𝑽𝒊𝒆𝒓𝒏𝒆𝒔
–Ya cuéntame Mara, ¿quién pasa por ti a las prácticas? –le pregunta por tercera vez.
–Bueno, Matheo –confiesa y sus mejillas se sonrojan al instante.
– ¿El amigo de Alex? –cuestiona y Mara asiente con la cabeza–.No me hablas de él desde el baile de bienvenida.
–No ha ocurrido nada relevante desde entonces –dice poniendo los ojos en blanco.
–Que vaya por ti hasta el San Gabriel, ¿no es nada relevante? –pregunta levantando una ceja.
–No lo es, el interés que tengo por Matheo es simplemente amical.
–No hablas como una chica de catorce años, ¿cuándo maduraste tanto?
–Ni yo misma lo sé... Pero no hablemos más de mí, ¿qué pasará con Ernesto?
Al escuchar la pregunta que ha hecho su hermana, la misma que se ha estado haciendo ella durante todo el día se le forma un nudo en el estómago, gira sobre la cama quedando boca abajo para intentar aliviar esa agobiante aflicción.
–No lo sé. Quiero hablar con él pero en este lugar es nula la maldita señal –se queja sobre la almohada.
–Ya lo harás cuando volvamos.
– ¿Sabes cuándo sucederá eso?
– ¿El domingo? –responde dudosa–. Déjalo, se lo preguntaré a papá. Debemos estar ahí antes del lunes.
–Eso espero, no quiero tener que hablar con él en la escuela –dice refiriéndose a su novio.
–Pero mira que rápido se nos ha ido el tiempo, mamá nos regañará –comenta Mara mirando la pantalla de su móvil–. Es hora de ir a mi habitación.
–Y yo... -se anticipa Alexandra y se incorpora para alcanzar lo que quiere.
–Me llevo los audífonos –su hermana culmina la oración que ella tenía en mente y la acción que planeaba llevar a cabo.
No le queda otra opción más que resignarse y ver cómo sale su hermana de la habitación llevándose consigo los audífonos.
–Cabaña fría y sin música, bien hecho Alex –resopla cansada.
Pone el reproductor en aleatorio bajando el volumen lo suficiente como para simular estar usando audífonos y se coloca el pijama para acostarse al fin.
Apaga la luz de la pequeña y polvorienta lámpara de la mesa de noche y se acomoda sobre la cama, buscando la posición que mejor le siente.
3:08am
Se remueve entre las sábanas al escuchar una voz por encima de la música. Se talla los ojos levemente y toma el móvil que sigue a su lado, 3am se indica en la pantalla. Solo ha dormido por casi una hora.
La voz y lo que parecen ser sollozos de alguien, aumenta de volumen, por lo que se ve obligada a levantarse para ver de quién se trata, pues está convencida de que no es parte de un sueño.
Se pone de pie y descalza sale sigilosamente de la habitación cerrando con cuidado la puerta para evitar hacer algún ruido.
Al estar fuera, el lamento se intensifica, lo que la asusta sobremanera. No quiere aceptar que aquel sonido proviene de la habitación contigua al cuarto de baño, pues sabe perfectamente de quién se trata.
Se detiene un momento a pensar dos veces lo que planea hacer.
Gira la perilla para entrar entra en la habitación que su padre le dejó al chico de ojos verdes, la lámpara que hay sobre la mesita de noche está encendida alumbrando la mitad de su rostro. Rostro que se contrae con cada segundo que pasa.
Se acerca lentamente hasta él, puede ver claramente su camiseta húmeda y también algunas gotas de sudor que cubren su frente. Retrocede dos pasos cuando este empieza a pronunciar algunas palabras aún con los ojos cerrados:
–Perdóname mamá –murmura agarrando las sábanas con fuerza.
No sabe qué hacer, solo sabe que no quiere verle llorar más.
–Alex, despierta –pide en voz baja, se sienta sobre la cama en el espacio libre y lo sacude por los hombros–. Vamos Alex, solo es una pesadilla.
–No, no. Yo debí morir, no tú –repite el muchacho con la respiración acelerada.
Los ojos le pican de pronto y siente un nudo formarse en un garganta.
–Alex, Alex –susurra sacudiéndolo con más fuerza.
Hasta que al fin el muchacho abre los ojos, dos segundos después instintivamente se incorpora sobre la cama y se abraza a ella.
Alexandra se queda pasmada sin corresponder al gesto desesperado por parte de Alex, hasta que decide ceder y abre los brazos para que este se sienta libre de seguir haciendo lo que hace.
Un sentimiento de culpa la invade mientras le escucha llorar con la frente apoyada sobre su hombro. Y es ahora que lo comprende: Alex ha tenido pesadillas todo este tiempo, nadie ha estado ahí para él ya que nadie le ha escuchado, porque él es el único que duerme en la planta baja.
–Realmente lo lamento, Alex –pierde sus dedos entre el oscuro cabello del adolescente, mientras disfruta el aroma del mismo.
Nota
En la parte superior está apareciendo una foto, ya que algunos me solicitaron que diera a conocer la persona que me había inspirado para crear a Alexandra. Al ser un estereotipo netamente imaginario, me di a la tarea de encontrar a alguien que se pareciera a mi creación.
Sin embargo, ustedes pueden seguir viéndola con la imagen que ya crearon al leer la descripción de Alexandra.
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Todo por Alex
Teen FictionAlex Noriega lleva una vida normal, como la de cualquier adolescente, le va muy bien. Pero todo cambia repentinamente al sufrir la tragedia más grande de todas. Tras perder a sus padres en extrañas circunstancias, su vida no vuelve a ser la misma...