𝑳𝒖𝒏𝒆𝒔, 1:45pm
Sale del aula, seguido de su mejor amigo que no suelta el móvil, tecleando rápidamente sobre la pantalla.
–¿A quién le escribes? –pregunta con la vista al frente.
–A Matías, si no le aviso que faltaré a la práctica de hoy me costará una amonestación del entrenador –explica sin despegar la vista ni los dedos de su teléfono.
–Ya déjalo Math, empiezas a ponerme nervioso –le reprocha girándose hacia él.
–Deberías estarlo –replica fulminándole con la mirada–, haremos algo que no deberíamos. Tienes que estar nervioso.
–No te estoy obligando a venir conmigo –le recuerda–. Lo haré con o sin tu ayuda, aunque sin ti tardaría más de la cuenta.
–No dije que te dejaré ir solo –dice a la defensiva–. Es solo que estoy nervioso por ambos, es todo. Si Santiago no me ve en la cancha se lo dirá a Jessica y nuestras excusas no valen con ella.
–No tienes que estarlo, nos la apañaremos –intenta tranquilizarle, mientras sigue caminando–. De Jessica no te preocupes, bastará con que yo se lo diga y tendrá que creerlo. Me lo debe –confiesa muy convencido de sí mismo.
– ¿Me dirás lo que pasó entre ustedes? –le mira de reojo mientras libera el peso de su mochila dejando libros y libretas dentro de su casillero para después cerrarlo con fuerza.
–El día de la fiesta el exnovio de Alexandra tuvo una pelea con alguien. Jess creyó que ese alguien había sido yo, eso me molestó.
– ¿Nos perdimos una pelea? –se sorprende andando hacia la salida.
–Fue mejor así, realmente agradezco no haber estado presente.
– ¿Y conoces el motivo de la pelea? –trata de averiguar.
–No es asunto nuestro –responde tajante–. Querías saber lo que pasó con Jessica y ya lo sabes.
–Bien versión malhumorada de Alex Noriega. No debo preocuparme por Jess. Pero, ¿Qué le diré a mi madre? Si le digo que estaré contigo, querrá llamar a la madre de Mara –habla tan rápido que Alex se sorprende de que aún le quede aire que exhalar.
–Es cierto, no puedes decirle que vendrás conmigo. ¿Qué hay de Sofía? –se detiene a pensar en medio del pasillo.
–Mi madre puede llamarle en cualquier momento para preguntarle a qué hora regresaré a casa. Mi novia no es una opción.
–Entonces dile que tenemos una tarea con unos amigos, pero excluye a nuestra amiga –anuncia serio–. Es lo mismo que le diré a Carla –le avisa mientras saca su teléfono móvil del bolsillo de sus pantalones azules.
Justo cuando pretende escribir el mensaje de texto, una llamada entrante interrumpe su propósito.
– ¿Hola? –pregunta al tomar la llamada, sin dejar de caminar, acostumbrándose a las miradas de algunas personas por no llevar las muletas.
–Hola Alex, quería decirte que no podré pasar por ti hoy –anuncia y hace una pausa para responder a la voz de alguien cerca de ella–. Lo siento por no avisarte antes, pero surgió una junta de trabajo que no puedo cancelar –explica y Alex agradece interiormente tener el camino libre para poder llevar a cabo lo que tiene en mente.
–No se preocupe señora Carla –se anticipa a decir–. De hecho, quería avisarle que tengo una tarea que entregar para mañana y debo reunirme con unos compañeros de clase.
–Oh –le escucha susurrar sorprendida–. ¿Entonces se lo dices a Alexandra cuando la veas?
–Pensaba en ir directamente a la casa de mi amigo –niega frenéticamente con la cabeza.
–Oh, entiendo. ¿Podrías llamarle entonces para avisarle que no llegarás a comer? –pide amablemente–. Tengo prisa.
–Lo haría, pero no tengo su número... –dice con prisa, pero Carla se adelanta terminando la llamada. Gira hacia su amigo para poder irse de ahí cuanto antes pero prontamente se contagia de la confusión de este.
–¿Qué está haciendo ella aquí? –inquiere el moreno. Alex alza la vista y ve a una deslumbrante castaña acercarse a la entrada del Valle Dorado, no es difícil reconocerla. El uniforme que lleva destaca entre todos los que van vestidos de azul.
–Pero... ¿Qué diablos? –es lo único que puede decir al ver a Alexandra pararse de puntillas y buscar algo con la mirada, cuando su objetivo se encuentra unos metros detrás de ella.
–¿Alex? ¿Qué se supone que haremos ahora? –pregunta Matheo a su lado.
–Pues... –duda por un instante–. La llevaremos de vuelta a su casa y nos iremos, ¿de acuerdo? –le asegura sin dejar de observar a la castaña.
–Seguro –acepta el chico sin protestar.
–Ven conmigo, pero nada de mencionar lo qué haremos después. ¿Está bien? –pregunta seriamente–. No podemos perder el tiempo –el moreno asiente y juntos cruzan la pista que los separa de la entrada de su escuela.
Cruzan la pista mirando a ambos lados previamente. Cuando se encuentra justo detrás de ella, toca su hombro para llamar su atención.
–Alex –saluda mientras esboza una hermosa y genuina sonrisa.
–Hola –dice en voz baja correspondiendo al gesto de la chica de ojos café–. ¿Es a mí a quién buscas? –pregunta sabiendo la respuesta.
– ¿A quién sino? –responde–. Creo que sería más fácil que me dieras tu número, así no tendría que esperar mucho tiempo por ti –sugiere sacudiendo levemente su móvil frente a ella.
–Es una buena idea –dice convencido–. ¿Qué estás haciendo aquí?
–Bueno, aproveché que tuve mi última hora libre para caminar tranquilamente hasta aquí.
–Hola Alexandra –le saluda Matheo–, ¿por qué no está Mara contigo? –pregunta sin disimular su interés por saberlo.
–Práctica de vóleibol –responde tranquilamente–. ¿Nos vamos ya? –pregunta fijando su mirada en el pelinegro.
–Sí –dice con simpleza–. Vamos Math –indica mientras se echa a andar.
– ¿Vendrás a comer a casa? –pregunta la castaña mirando al moreno.
–No –dice este con una sonrisa–. Solo te llevaremos a tu casa, Alex y yo ya tenemos planes –comenta sin pensárselo y Alex le dedica una mirada de reprobación, pues él estaba pensando en cómo decírselo.
– ¿Planes eh? –Inquiere enarcando una ceja–. ¿Podría saber cuáles? –reta a ambos.
–Tenemos una tarea en equipo con algunos compañeros de clase –se excusa Alex rápidamente.
–Hmm no te ves muy convencido –dice mientras niega con la cabeza.
–Es la verdad –insiste Matheo tratando de ayudarle.
–No tienes que mentirme Alex –replica Alexandra mirándole directamente a los ojos–. Solo dime, díganme –comenta con entusiasmo.
–Te lo diré si prometes no decírselo a nadie –le condiciona con expresión seria.
–Prometo no decirle a nadie... si me dejan ir con ustedes.
ESTÁS LEYENDO
Todo por Alex
Teen FictionAlex Noriega lleva una vida normal, como la de cualquier adolescente, le va muy bien. Pero todo cambia repentinamente al sufrir la tragedia más grande de todas. Tras perder a sus padres en extrañas circunstancias, su vida no vuelve a ser la misma...