Abril 29 | Alexandra

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𝑽𝒊𝒆𝒓𝒏𝒆𝒔 

Se baja del auto y enseguida la fría brisa le eriza la piel por debajo de su chaqueta, se acomoda un poco la ajustada falda negra y aspira una gran bocanada de aire antes de acercarse a la puerta de la gran casa en donde ya se encuentran concentrados una gran cantidad de adolescentes.

–Hey, ¿te encuentras bien? –le pregunta Sara.

–Sí –murmura y asiente algo insegura pero consciente de que no hay vuelta atrás–. Espera –se detiene de pronto y su amiga junto a ella–, no estoy segura de hacer esto –confiesa en un hilo de voz.

–Todo irá bien, estás preciosa y además –hace énfasis en la última palabra–... nosotros estamos contigo –le reconforta.

–Vamos Alexa –insta Adrián dedicándole una mirada de compasión–. Es nuestra noche –asegura y Alexandra asiente firme.

–Venga, entremos –anima Emily sonriendo de oreja a oreja.

Los cuatro entran tomados de los brazos, Adrián lidera la cadena desde la izquierda, seguido de Sara quien se encuentra junto a Alexandra y finalmente Emily.

La música retumba en todo el lugar lo cual le provoca una extraña sensación en el estómago, que se mezcla con los nervios que siente. Al estar dentro, se separan en parejas para recorrer el pasillo de la casa donde solo había estado una vez hace mucho tiempo.

Las luces son bajas en tonalidades púrpuras y rosas, hay demasiada gente en la sala de estar, que es bastante amplia bailando unos con otros mientras sostienen bebidas en sus manos. El ambiente es típico de una celebración de secundaria que solía frecuentar al iniciar su relación con uno de los jugadores más destacados del equipo de baloncesto de su escuela.

Conforme avanza, reconoce a simple vista a muchos de los chicos con los que comparte algunas materias, quienes la saludan con una sonrisa o agitando la mano. Ella corresponde a los gestos tímidamente.

–Baila conmigo –pide Sara con ojos suplicantes.

–Claro –responde y al instante su amiga la guía hasta el centro.

Al principio duda un poco, se siente intimidada por los ojos que se concentran en ella. Sara lo nota y le sonríe cálidamente, poco a poco empieza a bailar dejándose llevar por su amiga, quien se mueve al compás de la música sin soltarle de las manos.

– ¿Qué pasa? –pregunta con el ceño fruncido.

–No... nada –se excusa Alexandra bajando la mirada a sus zapatillas.

– ¿Entonces? ¿Qué no extrañabas esto? –inquiere dándole una rápida mirada a su alrededor.

–Así es, pero... –no puede terminar la oración.

–Es por él, ¿verdad? –vuelve a preguntar insistiendo.

–Me hace sentir que no debo estar aquí –le dice muy cerca a su oído.

–Por favor Alexa, esta no es su fiesta ni su casa y tú, puedes hacer lo que quieras –dice en voz alta sin importarle que algunas personas giren a verla–. Después de todo, él fue quien terminó contigo. No tienes que sentirte así.

–Convénceme de eso, por favor –murmura.

–Esta noche es nuestra, olvídate de esos asuntos por un momento y empieza a disfrutar que para eso hemos venido. ¿O no Adrián? –le dice cuando el chico se acerca hasta ellas.

–A eso vinimos  –confirma el rizado tomándole de la cintura.

Después de un rato de música fuerte y algunas bebidas que le alcanzan sus amigos, siguen en la sala de la casa bailando en una círculo que forman entre ellos. 

–Que rápido cambian las cosas –comenta Alexandra mirando a la pareja–, hace poco éramos las protagonistas –ríe.

–Dímelo a mí –responde Sara bebiendo de la botella–. Hace un instante bailaba conmigo y ahora junto a su novio. ¿Quién lo diría? –dice divertida.

–Esperaba ver así a Emily, pero lo de Adrián es verdaderamente una sorpresa. Creí que después de todo lo que dijo Aarón de él, no lo volvería a ver tan feliz y míralo ahora –esboza una amplia sonrisa.

–Creo que Oliver es un buen chico. Todo lo contrario de Aarón, ni siquiera quiero pensar en todos los rumores que difundió ese cretino.  No quiero ni recordar lo mal que la pasó Adrián.

–Ha pasado página... y tú deberías empezar a hacerlo también –sugiere mirándole de soslayo. 

–Pero no es tan fácil como parece.

–No digo que lo sea, romper con tu primer novio siempre va a ser difícil y lo recordarás por mucho tiempo. Pero... por algo es el "primer novio" –dice haciendo comillas con los dedos–, el primero de muchos –culmina la oración con un guiño coqueto.

–Contigo a mi lado, me siento mucho mejor –confiesa sonriendo.

–De nada, querida –le dice besando sutilmente su mejilla.

–A veces pienso que se siente culpable por mostrarse feliz cuando yo acabo de terminar con Ernesto –suelta cabizbaja.

– ¿Quién? ¿Adrián? –pregunta y la castaña asiente levemente–. ¿Por qué piensas eso?

–Hay ocasiones en las que empieza a contarme algo que pasó con Oliver y se detiene a mirarme para luego dejarlo, no termina lo que inicia.

–Solo quiere protegerte, él te quiere tanto que no puede ser completamente feliz si tú no lo eres. Adrián siempre ha sido así con nosotras.

–Y es eso lo que me hace sentir culpable. Que piense que no puede contarme lo que le hace feliz porque cree que en lugar de alegrarme la pasaré mal porque él tiene a alguien y yo no. Es absurdo –resopla.

–Es su manera de cuidar lo que sientes, no puedes culparle –reconoce Sara dándole un sorbo a su bebida.

– ¿Y cómo cuido yo lo que él siente?

–Explícale lo que me has contado y de seguro lo entenderá. Ah, y anímale a continuar cuando se detenga que de seguro tiene historias tan interesantes que son dignas de una novela –menciona riendo.

–Pues, eso no lo dudo –mira rápidamente a su amigo, que luce realmente feliz–. Deberíamos reunirnos pronto, los cuatro. Tal y como hacíamos antes –sugiere con el ánimo renovado.

– ¿Lo acordamos luego? –pregunta con prisa.

–Claro, ¿pero por qué no ahora? –inquiere confundida.

– ¡Porque amo esa canción! –exclama tirando de su brazo hacia la pista de baile otra vez.

Todo por AlexDonde viven las historias. Descúbrelo ahora