𝑽𝒊𝒆𝒓𝒏𝒆𝒔
–Vamos, apresúrate o no le alcanzaremos –dice tirando de su mano, y ella hábilmente trata de esquivar a las personas que en su camino se cruzan.
– ¡Puedo caminar por mi cuenta Adrián! –habla por encima del ruido que hacen sus zapatos resbalando sobre el brillante pasillo de la escuela.
–Oh, ¡ahí está! –exclama emocionado deteniéndose de repente.
Siente a su amigo deshacer el agarre, para después verlo alejarse y caminar hacia un chico alto de cabello oscuro que ya le espera al final del pasillo.
La castaña se queda esperándole frente a los casilleros, se acomoda la mochila y mete las manos en los bolsillos del buzo algo incómoda por las miradas que se posan en ella, mientras las personas comienzan a dispersarse al final del receso, entrando en las aulas que por ahí se encuentran.
Al rato, su amigo se acerca tomando la muñeca de su acompañante, y tratando de ocultar la sonrisa que en su rostro se dibuja.
–Alex –empieza a decir algo nervioso–. Él es Oliver –termina haciéndose a un lado para que el muchacho tras él quede a la vista.
–Hola –dice este amablemente estirando la mano.
–Hola Oli –responde al gesto–. Encantada de conocerte al fin.
–Adrián me ha hablado mucho de ti –dicen ambos al mismo tiempo, los tres se miran por unos segundos y se echan a reír.
–Venga, sé que necesitas ayuda –dice el muchacho de lentes.
–Sí –admite apenada.
Alexandra y su amigo empiezan a caminar detrás del esbelto chico de cabello oscuro, cortado y peinado con pulcritud.
–Ya veo porqué te gusta –le susurra la castaña a su amigo.
–Shh –le silencia este nervioso.
Oliver se detiene frente a una puerta de color crema con un pestillo grande y oscuro. Y toca tres veces produciendo un eco en los pasillos vacíos de estudiantes.
–Esta es mi clase –dice cuando alguien abre la puerta y una simpática mujer asoma la cabeza a través de la puerta entreabierta.
–Adelante –dice con una sonrisa amplia–. ¿De qué escuela vienes?
–San Gabriel –responde la castaña.
–Estudiantes, un minuto de su atención por favor –se dirige a su clase, mientras Alexandra entra en el aula.
Al instante las miradas se posan en ella y no puede evitar sentirse intimidada. Gira a ver a su amigo y este dice algo que ella apenas y puede escuchar.
–Ella es... –prosigue la maestra.
–Alexandra, Alexandra García.
–Es la hija del policía ese –escucha que murmuran.
– ¿Es la que vive con el hijo del polícia muerto?
–Sí, es ella.
Los murmullos aumentan su volumen tal como sus nervios. No imaginaba que le conocieran, pero no es eso lo que le incomoda precisamente, sino la facilidad con la que hablan de lo que sucedió en el verano.
<<Línea de división>>
–Y ahora... el laboratorio –anuncia Oliver apuntando con el índice a la puerta que tiene a su derecha.
– ¿Puedo? –pregunta tímida mientras se acerca para ver por la ventanilla de cristal.
–Claro –le dice mientras le alcanza las llaves.
–Todo es perfecto –susurra al entrar en la habitación blanca.
–El Señor Darrell invierte en todo lo que los alumnos del bachillerato en ciencias biológicas, necesitan –explica el muchacho con un sutil aire diplomático.
–Ya veo –dice más para sí misma que para el par en frente de ella, quienes se miran el uno al otro como si no hubiese nadie más en la habitación.
– ¿No te sentiste nerviosa al encuestar a esos chicos? –pregunta alguien detrás de ella.
–Pues... sí, lo normal –responde sin voltear, anotando todo en el cartapacio que lleva en las manos, tratando de ignorar lo que pasó hace media hora.
– ¿Y bien?... ¿Qué piensas? –pregunta su amigo susurrando.
– ¿Qué pienso de qué? –inquiere sin retirar la vista de las hojas que llena hábilmente.
–De Oliver, ¿qué piensas de él?
–Pues, es buena onda.
–Vamos Alexa, puedes ser más explícita.
–Bien –deja el cartapacio sobre el mesón de mármol y le mira fijamente a los ojos–. Es atractivo y muy amable, además de que parece que te quiere –toma las manos de Adrián y luego le acaricia la mejilla–. Si tú estás feliz, yo lo estoy también.
–Gracias Alex –susurra el muchacho soltándose del agarre, para abrazarla completamente–. Gracias.
–Oli es un buen chico para ti –dice convencida de sus palabras–. A propósito, ¿a dónde se fue? –pregunta echando un vistazo a la habitación.
–Fue a buscar algo de comer –contesta mientras se rasca la nuca, nervioso.
–Vaya que lo tienes muy ilusionado –comenta sonriendo, provocando que su amigo se sonroje al instante.
– ¿Terminaste?
–Sí, ya casi –dice guardando el cartapacio en su mochila para colgársela al hombro.
– ¿Almorzamos aquí?
– ¿Y dónde más? –pregunta divertida.
–Pues vamos, a ver si le alcanzamos en la cafetería antes de que compre algo.
Ambos salen del laboratorio y la castaña cierra la puerta con cuidado antes de seguir a su amigo.
– ¿Conoces a los amigos de Oliver? –pregunta curiosa saliendo al pasillo.
–A unos cuántos.
– ¿Ellos saben que están saliendo?
–No... no lo creo –reconoce algo desanimado.
–Bueno, pasa lo mismo contigo. Solo yo lo sé.
–Ya. Y dime, ¿por qué no aceptaste ir a la escuela de Alex?
– ¿Qu... qué? –se detiene en medio de la cafetería.
–Vamos Alexa, sé que te ofreció ayuda. Pero no entiendo porqué no aceptaste –dice en tono de reclamo y la misma sensación de culpa la invade después de negarse ante Alex.
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Todo por Alex
Fiksi RemajaAlex Noriega lleva una vida normal, como la de cualquier adolescente, le va muy bien. Pero todo cambia repentinamente al sufrir la tragedia más grande de todas. Tras perder a sus padres en extrañas circunstancias, su vida no vuelve a ser la misma...