Abril 17 | Alexandra

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𝑫𝒐𝒎𝒊𝒏𝒈𝒐 

La suavidad de su cómoda cama es lo que sin duda extrañó la noche que pasó en el hospital. Se remueve bajo las sábanas sin la intención de levantarse aun cuando los toques en la puerta son más fuertes.

–¡Adelante! –grita con voz grave.

–Hija, ya deberías levantarte.

–Es domingo... –murmura adormilada aferrándose a las sábanas.

–Lo sé, pero tu padre no podrá traer a Alex del hospital, así que iremos tú y yo –le escucha decir, mientras la claridad en la habitación le obliga a abrir los ojos.

– ¿Le dieron el alta? –se incorpora quedando sentada sobre la cama.

–Así es, hoy estará en casa otra vez –dice su madre dejando toallas limpias sobre la cama.

–Pareces feliz –musita tallándose los ojos.

–Lo estoy –reconoce con una sonrisa en el rostro–. Alex... se ha vuelto parte de esta familia –suspira como si sintiera paz.

Se detiene a pensar en aquello: ¿Alex es parte de su familia? No lo tiene claro aún, lo que sí puede admitir con certeza es que él se ha vuelto alguien importante para ella. Lo entendió el día en que le vio en pésimas condiciones mientras lo único que deseaba era protegerle de todo.

–Ya...

–Te he notado pensativa cariño. ¿Pasa algo?

–No, ¿por qué lo dices? –cuestiona confundida.

–Porque soy tu madre y puedo notar que algo no va bien. ¿Qué te tiene así? ¿Está todo bien con Ernesto?

–Todo está bien –responde con voz firme, pero no está segura de que aquello sea cierto.

–Ya hablaremos más tarde de eso. Mara preparará la habitación de Alex mientras nosotras vamos a por él. Apresúrate, debe tener muchas ganas de volver –dice y sale de la habitación.

Alexandra se levanta a tropezones de la cama, pero antes de llegar al cuarto de baño el móvil suena, entonces retrocede para tomarlo.

–Ernesto –dice al tomar la llamada.

–Alex –suelta un suspiro de alivio–. Te estuve marcando desde el viernes, ya sabes, después de lo que hablamos.

–No tenía el móvil conmigo –admite soñolienta.

– ¿Crees que podamos vernos? Necesitamos hablar y no quiero hacerlo mañana en la escuela–pide con tono suplicante.

–Ahora no puedo –toma una toalla y se la pone al hombro.

–Vamos Alex, tengo que verte.

–Ahora mismo saldré hacia el hospital. Tengo que colgar –dice cuando escucha que su madre le llama desde la planta baja.

–Alex espera... –corta la llamada sin darle tiempo a su novio de terminar la frase.

<<Línea de emergencia>>

Abre la puerta de la habitación y al alzar la vista se encuentra con una mujer de veintitantos años, vestida completamente de azul parada al lado de la camilla.

–Esperemos que esta vez no sea por mucho, Alex –escucha que dice.

–Lo siento, regreso... –se anticipa a decir cuando la mirada del pelinegro repara en ella.

–No, no trates de huir jovencita –replica la mujer girándose hacia ella. La castaña se detiene antes de cerrar la puerta y entrar algo temerosa dirigiéndose hacia la mujer.

–Vas a ayudarme con este chico que... no es tan liviano como parece –comenta divertida a lo que la castaña ríe.

–Johanna –le reprocha Alex.

–Hola –saluda tímida cerrando la puerta tras ella.

–Hola –responde el pelinegro sonriendo de lado.

–Soy Johanna, una amiga de Alex. Un gusto –estira una mano hacia la castaña.

–Alexandra, una chica que vive con él –dice devolviéndole el gesto.

–Oh, Alexandra. Tienes bonitos ojos. Sí tiene ojos bonitos –susurra mirando a Alex, como dándole la razón. Alexandra no entiende lo que pasa, pero siente sus mejillas empezar a calentarse.

–Johanna –reprocha el pelinegro. 

–Bueno bueno, ¿listo para volver a casa? –pregunta la enfermera acercándose al chico para ayudarle a incorporarse.

Alexandra sostiene al muchacho de la cintura mientras este intenta mantener el equilibrio con las muletas. 

–Lo siento –dice girándose a verla. 

–No, está bien. Podemos ir más lento –le anima a seguir hasta llegar al aparcamiento del hospital.

–Hoy cenaremos fuera –anuncia su madre frente al volante.

– ¿Me disculpa si no puedo acompañarles? –pregunta el muchacho a su lado.

– ¿Qué? No, es por ti que hacemos esto –responde Carla.

–Entonces, ¿cree que pueda invitar a mis amigos?

–Por supuesto, ellos están invitados también. Ojalá tu padre pueda venir –dice dirigiéndose a Alexandra mientras le echa un ojo por el espejo retrovisor.

Pero ella no responde, está concentrada viendo divertida al pelinegro buscar algo en los bolsillos de sus pantalones de algodón mientras una expresión de miedo aparece en su rostro.

– ¿Buscas esto? –le pregunta sacando el teléfono móvil de su bolsillo.

– ¿Cómo es que...? –cuestiona confundido.

–Larga historia –se limita a decir.

–Llegamos –dice Carla estacionándose frente a la casa.

La castaña abre la puerta para bajar rápidamente y se gira hacia Alex para ayudarle. El pelinegro se desliza por el asiento y saca las piernas cuidadosamente mientras Alexandra le toma por los brazos y le ayuda a impulsarle, pero el chico tropieza antes de llegar al suelo. En un rápido movimiento se abraza a ella para no caer de bruces contra el suelo.

–Siempre he sido torpe –susurra nervioso sosteniéndose de sus hombros. Ella solo puede contemplar el verde de sus ojos, que  es aun más vivo cuando se encuentra a dos centímetros de él.

Todo por AlexDonde viven las historias. Descúbrelo ahora