Mayo 04 | Alex

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𝑴𝒊é𝒓𝒄𝒐𝒍𝒆𝒔 

Se despierta sobresaltado por la alarma, se remueve sobre la cama, pero pronto su cuerpo choca con objetos que yacen sobre las sábanas. Los recuerdos de la madrugada llegan a su mente e inconscientemente sonríe.

Pronto, el peso de haber dormido tan solo 3 horas, cae sobre sus hombros cuando se pone de pie para entrar en la ducha tan rápido como puede.

Tras pasar un rato bajo la regadera, sale de prisa para vestirse mientras escucha que le llaman desde la planta baja de la casa.

–¡Mateo está aquí! –grita la voz de Mara, parece animada cuando ve al amigo de Alex.

Sinceramente le sorprende que Mateo lo busque, pasaron todo el día anterior sin hablar por las cosas que se dijeron en la escuela, pero lo agradece. Mateo es su mejor amigo y una de las personas en quien más confía, alejarse de él en este momento no sería nada bueno.

–¡Enseguida bajo! –responde en voz alta guardando todas sus cosas en la mochila.

Al salir de la habitación choca repentinamente con un cuerpo dejando caer su mochila abierta, sus libros y libretas se riegan por el suelo.

–Lo siento Alex, no te vi –dice la castaña inclinándose para ayudarle a recoger todo.

–No, soy yo quien debería disculparse.

–¿Muy cansado? –susurra Alexandra, el pelinegro alza la mirada y asiente con la cabeza para después dedicarle una sonrisa.

–¿Tú no lo estás? –pregunta con suma curiosidad. 

–Lo estoy –asegura con los ojos achinados por sonreír ampliamente. Él la observa pasmado tomándose su tiempo en mirar a detalle cada centímetro de su rostro.

–Bueno... –dice levantándose y ayudando a la chica a ponerse de pie también–. Me están esperando.

–Sí, cuídate Alex –se despide cediéndole el paso para bajar las escaleras antes que ella lo hiciera primero. Al pie de los escalones ya se encuentra Mara con una bolsa de papel que dice "Alex 2".

–Toma, apresúrate –le sonríe entregándole su almuerzo.

–Gracias –musita Alex–. ¿Puedes decirle a tu madre que no es necesario que pasen por mí hoy? Mateo me traerá de vuelta.

–Claro –le escucha decir con voz alegre antes de abandonar la casa para entrar en el auto con Mateo, su madre y Jessica.

–Buenos días –saluda en voz alta mientras se arregla la corbata y seca disimuladamente las gotas de sudor que recubren su rostro.

–Hey Alex –le susurra Mateo a su costado–. Por lo de ayer...

–No, yo... no debí haber dicho lo que dije.

–¿Lo olvidamos? –pregunta ladeando la cabeza.

–Olvidado. Necesito que me cubras hoy –susurra sin dejar de ver a Lucía y Jessica hablando animadamente en los asientos de enfrente. 

–Cuenta conmigo –responde sin dudar–. Pero debes contarme todo después –condiciona.

<<Línea de división>>

El abrazador sol ilumina todo el pueblo, recubriendo con sus rayos las copas de los árboles más grandes que se mecen sutilmente con la brisa otoñal de mayo. El calor obliga a los vecinos a mantener las ventanas y puertas abiertas de par en par, confiando en la seguridad y paz que siempre reinó en el pueblo. Gracias, en parte, a su padre.

Todo por AlexDonde viven las historias. Descúbrelo ahora