𝑱𝒖𝒆𝒗𝒆𝒔, 11:10am
Tras unos minutos de caminar sin compañía llega ante una cabaña que se alza a la mitad de grandes árboles. Se detiene a recuperar el aliento y a divisar si hay alguien cerca.
–Oh Alex, lo siento –ve a Felipe acercarse hasta él–. Venga, de seguro encontraremos una habitación para ti.
– ¿Ya no quedan habitaciones? –pregunta algo alarmado. Lo que menos desea es pasar la noche en un sillón.
–Me refería a encontrar una en la planta baja –contesta sonriendo y tomando sus muletas–. Venga, yo te ayudo.
Pone su brazo sobre la espalda del hombre y con un solo pie entra en la cabaña, observando rápidamente todo a su alrededor.
–Descansa un poco –le sugiere dejándole caer sobre un sillón–. Yo iré a ver.
Mientras espera sentado, revisa el móvil. Vibró muchas veces durante el trayecto hasta aquí, pero hace un buen rato que ha dejado de hacerlo.
Y ahora sabe por qué: No hay señal en medio del bosque, debía suponerlo.
Mensajes de Matheo, de Jessica, de un grupo de chicos de clase, y como se lo esperaba, también de Eva, llenan su bandeja de mensajes. Los ve todos sin responder a ninguno.
–Me temo que tendremos que subir las escaleras –habla Felipe a sus espaldas.
Ya arriba, van hacia el final del corredor y entran en la habitación que está a la mano derecha al lado de un cuarto de baño.
–Ponte cómodo –le dice el hombre dejando la mochila sobre la cama–. Cuando estés listo bajas, saldremos.
–Felipe –le detiene antes de que este cierre la puerta.
– ¿Sí?
– ¿Ya saben algo? –pregunta tímido–. Siento insistir, pero ya ha pasado más de un mes.
–Aún no Alex, pero estamos trabajando en eso. Lo prometo.
Asiente sin estar muy convencido de que aquello sea cierto y cierra la puerta. Se deja caer sobre el cálido suelo, completamente rendido, dejando las muletas tiradas. Quiere creerle al padre de Alexandra, pero hay algo que le impide hacerlo del todo.
Se desviste y se aplica protector solar en todo el cuerpo, no está entre sus planes regresar bronceado la semana entrante a la secundaria.
<<Línea de división>>
Todo lo que ve parece sacado de una película, lo que le deja sin palabras para quejarse de la caminata que ha hecho. Pues vale la pena completamente.
–Forest Lake ante sus ojos –anuncia Carla con una gran sonrisa y dedicándole una mirada que no sabe muy bien qué quiere decir.
Pero por un instante le ha hecho sentir parte de ellos, parte de Los García.
Camina hacia la orilla del lago apreciando todo a su alrededor, se quita la camiseta y se sienta bajo la sombra de un gran árbol.
Una sonrisa se dibuja en su rostro al ver a la castaña sentarse no tan lejos de él. Aunque aún no le perdona haberle dejado solo en el auto, decide hablarle:
–Ve, puedo quedarme solo –bromea después de escuchar a Mara.
–De hecho... no estoy aquí por ti –dice segura, lo que le deja sin argumentos–. Lo siento, ¿dañé tu ego?
–Descuida, no es fácil de dañar.
–Ya.
– ¿No planeas entrar?
–Ya estoy dentro.
– Mmm no. Entrar completamente, esto no cuenta –niega con la cabeza arrugando la nariz.
– ¿No planeas tú entrar? –pregunta y se cruza de brazos. En su mirada refleja la misma fragilidad que él percibió ayer cuando la tenía cerca.
–No seas injusta conmigo, aún duele –dice mirando su pierna izquierda.
–Eso no cuenta como excusa.
–No lo es –asegura y se acuesta sobre la camiseta tendida en el suelo–. La cabaña no es suya, ¿verdad?
–No, es del tío John.
– ¿Hasta cuándo estaremos aquí? –no puede dejar escapar la oportunidad de saberlo.
–No lo sé. ¿Te quieres ir tan pronto?
–Tengo asuntos pendientes –dice pensando en la conversación con Felipe.
– Pudiste haberte quedado en casa.
– ¿Quedarme solo? –pregunta fingiendo sorpresa–. Es ilegal, Alex.
Decir su nombre, pero refiriéndose a la castaña, le provoca un cosquilleo debajo de las costillas.
– ¡¿No piensan entrar nunca?! –exclama la voz de Mara.
Escucha a la castaña resoplar fuertemente.
–Ve, no le hagas esperar –comenta cruzando las manos por debajo de su cabeza.
Al no escuchar respuesta alguna, abre los ojos y la observa quitándose la ropa quedando en un bañador azul. Y sin esperar un segundo ni responder a su comentario, sale corriendo hacia el agua, dejándole solo otra vez.

ESTÁS LEYENDO
Todo por Alex
Roman pour AdolescentsAlex Noriega lleva una vida normal, como la de cualquier adolescente, le va muy bien. Pero todo cambia repentinamente al sufrir la tragedia más grande de todas. Tras perder a sus padres en extrañas circunstancias, su vida no vuelve a ser la misma...