𝑳𝒖𝒏𝒆𝒔, 10:30am
– ¿Podemos no almorzar en la cafetería? –le pide a Matheo.
–Olvídalo, no nos sentaremos en las sucias bancas del patio.
– ¿Y cómo evito que me miren?
–No puedes hacerlo. Ya te dije, sólo ignóralos.
Al entrar, todos los allí presentes callan un momento, empieza a caminar junto a su amigo y entonces todos empiezan a murmurar con cada paso que da hasta llegar a una mesa donde ya se encuentra su rubia amiga acompañada de su novio.
–Lamento lo que te pasó, Alex –se anticipa a decir el muchacho alto de cabello largo levantándose de su asiento y poniendo una mano sobre su hombro–. Y lamento no haber podido acompañarte.
–No te preocupes, Santiago –responde Alex negando con la cabeza.
Se sienta sobre la blanca banca dejando sus muletas apoyadas sobre la misma. Abre la bolsa de papel sacando el emparedado de aceitunas verdes.
–Creo que tomé el almuerzo equivocado –murmura mirando al moreno.
–No lo creo –responde este tomando la bolsa–. Aquí claramente dice "Alex".
–Sí, pero está entre comillas.
–No lo entiendo, ¿no creen que ese es tu nombre?
–No –dice riendo–. La hija mayor de Felipe se llama Alexandra.
–No me habías contado eso –le reclama su amigo.
–Solo me preguntaste por la menor.
–Oh sí, Mara ¿cierto? –pregunta sonriendo.
–Sí, y no vayas a intentar nada –le advierte mientras agarra la botella de agua del moreno.
– ¿Ahora eres el hermano mayor? –pregunta este y a Alex se le retuerce el estómago de tan solo imaginarse hermano de Alexandra.
–Claro que no, lo digo porque tienes novia.
–No intentaré nada. Es muy chica para mí.
Con el estómago vacío se dirige a su última clase, esta no la comparte ni con Matheo ni con Jessica, y por último ni con Santiago. Así que le toca aguantar las miradas y murmullos de gente con la que apenas ha hablado, solo.
Al entrar en el aula, se repite lo mismo que en las dos clases anteriores. El profesor le da sus condolencias y sus compañeros miran atentos todo lo que a él respecta.
<<Línea de división>>
Se pone de pie y sale del aula con la mochila en el brazo derecho. Camina hasta los casilleros, donde deja el libro que le obsequió el director. Un libro de autoayuda, ¿quién demonios le dijo a ese hombre que puede hacerle ese tipo de regalos? Nadie tiene derecho a opinar y a tratar de ayudarle, no lo quiere, no lo necesita.
–Estamos de acuerdo en que es estúpido –dice Matheo detrás de él.
–Lo podría calificar hasta de ofensivo, pero no exageraré –reconoce Alex girándose.
–Sí, no te desgastes. Vamos –comenta el moreno andando hacia la salida.
– ¡Espérenme! –exclama Jessica corriendo para unírseles antes de llegar a las puertas de Valle Dorado–. Debemos comparar nuestros horarios –suelta la rubia resoplando.
–Tienes razón Jess, aunque debo confesar que cuando entre al equipo no los veré demasiado.
–Alex también entrará. Prometo que estaré en todos sus partidos.
–No estoy seguro de eso –dice el pelinegro y ambos giran a verlo–. Aún no me quitan esto. Y la última vez que vi al doctor me dijo que probablemente necesite una férula.
– ¿Una qué? –cuestiona Matheo confundido.
Pero Alex no tiene tiempo de contestar, al ver a la castaña apoyada en el auto cereza mirando hacia donde él se encuentra. Está tal y como recuerda haberla visto por la mañana. La falda a cuadros se le sube un poco dejando a la vista la blanca piel de sus muslos y sus piernas cubiertas por unas largas medias negras.
–Calla Math –le regaña Jessica–. Tengo que irme –anuncia acercándose a besar su mejilla.
–Adiós Jess –se despide el moreno a su lado.
–Adiós –responde la rubia–. Y tú, no te desanimes –le susurra al oído a Alex.
–Nos vemos después Math –suelta el muchacho alejándose de él para caminar hacia la castaña. Pero antes de llegar a ella, la ve subirse al auto y solo le queda imitarle.
–Buenas tardes –saluda después de cerrar la puerta.
– ¿Disfrutaste tu almuerzo? –pregunta con sorna una voz a su izquierda.
–En verdad no –reconoce girándose para verla–. Odio las aceitunas verdes.
–Y yo soy alérgica a la mantequilla de maní.
–Entonces... –empieza a decir sacando la bolsa de papel de la mochila–. Creo que esto es para ti –concluye entregándoselo.
–Y esto para ti –dice Alexandra repitiendo su acción.
Alex toma la bolsa de papel y mira a la castaña. Esta sonríe mirándolo y él no puede evitar sonreírle también.
ESTÁS LEYENDO
Todo por Alex
Novela JuvenilAlex Noriega lleva una vida normal, como la de cualquier adolescente, le va muy bien. Pero todo cambia repentinamente al sufrir la tragedia más grande de todas. Tras perder a sus padres en extrañas circunstancias, su vida no vuelve a ser la misma...