.

– ¿Quién eres tú?

–Alex –escucha decir al muchacho de casa, baja corriendo y se cruza con la mirada del castaño que observa extrañado al pelinegro.

– ¡Ernesto! –exclama lanzándose a sus brazos.

Su novio le corresponde pero tiene la duda reflejada en el rostro.

–Yo te explico –susurra y le toma de la mano para salir de casa junto a él, bajo la atenta mirada del muchacho parado sobre un solo pie en el umbral de la casa.

Todo por AlexDonde viven las historias. Descúbrelo ahora