Abril 30 | Alex

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𝑺á𝒃𝒂𝒅𝒐 

– ¿Qué? –gira abruptamente acostumbrándose a mantener ambos pies en el suelo.

–Antes de entrar, ibas a decirme algo. ¿Qué era? –su mirada expresa curiosidad.

–Yo, ya lo olvidé –se excusa hábilmente.

– ¿En qué me mentiste Alex? Quiero que me respondas –pide seria, cruzándose de brazos.

–No era nada relevante, olvídalo ya por favor –le resta importancia mirando hacia las puertas del consultorio ansioso por salir de ese lugar. 

–Era importante si pensabas decírmelo –insiste.

–Bien –resopla resignado–. Ayer en la fiesta, mentí respecto a asistir a las terapias. Como habrás podido notar, no fue cierto. ¿Contenta? –le pregunta con sarcasmo.

– No, no lo estoy –niega firme– ¿Por qué entonces me dijiste eso? Y si no fuiste con la terapeuta, ¿Dónde estuviste? –cuestiona seriamente, luce enojada y no se esfuerza en lo mínimo por disimularlo.

–Es algo que no te puedo decir –murmura buscando los ojos café, que miran el suelo–, te dije eso porque fue lo primero en lo que pensé –admite avergonzado frotando su nuca–. No hagamos esto aquí, por favor –sugiere viendo a la secretaria del doctor.

– ¿Algo que no puedes decirme? –le reta omitiendo su petición–. ¿Entonces por qué admitir que mentiste? ¿Con qué intención lo hiciste? –pregunta sin pausas.

–No, lo siento. Es un asunto bastante personal y es por eso precisamente que lo confesé. Me contaste sobre tu ex novio, un asunto muy personal para ti –habla rápidamente–, me hizo sentir que debía ser sincero contigo –expulsa todo el aire contenido.

– ¿Ser sincero contándome parte de la historia? Creí que empezábamos a confiar uno en el otro... –susurra empezando a caminar hacia la salida–. Pero tenías razón, apenas y nos conocemos –su voz se apaga, dejando entrever su clara decepción.

–Lo habríamos hecho mejor si no te alejaras de mi cada vez que intento acercarme a ti –replica provocando que la castaña voltee hacia él, incluso la secretaria observa de cerca la situación–. Mira Alexandra, olvídalo ¿sí? –pide.

– ¿Te pidió el doctor que vinieras conmigo? –pregunta amablemente la señorita frente al computador, parece apenada por escuchar su conversación con Alexandra. 

–Sí, me dijo que podría indicarme la fecha para las radiografías –responde mirando hacia la puerta, esperando interiormente que la castaña esté del otro lado.

–Ten –dice la mujer ofreciéndole la mitad de una hoja en la que indica fecha y hora de la cita–. Sé puntual, por favor.

–Gracias –musita tomando el papel. 

–Hey –le detiene antes de que el chico pudiera virar en dirección a la salida–. Espero que soluciones las cosas con tu novia, las chicas somos así... queremos saberlo todo –le regala una cálida sonrisa. Alex solo puede asentir con la cabeza y sale de ahí lo más rápido que puede.

–No es únicamente mi culpa, tú me alejas. Pero está bien, olvidado –dice Alexandra apoyada sobre la blanca pared de la fachada.

Resopla aliviado por encontrarla y le sigue los pasos hacia el aparcamiento, ignorando el calambre que empieza a sentir en su pierna liberada.

–Oye Alexandra –le llama sin obtener respuesta–. ¿Podrías ir más lento?

–Claro –dice deteniéndose de pronto.

–Lo asumo, decir eso fue tonto de mi parte. Lo siento –balbucea cuando llega a su altura–. No creí que pensaras que yo te alejaba.

–Alex, si queremos hacer esto... –se señala a sí misma y posteriormente a él–. Lo haremos bien.

–Hay cosas que simplemente no puedo contarte–repite y la castaña asiente con un destello de desilusión en sus ojos–, no por ahora y tú debes sentir lo mismo respecto a tus asuntos.

–No quiero que sientas que me entrometo Alex –sentencia.

–No siento que lo hagas –responde pronunciando cada palabra con énfasis–, siento que intentas protegerme y eso... eso me intimida –confiesa.

–No planeaba hacerte sentir así, es solo que... –se detiene y baja la mirada–, ya te lo dije una vez. Cuando te vi después de lo que te había pasado, solo quería protegerte de todo; deseaba saber quién era el responsable y que recibiera su merecido.

Una extraña sensación le invade y el tiempo parece detenerse a su alrededor. Lo único que puede sentir es la cálida brisa rozando su piel que les cubre a ambos haciendo que los rizos castaños de la adolescente oculten sus humedecidos orbes café.

–Yo... –apenas y puede pronunciar palabra, sus labios resecos se lo impiden–... no sabía que sentiste eso.

–No tenías manera de saberlo, no tuve el valor de decírtelo –frota sus ojos rápidamente.

–Hay cosas que no se pueden soltar fácilmente –recalca.

–Ahora que lo sabes, espero que no sigas sintiéndote así respecto a mí.

– ¿Puedo preguntarte por qué sentiste eso? –cuestiona dando un paso hacia ella.

–Pues, me sentí culpable de no haber aceptado ir contigo siendo que fuiste muy amable al ofrecerte a ayudarme.

–No tuviste la culpa Alexandra –insiste–. Nadie la tuvo –le asegura acercándose aún más.

–Ya, ahora lo sé. Pero aun así, no quiero que nada malo te suceda Alex.

– ¿Por qué? ¿Por qué te preocupo tanto? –susurra muy cerca de ella, admirando con proximidad sus relucientes ojos.

–Pues... –musita tímida–. Ya eres parte de la familia Alex, lo eres desde que llegaste a casa –responde sin mirarle el rostro al pelinegro, evadiéndole por completo.

–Entonces, ¿soy como un hermano para ti? –pregunta confundido e inquieto.

– ¿Qué? –pregunta abriendo los ojos–. No, no me refiero a eso. Quiero decir que me importas como parte de mi familia y eso parece que somos al vivir en la misma casa.

– ¿Entonces? No entiendo muy bien –confiesa ansioso.

–Alex, me importas. Es por eso que no quiero que nada malo te pase, pero no te veo como un hermano –explica pausadamente–, y... es extraño que me preguntes porqué sentí eso.

–Es que... –se detiene para buscar las palabras correctas, pero le resulta difícil pensar con claridad al ver la expectante mirada de la castaña sobre él–. Es la misma sensación que experimenté ayer en la fiesta.

–Gra... gracias por haberte quedado ahí –murmura.

–No podía haber hecho otra cosa Alexandra. Y, lamento haberte alejado –se disculpa–. Yo, no estoy acostumbrado a recibir más atención de la que requiero, eso... me intimida.

–Lo entiendo Alex, iremos... paso a paso –asegura asintiendo con la cabeza. 

Todo por AlexDonde viven las historias. Descúbrelo ahora