Marzo 07 | Alexandra

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𝑳𝒖𝒏𝒆𝒔 

Con el cabello goteándole por la espalda, contempla su uniforme colocado con cuidado sobre las sábanas blancas.

Se pone la falda y sube la cremallera del lado izquierdo de esta. Se calza sus infaltables converse negras para finalmente coger el saco y salir de la habitación escaleras abajo.

Camina con la cabeza gacha mientras abotona el saco de color rojo, cuando choca de pronto con un cuerpo. Reconoce de inmediato a quién le corresponde ese aroma. Levanta tímida la vista y ve el cabello negro azabache frente a ella.

–Lo siento –se anticipa a decir.

El muchacho voltea para quedar frente a ella, Alexandra aprovecha en verle mejor. Lleva una camisa blanca fuera del pantalón con las mangas remangadas antes de llegar a los codos, la corbata azul perfectamente hecha y en el pie derecho una zapatilla de color azul también.

–No importa –la voz del muchacho le hacer caer en cuenta de que se ha quedado observándole más tiempo del que quisiera admitir.

Sin decir más y sintiendo el calor en las mejillas que quiere disimular, va hacia la cocina para desayunar lo más rápido posible antes de que su madre empiece a apresurarla.

Al terminar el plato de cereales sube corriendo a su habitación para tomar la mochila. Se cruza con Mara al llegar al recibidor y esta le sonríe. Como si fuera bueno regresar a ser esclavizados, piensa Alexandra.

***

–Les deseo suerte, las amo –dice Carla al momento que Alexandra baja del auto junto a su hermana.

–Y nosotras a ti –responden al unísono.

– Vendré por ustedes. Así que no hagan planes.

Ambas adolescentes asienten con la cabeza y entran en el gran plantel.

–Creo que debemos ir por nuestros horarios –comenta la castaña caminando a la par de Mara.

–Ve tú, yo ya lo tengo –se anticipa la menor sacando un papel doblado a la mitad del bolsillo pequeño de su mochila y agitándolo frente a ella.

–Oye, ¿cómo... –no termina la frase porque Mara la deja sola para correr hacia la chica que se encuentra parada a unos metros delante de ella.

Se encamina hacia la directoría de la escuela hasta que siente unos brazos rodearle por la espalda, asustándola. 

Pero se tranquiliza al oír la voz que susurra en su oído.

–Hola Alex.

–Me asustaste –le regaña girándose para verle los ojos al castaño.

–Lo siento –se disculpa y besa su mejilla–. Venga, vamos o llegaremos tarde –prosigue para después tomar su mano y tirar de ella para empezar a caminar.

–Ernesto espera –dice y el muchacho gira para verle–. ¿No estás molesto?

–No puedo estar molesto por eso –admite el castaño de ojos oscuros para besar cortamente sus labios.

La joven se sienta al momento en que el profesor cruza la puerta. Haber corrido desde la secretaría hasta el aula número once del segundo piso le ha agotado.

–Buenos días jóvenes –saluda el hombre calvo parándose frente a la clase–. Espero que este año podamos trabajar de la mejor manera...

Las palabras del hombre le provocan sueño, se gira a la derecha cuando Emily le llama.

– ¿Qué? –susurra Alexandra.

–Después te digo –responde la pelirroja susurrando también.

La castaña hace una mueca, siempre ha detestado que le dejen intrigada.

Dos horas más tarde, se echa la mochila al hombro, y sale del aula con Emily pisándole los talones.

–Alexa, espérame –se queja la joven.

–Lo siento, debo llegar a mi siguiente clase.

–Clase, que compartimos –indica segura.

–Claro –dice echándole un vistazo a su horario. Segunda hora: historia. Primer piso, aula cinco.

Caminan con paso lento, pues aún faltan unos diez minutos antes de que empiece la hora.

–Y dime, ¿qué ha pasado con tu inquilino? –pregunta Emily alzando la ceja.

–Nada –asegura la castaña que siente el calor subirle a las mejillas al recordar su tropiezo accidental con él por la mañana.

– ¿Dónde estudia? Pensé que vendría a esta escuela, digo, porque ahora vive con ustedes.

–No... va en Valle Dorado.

–Qué mala suerte. Me hubiera gustado conocerle para ver si le doy la razón a Ernesto de estar celoso.

–Ernesto no está celoso –replica Alexandra frunciendo el ceño.

–Si tú lo dices. Dime algo más, ¿El muchacho ese tiene novia? Supongo que así tu novio se quedaría más tranquilo.

La pregunta de la pelirroja le hace retroceder al recordar a la rubia del día anterior, dejándola con una extraña sensación antes de entrar en el aula cinco.

Todo por AlexDonde viven las historias. Descúbrelo ahora