𝑳𝒖𝒏𝒆𝒔
–Gracias otra vez –susurra en el hombro del muchacho, mientras se acurruca entre aquellos brazos que tratan de brindarle consuelo.
–Intenta no pensar en lo mismo.
– ¿Cómo lo hago? –pregunta con voz entrecortada. Los estragos del llanto por horas, se presentan nuevamente.
–Quisiera tener la respuesta a eso, créeme –sus palabras, por muy dulces que parezcan, no logran aliviar su corazón roto y cabeza liada.
–Iré a dormir –murmura desanimada–. Tal vez eso ayude –dice segura de que aquello podría ser falso.
–Vendré mañana por ti, no llegarás sola.
–Bueno, adiós Adri –deja un beso en la mejilla del chico y se dispone a entrar en casa.
Frente a la puerta, se gira para ver por última vez a su amigo y se despide agitando levemente la mano. Y antes de introducir la llave en el cerrojo, aparece en su campo de visión, Alex.
Parece ansioso, su camisa entreabierta y el cabello despeinado denotan agotamiento como si hubiese corrido una maratón, lo que claro, es imposible.
– ¡Adiós! ¡Te quiero! –exclama Adrián desde la calle de enfrente, aquello llama la atención del pelinegro, que enseguida alza la vista encontrándose con la mirada de Alexandra sobre él.
Esta se apresura a abrir la puerta y entra, dejándola entreabierta para que el chico pudiera pasar también.
Sin pensarlo dos veces, sube los escalones con pesar, para llegar hasta su habitación y fingir que el mundo no existe, al menos por un par de horas.
Corre las cortinas y la luz de la habitación disminuye considerablemente, lo que sus irritados ojos agradecen. Acostada sobre la cama, lo único que puede hacer es presenciar en silencio el paso de los recuerdos de la mañana en su memoria.
Intenta no luchar con ella misma por evitarlo y solo lo deja pasar, las lágrimas humedecen por enésima vez en el día, su sonrojado rostro. Acostada sobre la almohada, sus sollozos son silenciados y siente tanto coraje por tener que reprimir lo que siente, todo por no llamar la atención de quienes pasen cerca.
Cuando no lo soporta más, se incorpora sobre la cama. Con una insoportable migraña atacándole, esconde la cabeza entre sus piernas, mientras se abraza a estas como si fueran lo único que tiene en el mundo.
Se pone de pie sin dejar de gimotear lo que le impide respirar de forma constante. Va hasta su escritorio y de dentro del pequeño cajón saca un sobre con el contenido que sabe, le dolerá volver a ver.
Cuando está a punto de abrirlo, alguien llama a la puerta interrumpiendo su propósito. Bufa exhausta y pronuncia un sutil: adelante.
–Alex –saluda con voz cálida, su hermana cerrando la puerta tras ella–. Adrián me lo contó. ¿Cómo te encuentras?
La castaña se niega a girarse y ver a Mara, no ha visto su reflejo en un par de horas, pero aun así sabe que no luce del todo bien.
–Fatal –susurra mirando hacia la calle a través de su ventana.
–Alexa, mírame –pide la pelinegra con firmeza–. Hazlo –repite.
–No hay nada que ver –dice girando completamente quedando frente a frente con su hermana, que le mira sorprendida.
–Hermana –musita acercándose y abrazándole.
–Sabía que no estaríamos juntos toda la vida, pero no esperaba que terminara así. Lo lastimé Mara –confiesa entre hipidos.
–A veces no hay una forma correcta para terminar algo –dice mientras se separa de ella para secar sus lágrimas con las mangas de su jersey–. No digas que lo lastimaste.
–Es que... es que sí lo hice. No debí haber ido con Alex. No debí haberle dejado solo en una cena a la que yo le pedí que fuera.
–Reconozco que no estuvo bien que te fueras, pero piénsalo. Fuiste a ayudarlo, Ernesto debería sentirse orgulloso por tener de novia a alguien como tú.
– ¿Por qué suenas tan convencida de eso? –le pregunta sentándose sobre la cama.
– ¿Por qué tú no lo estás? Solo mírate, siempre te ha importado más cómo se sienten los demás antes que tú. Pones a todos en primer lugar, dejándote en segundo plano –contesta sentándose junto a ella.
–No lo hice esta vez, no pensé en cómo se sentiría Ernesto si me iba. Solo lo hice –responde resignada, mirando sus zapatillas desatadas.
–No pensaste en él, pero sí en Alex. Ser como tú, tiene su lado negativo, ¿lo ves? –pregunta como si la respuesta fuera obvia–. Pensaste en lo que le pasaba, por eso fuiste con él.
– ¿Dejando a mi novio?
–No hay jerarquía en esos asuntos, no para ti. Si alguien necesita algo, irás con esa persona a como dé lugar.
–No Mara, esta vez no debí hacerlo –niega con la cabeza repetidamente.
– ¿Por qué estás tan arrepentida Alex? –cuestiona escudriñando el rostro de la castaña.
–Pues porque...
– ¿Porque...? –insiste la menor.
–Alex y yo por poco nos besamos –balbucea tímida.
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Todo por Alex
Roman pour AdolescentsAlex Noriega lleva una vida normal, como la de cualquier adolescente, le va muy bien. Pero todo cambia repentinamente al sufrir la tragedia más grande de todas. Tras perder a sus padres en extrañas circunstancias, su vida no vuelve a ser la misma...