Marzo 22 | Alex

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𝑴𝒂𝒓𝒕𝒆𝒔 

Sale de la cocina guardando la bolsa de papel dentro de la mochila, al escuchar el timbre de la puerta sonar, camina con paciencia sabiendo quién se encuentra fuera.

Antes de llegar a la puerta, el móvil vibra en sus pantalones.

–Ya voy a abrirte –dice al coger la llamada de Matheo.

–Tardaré unos minutos en llegar, ¿me esperas?

–Oh, pensé que... Bien, te espero.

Abre la puerta encontrándose con el castaño que tan solo vio el día anterior.

–Ella vendrá enseguida –se anticipa a decir refiriéndose a Alexandra.

–Lo sé –contesta seguro el muchacho asomando una sonrisa socarrona en su rostro.

Alex se dispone a salir de casa para esperar a su amigo en la calle, no necesita ver a los castaños juntos nuevamente. Pero Ernesto estira el brazo haciéndole retroceder.

– ¿Algo más? –pregunta el pelinegro frunciendo el ceño.

–Ya que estás aquí, creo que deberíamos hablar.

– ¿Hablar? ¿De qué podríamos hablar tú y yo?

–Sabes exactamente de qué debemos hablar.

–No, no lo sé. Y si me permites, debo irme.

–Sobre Alexandra –suelta el muchacho y Alex solo puede sonreír irónico.

– ¿Qué pasa con ella?

–Dímelo tú –le desafía fulminándole con la mirada.

–No sé a qué punto quieras llegar. Pero si quieres saber algo acerca de Alexandra, habla con ella, no conmigo.

–Sé que sabes exactamente a qué punto quiero llegar, Alex. Pero parece que quieres evadirlo. Solo te diré una cosa, todo estará bien si te mantienes lejos de ella.

¿Acaso acaba de amenazarle? ¿Quién se ha creído que es para hacer eso? El coraje que siente ahora se refleja en los puños que sus manos forman. Va a responderle pero entonces una voz cerca a él le interrumpe.

– ¿Ernesto? –escucha a Alexandra hablar.

No está dispuesto a escuchar discusiones de pareja y  mucho menos verse involucrado en los mismos.

–Tranquilo... no me gustan las niñas –suelta seguro y sale de casa golpeando intencionalmente el hombro del castaño que parece no saber dónde meterse.

Para su suerte, el auto de Lucía ya se encuentra estacionado unos metros delante de la casa, en el que entra lo más rápido que puede y al alejarse puede ver la mirada perdida de los ojos café, lo que causa que deshaga los puños finalmente.

<<Línea de división>>

Saca los libros del casillero y manteniendo el equilibrio los guarda en la mochila. De repente siente una mano en su hombro lo que le hace girar la mirada hacia atrás.

–Hola –saluda la joven depositando un beso en su mejilla–. ¿Ya viste esto? Salimos en las noticias –señala Eva mostrando la pantalla del móvil.

– ¿Qué? –pregunta confundido.

– ¿Recuerdas al periodista de ayer? De seguro esto es obra suya.

–Sin duda alguna –resopla el pelinegro.

¿Es este acaso el día de joder a Alex? piensa.

–Descuida, no me molesta.

–A mi sí –admite con sinceridad.

– ¿Estás bien respecto a lo que ya sabes?

A Alex le abruma sentir la sobreprotección de alguien más que no sea su madre, lo agradece pero no puede evitar sentirse incómodo.

–No deberías preocuparte por eso.

–Es imposible no hacerlo.

Le sonríe apenas mostrando los dientes para hacerle saber que estará bien, o al menos eso cree él.

Se despide de ella y se dirige a su primera clase que desafortunadamente no comparte con sus amigos, aunque interiormente desea estar solo.

– ¡Hey Noriega! –exclama alguien en mitad del pasillo haciéndole parar en seco.

Lucas Estrada empieza a acercarse de forma desafiante hacia él, y Alex solo espera a ver con paciencia que es lo que el muchacho de pecas planea esta vez.

– ¿Qué tal lo llevas Alex?

–Solo di qué es lo que quieres Lucas.

–Agradecerte –responde el muchacho sonriendo de oreja a oreja.

–Sé más directo.

–Solo quería agradecerte, de no ser por tus padres... ayer hubiéramos tenido que venir a este asqueroso lugar –habla arrastrando las palabras.

Lo reconoce, desde casa ha tratado de contener las ganas que tiene de golpear algo y mirando fijamente a Lucas y las palabras de este haciendo eco en su cabeza, parece la opción más apropiada en este momento.

Sin detenerse a pensarlo estrella su puño contra el ojo izquierdo del muchacho haciéndole retroceder bruscamente.

Todo pasa tan rápido que sin percatarse de que un golpe en respuesta llega a él, ya se encuentra en el suelo cubriéndose el estómago con una mano y con la otra tocando el frío piso de los pasillos, mientras los alumnos lo rodean formando un círculo que lo deja encerrado junto a Lucas bufando del enojo.

Todo por AlexDonde viven las historias. Descúbrelo ahora